- Ya, pero
en algunos sitios se te pueden pasar las horas y no te das cuenta. ¿Has llamado
a la policía?
- No, como
últimamente había estado saliendo tanto, esperé estos dos días. Pensé que
vendría en cualquier momento, pero que va. Solo lo llamé a él y a uno de sus
compañeros de trabajo, pero nada.
Ambos
pasaron al salón y se sentaron en uno de los sofás.
- ¿Y… esas
amigas se las presentaste tú? – quiso saber ella.
- Enrique me
llamó un día, - comenzó a relatar él, - quedamos para charlar y ponernos al
día, y entonces me dijo que tú querías tener niños pero él no, que estaba
harto, que ya se lo habías pedido varias veces… Y estando así charlando,
aparecieron dos de mis amigas. Se las presenté, y una de ellas le dio su número
de teléfono.
- Ah, es que
él dijo que tú eras un mujeriego, dio a entender que se las habías presentado
para luego venir a conquistarme a mí.
- Cielo, él
dijo eso para quitarse la culpa y echármela a mí, pero te aseguro que no fue
así. Enrique flipó cuando vio a las chicas. Son guapas, llamativas, sexis, y él
quería llevar la vida que decía que yo llevaba, acostarse con quien fuera pero
sin ataduras. Lo llevé al club Frenesí, que es donde la gente se desnuda y
tiene sexo al azar, y al poco rato estaba en bolas y haciéndoselo con las dos
chicas y otro que se unió. Los que van allí por primera vez no suelen ser tan…
atrevidos, pero él sí lo fue, y yo al ver aquel plan, me fui. Ni siquiera me
despedí, no los quise interrumpir. Entonces
fue cuando me llegué a tu casa. Quería verte…
- ¿A mí?
Pero llegaste preguntando por Enrique.
- Claro. Él
me dijo que no te contara nada, y yo disimulé y pregunté por él, pero a quien
realmente quería ver era a ti cariño. Voy a llamar a las chicas, espera.
- Tifany,
hola, soy Alberto.
- Ah hola,
cuanto tiempo.
- Escucha,
¿sabes algo de Enrique?
- ¿Tu amigo?
- Sí claro.
- Que va, ya
hace días que no lo veo por ningún lado. Pregúntale mejor a Saria; ellos
hablaban más por whatsapp y eso.
- Vale
gracias. Adiós.
Cristina
escuchaba en silencio la conversación. Después de cortar la llamada llamó a
otro número.
- Hombre
Alberto, cuánto tiempo sin saber de ti, ¿qué es de tu vida? – dijo Saria a
través del teléfono.
- Estoy
buscando a Enrique. ¿Sabes algo de él?
- Que va
tío, no sé nada. Ayer lo llamé cincuenta veces pero no responde, así que ni
idea.
- Ya. Pues
muchas gracias guapa.
- Adiós,
hasta otra.
Así que esas
eran dos de las que se había tirado Enrique, - pensó Cristina en silencio.
Lo curioso
del caso es que ahora lo que le preocupaba
e incomodaba no era eso, sino el pensar que Albert también se las habría
follado.
¿Cuándo
había sido celosa ella?
- No saben
nada de él, - dijo Alberto, - Saria incluso lo llamó ayer y no contesta.
- Yo también
lo llamé con el mismo resultado.
- Bueno,
pues entonces lleguémonos al restaurante ¿vale?
- Hola Inay,
- saludó ella al metre.
- Ah, hola
Cristina. ¿Qué le pasa a tu marido?
- Venía a
preguntaros por él, si lo habéis visto o ha venido estos dos últimos días a
trabajar.
- Que va, y
el jefe está que trina. Lo ha llamado pero nada, el tío no contesta.
- ¿Y cuándo
fue la última vez que lo viste Inay?
- Pues si no
recuerdo mal… hace unos tres días o así. Salió de trabajar, alguien lo esperaba
en un BMW X6 rojo y se largó.
- Vaya, qué
memoria tienes.
El chico
sonrió.
- Me
encantan los coches, es mi profesión frustrada.
- Vale, pues
ya no te molesto más. Gracias por la información.
- Bien, y a
ver si viene a trabajar.
Cristina y
Alberto salieron del restaurante.
- Ya lo has
oído ¿no? – le dijo ella, - tampoco viene a trabajar.
- Albert, yo
quiero separarme de él, pero no quisiera que le pasara nada. Son dos cosas
distintas ¿comprendes?
- Ya, no me
hagas caso. Es que estoy celoso.
- Yo…
también, - le confesó Cristina.
- Pero ¿tú
de quién? – se sorprendió él.
- De… tus
amigas…
Impulsivamente,
Alberto la envolvió entre sus brazos y besó su boca apasionado.
- ¿No te das
cuenta de que yo solo te quiero a ti? No existe nadie más mi vida, solo tú…
- Y tú para
mi… No estés celoso Albert, nunca.
- Bueno, ¿y
ahora qué hacemos? – preguntó ella tras separarse ambos.
- Hay algo
que ha dicho ese chico que me ha dejado pensativo.
- ¿El qué?
- Que
Enrique se fue con alguien en un BMW X6 rojo.
- Ya.
Lástima que no tengamos la matrícula.
- Es verdad.
Así sería más fácil.
Alberto se
quedó unos momentos pensativo.
- Un
momento, - dijo de repente, - mi padre tiene un BMW X6 rojo.
- Ya, y unas
cuantas miles de personas más del mundo también.
- Sí pero…
el otro día cuando fui a verlo, me dio ánimos, me dijo que todo podía cambiar
para bien entre tú y yo, y luego apareciste, no se…
- Eso no
significa nada Alberto.
- Puede ser,
pero de todas formas iremos a su casa y le preguntaremos. Igual ha querido
mediar para que él ceda y tú y yo poder estar juntos.
- ¿Y
retenerlo durante dos días Albert? Eso no me cuadra en absoluto.
- Ya, tienes
razón, a mí tampoco, pero de todas formas nos llegaremos a su casa.
Creía que el padre tenía que ver con la desaparición de Enrique y ahora, después de saber lo del coche, casi tengo la seguridad que ha sido él. Esperaba que en este capítulo le diría a Alberto que está embarazada de él, tengo ganas de que se lo diga. Esto está muy intrigante y me muero de ganas de saber qué le ha pasado a Enrique.
ResponderEliminarAlberto ya está medio atando cabos...A ver, no sé que pensar ahora, porque capaz de que el padre está en el Club Frenesí dándolo todo con Enrique, cosa que no serái extraña porque en el capitulo anterior parecia que lo conocia muy bien....
ResponderEliminarMerchedj al final tenías razón jajaja Enrique y el padre de Alberto se conocían y por eso Enrique no dudó en subirse al coche..
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