jueves, 1 de agosto de 2019

Capítulo 14

- Camarero, ¿me pone un zumo de piña? Que esté fresquito por favor, - pidió Lidia al sentarse a la barra de un pub.


Aquella noche había dejado a Marta al cuidado de Guille; necesitaba dar una vuelta y pensar, decidir que iba a hacer, aunque cada vez lo tenía más claro…


- Hola, buenas noches, - dijo de pronto una voz femenina a su lado.

- Hola, - saludó sin ni tan siquiera mirar en un primer momento.


- Ah, que es usted…, - dijo al verla por fin. Aunque hubiera cambiado de ropa y sombrero, creyó reconocer a la mujer que le habló una noche.

- ¿Me recuerdas?


- Vagamente, - sonrió por cortesía.

- ¿Qué tal te fue con el hermano de tu padrastro? 


Lidia se asombró de la buena memoria que tenía aquella mujer.

- Eh… he tenido un niño, - dijo seria mientras se llevaba la bebida a los labios.


- Vaya, un hijo siempre es una bendición.

- Habla usted como mi amiga Marta.


- Es que es cierto. ¿Y vais a criarlo ese chico y tú?


- Iván se desentendió de mí y del niño en cuanto supo que me había quedado embarazada. Me dijo cosas muy feas, y mi madre quiso encerrarme en un colegio interna, así que me largué. 


- No… no voy a quedarme con el bebé, - no había imaginado nunca que le costaría tanto decir aquellas palabras.

- ¿En serio? ¿Y qué vas a hacer?


- Llevarlo a un centro de acogida para que lo adopten, - dijo muy seria antes de dar un buen trago a su zumo.
La mujer suspiró.
- No lo hagas por favor, es tu niño, y te puedes arrepentir toda la vida.

- Soy… demasiado joven y no estoy en situación como para sacar adelante a un niño. No estoy… preparada. Además, es mi decisión; no tengo por qué discutir esto con usted.


La señora bebió en silencio el contenido de su bebida.

- Espero que sepas lo que haces, - le dijo.


Luego dio la vuelta y, dirigiéndose hacia la puerta de salida, desapareció en la noche.


Lidia continuó bebiendo mientras le daba vueltas en la cabeza a lo que la mujer le dijera. ¿Cómo iba a arrepentirse de no quedarse con su hijo cuando sabía que no lo podía mantener siquiera? La casa en la que vivía ni siquiera era suya, y ella aportaba algo cuando vendía un cuadro. ¿Iba a dejar que Marta y sus padres mantuvieran económicamente al niño? Aquello le parecía un abuso. Demasiado que vivía allí con su amiga.


Decidida, al día siguiente cogió al pequeño Guille en sus brazos mientras sentía humedecérsele los ojos.

- Lo siento chiquitín, - murmuró, - espero que algún día puedas perdonarme…


Durante unos momentos lo acunó, lo meció en sus brazos e incluso le cantó una canción de cuna que sus padres le habían cantado a ella de pequeña. Luego lo besó y seguidamente lo llevó al centro de acogida.

Algo se desgarró, se rompió dentro de ella misma.


Continuará

1 comentario:

  1. Ya he leído los capítulos que me faltaban y me gusta mucho la historia. Esperaré a que haya unos pocos más pues me gusta leer seguidos unos pocos.

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