jueves, 20 de mayo de 2021

Capítulo 19

Rubén Díaz, padre de Alberto, estaba sobre el cuerpo de Enrique. Ambos estaban desnudos y el duro miembro de Rubén se hundía una y otra vez en las ardientes profundidades del trasero de Enrique.

Tanto Cristina como Alberto, los cuales estaban atónitos, los habían escuchado gemir, murmurarse cosas, pero cuando ambos escucharon pasos descendiendo por las escaleras, Rubén continuó, y en cambio Enrique comenzó a agitarse, a urgir a su compañero para que se quitara de encima y lo dejara.



- Joder… - murmuró Enrique, - maldita sea, nos… nos han… pillado, - susurró apenas para que los recién llegados no lo oyeran, - suéltame, vamos déjame…

- Ya da igual, ¡que se enteren! Que sepan que te encanta que te la meta, que te vuelvo loco…

- ¡Déjame joder! ¡Alberto ayúdame! ¡Tu padre me secuestró y me está… violando! – gritó.



Rápidamente Rubén se levantó de la cama y Enrique nerviosa y atropelladamente, también se puso el slip.

- Así que por eso no nos dejaste entrar, ¿verdad papá?

- Tienes a esa chica contigo, ¿no es así? Pues da gracias.

- Eres un desgraciado Enrique, no solo te lo hacías con las amigas de Albert, sino también con su padre, - dijo Cristina mirándolos condenatoriamente, - cómo pudiste…

- ¡No cariño! – protestó Enrique, - eso no es así. El me secuestró cuando salí del restaurante y me encerró aquí.



- Cierra el pico y deja de fingir, - le dijo Rubén. Luego miró a su hijo: - cuando erais adolescentes, Enrique se interesó por Cristina, pero se dio cuenta de que ella solo tenía ojos para ti. Frustrado, un día me lo contó, y yo le dije que si él se entregaba a mí, yo haría lo que fuera por alejarte de ella. Entonces, como él os veía cada vez más colados el uno por el otro, aceptó, y por eso te mandé a estudiar al extranjero. Yo fui el que se metió en tu correo y borré el que te mandó ella con su nuevo número. De esa manera se cortó totalmente la comunicación entre vosotros, Enrique conquistó a Cristina, pero regularmente empezó a acostarse conmigo, y entonces descubrió que le encanta que se la meta por el culo.


- Cerdo hijo de puta… ¡Eres un embustero! ¡Tú me has estado chantajeando todos estos años!; o lo hacía contigo o le contarías a mi mujer y a tu hijo toda la sarta de mentiras que les acabas de contar.

- Eso es falso y tú lo sabes Enrique, - le contestó Rubén, - puede que empezara como un chantaje, pero luego te encantó, y hasta tienes sentimientos por mí, me quieres.



- Cristina, cariño, por favor no creas ni una palabra de lo que dice. Yo te quiero a ti… Él es solo un degenerado que tiene miedo de perder a su presa, pero yo solo quiero liberarme, pasar de él e irme contigo, criar juntos a ese bebé.


- Por favor, perdona por toda esta bochornosa escena, pero la culpa no ha sido mía, soy solo una víctima, créeme.

- Lo siento Enrique, pero no voy a criar a mi hijo contigo. Mi bebé tiene a su padre y lo quiero a él, no a ti.



- Eso no puede ser posible. Llevamos juntos cinco años, hemos compartido muchas cosas, y lo que hice fue por… porque te quería joder.


- ¿Te has parado a pensar alguna vez en lo que yo quería Enrique? Estaba totalmente colada por Albert, lo amaba a él, deseaba que se me declarara, ir juntos a la universidad, casarnos… Pero en cambio te acostaste con el degenerado de su padre para conseguir alejarlo de mí y así poder conquistarme tú.

- Las mayores locuras de la historia se han hecho por amor Cristina, ¿no lo sabes?



Alberto por su parte estaba prácticamente en shock; acababa de descubrir que su padre era gay, que llevaba años acostándose con uno de sus amigos, que cooperó para que él perdiera a la mujer que amaba, y estaba seguro de que Enrique mentía miserablemente, pero capaz era ahora de convencer a Cris para que volvieran juntos a casa e intentarlo de nuevo. Aquello era una verdadera mierda y ya estaba harto de todo.


- ¡No se te ocurra decir que me quieres Enrique! ¿Porque me quieres has estado llegando a las tantas, pasando de mí y acostándote con unas y con otras? Y luego también haciéndotelo con este señor, claro. ¿Era él quien te llamaba? ¿Era él el que decías que se trataba de tu jefe y que te cortaba el rollo? Porque si es así mucho te tiene que afectar sentimentalmente.



- ¡No cariño! ¡No digas eso! He pasado una mala época, y él me chantajeaba, pero yo no quería que te lo contara, por eso accedía, pero no siento nada por él, solo te quiero a ti.

- Lo siento pero no te creo una palabra. Mi decisión ya está tomada Enrique. Quiero el divorcio.



Entonces Rubén levantó a Enrique y se llevó sus manos a la boca besándoselas.

- Vamos, ríndete y reconoce lo que sientes, - le dijo, - ya todo ha terminado. Deja de fingir, de mentir y quédate conmigo.

Enrique, cortado y apurado, miraba nervioso a su mujer.



- Esto es increíble… ¿Qué vas a hacer Enrique? ¿Seguir mintiéndome a mí o irte con el padre de Albert?


- Se va a quedar conmigo, - contestó Rubén en su lugar mirándolo enamorado, - cada vez que hemos hecho el amor estos últimos años, ha gozado más que nunca, y éstos tres días aquí, han sido gloriosos, nada comparable a cuando está contigo, puta, - concluyó insultándola.


- ¡¡Que sea la primera y la última vez que le faltas al respeto a Cris!! ¿Me oyes papá? La próxima vez te doy una paliza y acabo contigo, - lo amenazó Alberto.


- ¡Está bien! Ya me callo. Puedes llevártela que yo me quedaré con su marido. Es mío.


- Estás flipando Rubén. No soy tuyo ni de nadie. En todo caso soy el esposo de mi mujer y quiero que siga siendo así ¿entiendes?

- Por favor Enrique, quédate conmigo, quédate, te lo suplico.

- Ya te he dicho que no. Estoy deseando salir de aquí e irme a mi casa con Cristina.



- Enrique, - el hombre lo miró fijamente a los ojos, - yo no soy mucho de decir las cosas, ya me conoces, pero te quiero, te amo, y solo deseo que estés conmigo aquí o donde sea, hacernos el amor y oírte de nuevo gemir de gusto como antes, noche tras noche. Quédate te lo ruego.

- Adiós Rubén, - contestó avergonzado por lo que él acababa de decir, - hasta nunca… si es posible.

El hombre lo miró unos instantes en silencio, muy serio.

- Te arrepentirás de esto, te lo aseguro.

- Sí claro. Anda Cristina, vámonos.



Ella miró cariñosamente a Alberto.

- Venga, larguémonos los tres de aquí.

Alberto sintió un pellizco en la boca del estómago al oír eso. ¿Ella se iba a ir con él?

- ¿Vas a… dejarme?

Cris le guiñó un ojo.

- Calla, no digas nada y vayámonos.

Entonces se fueron de allí.



Continuará

2 comentarios:

  1. Sabía que estaba allí Enrique pero no me imaginaba la escena que han visto Cris y Albert y todo lo que ha contado el padre de cómo separó a Cris y Albert cuando eran adolescentes. No podía creer que Enrique llevara tanto tiempo con Rubén. Está claro que Rubén es un canalla y un indeseable y Enrique no se queda atrás. A ver qué piensa hacer Cristina después de salir de allí.

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  2. Estoy como Alberto, en shock...Me voy a leer el siguiente capi...

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