miércoles, 28 de agosto de 2019

Capítulo 23


Nerviosa y casi sin atreverse, sintiéndose indigna incluso, Lidia llamó a Ernesto y le propuso quedar en el parque, y él accedió.
Ver de nuevo su cara, su preciosa sonrisa le alegró más de lo que se hubiera imaginado.
- Hola Lidia, cuánto me alegro de verte.
- Y yo, no sabes cuánto.



Ambos se abrazaron, ella lo estrechó contra sí y recordó tantas veces como lo había añorado incluso viviendo con Teo.
- Te he echado… mucho de menos…, - le susurró entrecortadamente.

- Y yo a ti…


- Hay algo muy importante que tengo que contarte, - le dijo cuándo se separaron, - ¿recuerdas que te conté que siendo adolescente había tenido un hijo y que lo llevé al centro de acogida?

- Sí claro.


- Pues resulta que mi madre y su marido fueron allí a por él y lo recuperaron. Lo han criado durante años, y hace unos días el niño fue a buscarme a donde yo vivía.

- Ah, qué bien. Menuda sorpresa te llevarías ¿no?


- Por supuesto, para mí ha sido como un milagro, y mucho más porque él quiere vivir conmigo, y yo no estoy dispuesta a perderlo otra vez.


- Pero cuando se lo dije al… chico con el que vivía, me dijo que no le gustaban los niños y menos si no era suyo. Que se lo siguiera quedando mi madre porque él pasaba de tenerlo allí en su casa.


- ¿En serio te dijo eso?

- Sí Ernesto, él no comprendía que yo quisiera recuperar a mi niño, decía que no podía quererlo, ya que no lo había criado, que yo ya vivía allí con él antes de que apareciera mi hijo.


- Pero las cosas entre nosotros ya estaban bastante mal ¿sabes? Lo pillé en nuestra cama follando con otra…

- No me lo puedo creer, - dijo más que asombrado, - ¿teniéndote a ti… se permitía el lujo de engañarte con otra?


- Sí, y encima cuando le dije que mi niño iría allí a vivir con nosotros no quiso, más o menos me dio a elegir, así que lo dejé y me fui de su casa. Ahora estoy de nuevo en casa de Marta.


- Si me permites que te dé mi opinión, has hecho lo correcto Lidia.

- Sí Ernesto, - le sonrió, - por primera vez en mi vida. Llamarte a ti para verte y contarte todo esto, también ha sido correcto. No sabes las de veces que… me he acordado de ti… Y ahora quiero que conozcas a alguien muy especial, mi hijo Guille.


- ¿Este es tu niño?, - dijo mirándolo sonriente.

- Sí, - repuso el chiquillo, - ella es mi mamá.


- De modo que te llamas Guillermo, como tu abuelo, ¿no es así?
- Sí, ¿y tú?

- Yo me llamo Ernesto, y soy un buen amigo de tu mamá.


Entonces, ante la atenta mirada de Lidia, él besó al niño en la mejilla.


- Cuida siempre de tu mamá ¿vale?, - le dijo Ernesto a Guille mientras lo abrazaba, - ella es muy especial y te quiere, no lo dudes.


- Si no me quisiera no se habría quedado conmigo, - lo miró, -tú me gustas, - dijo de pronto Guille, - ¿vamos a hacernos una foto?

- Sí claro, venga.


Al  verlos a los dos riendo, charlando y haciéndose una foto, al ver a Ernesto tratando con cariño a su hijo y llevándose bien con él, al ver de nuevo la sonrisa masculina, sus ojos claros, su ternura, su simpatía y buenos sentimientos, Lidia supo que aquel era el hombre de su vida. Lo había recordado y añorado sin darse cuenta, y lo quería en su vida, lo amaba. ¿La aceptaría él de nuevo? ¿La seguiría amando?


- Ven, pasa por aquí pero no toques nada, - le dijo Marta cuando llevó a Lidia a los laboratorios en los que trabajaba.


Al fondo abrió una puerta y le pidió que la siguiera.
¿Qué estaban haciendo allí en realidad?, - se preguntaba Lidia mudamente.

¿Estaba en aquellos laboratorios la solución para sus muchas erróneas decisiones?


Sintiéndose intrigada y algo escéptica, entró tras ella en otra habitación. Allí había mucho más material extraño y desconocido para Lidia.


- ¿Qué es todo esto Marta? ¿Qué estamos haciendo aquí?, - quiso saber.
- Aquí es donde trabajo, y esto que voy a enseñarte es algo completamente confidencial y debes guardarlo en secreto ¿entiendes?

- Si pero… ¿por qué? No comprendo.


- Lidia, entre unos compañeros y yo hemos inventado un portal, una forma de regresar al pasado, y si tú vas a esos momentos en los que piensas que te equivocaste y hablas con tu yo del pasado, tal vez puedas evitar tanto desastre. Acostarte con Iván por ejemplo, fue un error; ya sé que gracias a eso ahora tienes a tu hijo, pero imagina que no lo hubieras tenido ni lo hubieras tenido que abandonar. Si no te hubieras ido a vivir con Teo no lo habrías pillado en la cama con otra, no habrías perdido a Ernesto, que sé que te amaba.

- Tienes razón… Ahora no se si lo podré recuperar.


- Por eso. Cuando esta especie de puerta se ponga en funcionamiento, te llevará a la época que tú le indiques. Yo que tú me camuflaría para que nadie reconozca tus rasgos ni te identifique.
- ¿Pero camuflarme cómo?

- Pues no sé… ponte un sombrero, unas gafas de sol, vístete como una señora… lo que se te ocurra. Y sobre todo no hables con nadie más que con tu yo del pasado.


- Vale… ¿Estás segura de que funcionará esto Marta?

- Seguro, ya hemos hecho pruebas, pero como te digo, todo es confidencial.


- Anda, señala ahí la primera fecha a la que vayas a ir.
- ¿Podré ir a ver a mi padre? Es que me haría tanta ilusión…, - dijo mientras señalaba la fecha con las teclas.
- No puedes hablar con él Lidia, recuerda que él no te reconocería ¿comprendes? Para él su hija es solo una niña, y tú serías una mujer más, una desconocida.

- Bueno pero aunque sea de lejos…


Marta rió.

- No tienes remedio. Anda, ve si quieres a verlo de lejos pero no le hables. Y cruza ya el portal.


Un filtro extraño, una insólita nebulosa con una especie de remolino central se había formado en el portal y un sonido raro llenaba en ambiente.


- Estoy nerviosa Marta. Espero que esto salga bien y… pueda arreglar algo de mi desastrosa vida.
- Ya verás como sí. Adelante.

Lidia traspasó aquella extraña nebulosa, volvió otras tantas veces para cambiar la fecha y volvió a irse.


- Bueno dime, conclusión final, - le dijo Marta, - ¿qué tal te ha ido?
- Yo creo que fatal. Mira que soy cabezota joder…
Su amiga rió.
- Ya lo creo, esa rebeldía ha sido tu perdición, pero esperemos que todo salga bien.
- Bueno ¿y ahora qué?

- Ahora a esperar.


Continuará

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