- No hay
nadie ¿verdad?
- No, -
contestó él, - pero mi padre tiene una casita en el campo, en las afueras. Tal
vez esté allí.
- ¿Queda muy
lejos?
- No, solo a
unos pocos kilómetros. Vamos.
Un rato
después ambos llegaban a la casa de campo del padre de Alberto.
- Vaya, que
bonita es, - exclamó ella.
- Sí, no es
muy grande pero está muy bien, sobre todo para una parejita que quiera intimidad,
- rió.
Estaban
acercándose a la puerta pero aún no habían llegado cuando ésta se abrió de
repente y apareció Rubén, el padre de Alberto.
- Hola hijo,
¿qué haces por aquí?
- Hola papá,
es que he venido con Cristina, ¿te acuerdas de ella?
- Ah sí,
hola, - la saludó serio.
- Es que
resulta que Enrique, su marido, no aparece hace dos días ni por su casa ni por
el trabajo, y veníamos a preguntarte a ti. ¿Tú sabes algo de él?
- Lo siento
pero no, hoy no es buena idea. Di lo que ibas a decir y mejor os vais.
- Joder
papá, si tienes una amiga o lo que sea no pasa nada. Puedes presentármela.
- Albert,
cariño, - dijo entonces Cristina acercándose, - si tu padre no quiere dar ese
paso no lo fuerces. Ya te la presentará.
- Exacto, -
dijo el padre, - hazle caso a ella. ¿Entonces por qué has venido a preguntarme
a mí?
- Porque uno
del restaurante vio a Enrique irse en un BMW X6 rojo, y tú tienes uno así.
Pensé que… después de lo que hablamos, tal vez habías querido mediar para
ayudarme, ya sabes.
- No me lo
puedo creer.
- ¿El qué
papá?
- Que a esta
chica le desaparezca el marido y vengas a preguntarme a mí.
- Bueno, fue
por el coche y…
- ¿Y cuánta
gente tiene el mismo modelo que yo Alberto? No me digas sandeces. Anda, hasta
otro día, - concluyó mirándolos serio, sobre todo a ella.
- Está bien.
Supongo que en otra ocasión disfrutaremos de un buen recibimiento.
- Ya
veremos. Si me avisas con antelación, tal vez.
La pareja se
alejó de la casa.
- No se
puede decir que le caiga muy bien ¿verdad Albert? – dijo ella, - menudas
miradas me ha echado.
- Eso es lo
que me mosquea, bueno, eso y más cosas.
- ¿Cómo qué?
- Para
empezar no he llegado ni a tocar el timbre de la puerta, ha aparecido él, no
nos ha dejado entrar ni nos ha recibido en condiciones, y ha sido un borde. No
sé qué le pasaba hoy.
-
¿Normalmente no es así?
- No. Y
luego lo que tú dices, que te ha mirado serio, como si estuviera enfadado
contigo. No lo entiendo.
- Pues yo
hacía años que no lo veía, así que tampoco lo comprendo. Anda vámonos.
- Bueno, te
quedarás aquí ésta noche ¿no? – le dijo él ya en casa.
- No sé, ¿y
si viene Enrique y no me encuentra?
- No te
preocupes cielo, al primer sitio que vendrá a buscarte será aquí, seguro.
- No quiero
líos Albert, otra vez no.
- Y no los
habrá. De todas formas, que no se hubiera ido.
- Ya, eso
también.
Cristina lo
miró.
- Te noto
pensativo.
- Es verdad,
llevo todo el camino dándole vueltas a lo de mi padre.
- Yo
también. Ha sido la visita más corta y extraña que he tenido en mi vida.
- Y el caso
es que el otro día cuando le hablé de ti y de lo nuestro, no puso mala cara ni
nada.
- Déjalo
cariño, no pienses más en eso.
- He pensado
en ir a ver a mi madre y preguntarle; al fin y al cabo ella es quien mejor lo
conoce.
- Quisiera
ayudarte ¿sabes?, que Enrique apareciera, solucionar las cosas y poder estar
juntos tú y yo, casarnos…
- ¿En serio…
querrías casarte conmigo?
- Pues
claro, es lo que más deseo mi vida.
- Entonces…
será mejor que te diga algo Albert.
- ¿Algo? ¿El
qué?
- Algo que no
te esperas.
- Yo… estoy
embarazada.
- ¿Lo dices
en serio? ¿Es mío?
- Sí cariño,
Enrique me confesó que era estéril, por eso siempre decía que no quería tener
hijos, y de todas formas últimamente no lo hacíamos, así que este bebé es tuyo,
tuyo mi amor, - dijo sonriente.
Entonces
Alberto la envolvió entre sus brazos y la besó exultante y feliz.
Iba a tener
un hijo con ella, una criatura que los uniría para siempre. No podía sentirse
más dichoso.
Por fin le ha dicho Cris que está embarazada. Lo del padre de Alberto es rarísimo. Que los haya recibido así y que no los haya dejado entrar refuerza mi teoría, aunque a lo mejor es por otra cosa, de que Enrique está con él. El tratar a Cris así parece como si Enrique le hubiera hablado mal de ella culpándola sabe Dios de qué cosas. En fin, solo son teorías y ya se sabrá la verdad en los siguientes capítulos.
ResponderEliminarPor fin puedo comentar el capi, que he ido de culo.
ResponderEliminarPues yo sigo sospechando del padre de Alberto, no se, esas ganas de que se fueran tan pronto, el no dejarles entrar, el mirar muy serio a Cristina....Mala espina.