martes, 11 de agosto de 2015

Epílogo

Aquellos pequeños pies se dirigieron a la puerta de entrada de la casa.


Entonces recogió el periódico que aún estaba afuera.


Con el en la mano, Clara Elisa entró en casa.
Se llamaba así por sus dos abuelas, aunque papá y mamá la solían llamar Clarisa, y el tío Alonso Clariss, porque decía que sonaba más sofisticado.


- Vaya, - pensó Clarisa viendo a sus padres abrazados en el sofá, - ya están arrullándose de nuevo.


- No os cortéis ¿eh? Seguid a lo vuestro, - les dijo antes de sentarse en el mismo sofá.


Clarisa ya estaba acostumbrada a aquellas escenas, y sabía que cuando sus padres empezaban a abrazarse y besarse, ya nada mas existía, por eso no le extrañó que ni reaccionaran a sus palabras. No obstante se preguntaba: ¿como se podía ser tan lamioso y romántico?


Clarisa, con el periódico en la mano, se sentó en el sofá junto a los tortolitos, los cuales siguieron a lo suyo.


- Uff, esto va la mar de bien ¿eh? - dijo echándole un vistazo al periódico, - habéis tenido que aumentar la tirada y todo.


- Voy a ver la sección de cotilleos y luego si no es muy difícil, haré el crucigrama. Deberíais poner sopas de letras ¿eh? Son mas fáciles y me gustan mas.


En otra habitación de la casa, el pequeño Roberto, o Robi, como lo solían llamar cariñosamente, miraba alucinado el moco que tenía en el dedo.
- ¡Anda, este es de otro color!, - pensó para si.


- Robi, ¿cuantas veces hay que decírtelo? - dijo de pronto Clarisa entrando en el cuarto de su hermano, - no debes meterte el dedo en la nariz. Los mocos se limpian con un pañuelo.


- Este niño va a acabar siendo minero o algo así, - pensó en voz alta.


- Bueno qué, - Clarisa se sentó en el suelo frente a el, - ¿te aburres?
- Zi.
- ¿Quieres que juguemos a algo?
- Zi.
- ¿No sabes decir otra cosa? ¿A que quieres que juguemos?
- No ze.


- ¿Jugamos a cu-cu?
- ¡Zi, zi! Yo tero jugá a cu-cu, - repuso contento en su media lengua.


- Cu-cuuuu... Te estoy viendo Robi.


Al momento el empezó a imitar a su hermana y también se tapó los ojos.


Pero segundos después se oyó el timbre de la puerta, y Clarisa se puso de pié.
- Llaman a la puerta Robi, - me tengo que ir.
- No tero que te vaya.


- Venga si, no tardaré mucho. Dame un abrazo.
Clarisa se agachó y su hermanito le echó los brazos al cuello.


- Y papá y mamá como si nada, ea, ellos en su mundo - pensaba de camino a la puerta, - ¿quien será a estas horas?


Entonces, al abrir la puerta:
- Tito Alonso, que sorpresa.
- Hola Clariss.


- ¿Como está la chica mas guapa de la ciudad? - le dijo abrazándola.
- Bien, ¿y tu?
- Muy bien, ¿están tus padres?


- Si, pero será mejor que vengas por aquí y de momento no les molestemos, - dijo guiándolo, - antes los pillé en un momento íntimo.


Al oír aquello, Alonso se detuvo. ¿Que decía Clariss? ¿que había pillado a Roberto y a Cristina en un momento íntimo? ¿y lo decía así, sin inmutarse?
- Oye Clariss, ¿dices que... has pillado a tus padres en...? - Alonso no sabía como preguntárselo.


- Bah, no te preocupes, - lo interrumpió ella, - solo se estaban besuqueando en el sofá, siempre están igual, y es como si no vieran a nadie. Pasa tito Alonso y siéntate.


- Bueno cuéntame, ¿como está la tía Lidia? Ya no estás con ella ¿verdad?


- ¿Lidia? Que va, de eso hace muchísimo tiempo. Ni tu habías nacido cuando...
- Ya, ¿y el resto de tus ex novias? - lo interrumpió Clarisa. - Papá dice que tienes todo un harén; Pili, Elena, Sonia, Ce...
- Ya, muy gracioso tu padre, - ahora fue el quien la interrumpió.


- Bueno a ver, vayamos por partes. ¿Sobre quien quieres saber?
- Pues... no se. ¿Que pasó con Pili por ejemplo?
- ¿Pili? Bah, estaba todo el día hablando del novio, que si Pablo por allí, que si Pablo por allá...


- Ah ¿pero tenía novio? - preguntó desilusionada.
- Si claro, igual que Eli.


- Esa era estupenda, pero lo malo es que tenía también novio y vivía con el. Lástima...


- Bueno ¿y la tita Sonia? ¿que pasó con ella?


- Sonia era una artista de los pies a la cabeza, - repuso con cierta añoranza, - incluso trabajó para el periódico un tiempo, pero cuando el novio se dio cuenta de lo que nos traíamos, con lo celoso que es, se la llevó de allí y la colocó en otro sitio.


- Vaya, por lo que veo tienes mala suerte tito; casi todas las mujeres que te gustaban tenían novio.


- No, Tamara no, - repuso Alonso añorante, - Tamara era una fiera.
- ¿Era uno de esos licántropos de los que me ha hablado papá? - preguntó la niña alarmada.
- Que va Clariss, Tamara era una mujer muy apasionada, nos lo pasábamos genial y... jugábamos a... los médicos. A ella le gustaba mucho.
- Ah ¿si? Que bien, ¿y entonces  que pasó?


- Pasó que estaba casada, maldita sea...
- Ah, vaya, y esa que se llamaba como mamá, ¿también estaba casada?


- No, esa estaba todo el día enganchada al skype y al facebook. Bah...
- ¿Entonces por que no seguiste con ella Tío Alonso? - quiso saber Clarisa.
- Porque un día en que estábamos solos en su casa y fuimos a su cuarto para... jugar a los médicos, de pronto llegaron sus nueve gatos y su perro y se subieron a la cama.


- Ah, a mi me gustan mucho los gatitos, - afirmó la niña, - mamá dice que si saco buenas notas me comprará uno o un perrito. ¿A ti es que no te gustan Tío Alonso?


- Déjate de rollos Clariss, intenta vivir con la casa infestada de gatos, incluso en la cama cuando vas a... ejem, bueno, que se terminó y ya está.
- ¿Y la tita Lisa?
- No me hables. En la redacción por entonces me llamaban asalta cunas.
Clarisa rió.
- ¿Por qué?
- Porque... era demasiado joven para mi, pero era muy lanzada.


- Bueno, ¿y la tita... como se llamaba?
- ¿Quién?
- A ver si me acuerdo... ¡ah si! la tita Ce...


- Calla Clariss, - la interrumpió Alonso, - no la llames así que no le gusta.
- ¿Y como la llamo entonces?
-  Pues... la tita Yeny, eso es. A ella le gustaba mas. Esa era muy especial, pero se cortaba mucho, y además le gustaban demasiado las reuniones familiares, y a mi eso...


- Que raro eres Tío Alonso. ¿Y aquella que no era de aquí? ¿No fuiste a verla muy lejos?
- Ah si, Marisa, que gran mujer. Me fui hasta Perú para estar con ella.
- ¿Y que pasó?
- Pues... que nos pillaron sus niños mientras... jugábamos en la cama, - dijo con pesar.
Clarisa rió.
- Bueno, creo que también hubo otra con la que estuviste un tiempo ¿no? La tita Marga.


- Jo, Marga si que era excepcional, - dijo entusiasmado.
- ¿No era mas mayor que tu? - quiso saber la niña.
- Si, pero tenía madurez y experiencia en... bueno, en todo, y me enseñó mucho.


- Lo malo es que un día en que jugábamos a... las casitas...
- ¿A papás y a mamás? - lo interrumpió.
- Si Clariss, a eso mismo, pues llegó su marido con el perrito, joder, y se fastidió todo.


- Jo tito, que mala suerte has tenido. Deberías tener a alguien. Papá tiene a mamá, ¿y tu quién?


- Yo te estoy esperando a ti Clariss, ¿es que no lo sabes? ¿No quieres ser mi novia?
Clarisa se partió de la risa con las bromas de su "tío".


- Cariño, ¿no deberíamos ir a ver a los niños?
Cristina y Roberto, abrazados en el sofá, se miraban desde muy cerca.
- No, - respondió el, - Alonso ha venido y Clarisa está hablando con el.
- Seguro que el le estará contando sus batallitas, - rió suavemente ella.
- Déjalos.
- ¿Y Robi?
- Tranquila mi vida, que está bien. No te preocupes. Ven aquí, que todavía no me he saciado de ti...
- Ah Roberto, me vuelves loca...
- Esta noche encargamos otro niño ¿vale?
- Le prometí a la niña una mascota si sacaba buenas notas.
- Pues en vez de otra mascota, otro hermanito. A mi me gusta hacerlos ¿y a ti?


Por toda respuesta ambos volvieron a besarse con renovada pasión, con aquel fuego que aún ardía y que no se había extinguido de sus corazones a pesar de los años. Mientras tanto, en otra parte de la casa, Clarisa aún reía con las ocurrencias de su "tio" Alonso, y Robi jugaba feliz en su cuarto.
Roberto, mientras estrechaba a Cristina y la besaba apasionado, pensaba que su padre, desde donde fuera, estaría mas que feliz de verlos juntos. Al fin y al cabo había hecho su sueño realidad, el sueño de los dos.     


Fin