martes, 6 de agosto de 2019

Capítulo 16


- Vaya, ya estás aquí, - dijo Marta al verla entrar, - hoy has tardado mucho ¿no?
- Si, es que he charlado con dos personas, ahora te cuento.



- ¿Dos personas? ¿Quiénes?
- Cuando te diga quien ha aparecido por allí no te lo vas a creer.

- No será…


- No, él no, fue Sergio, mi padrastro. Me preguntó cómo estaba yo y luego también por el niño. Le dije que lo llevé al centro de acogida y que ya no lo tengo. Sospecha que el padre es su hermano Iván.
- Dios… ¿le dijiste que efectivamente era él?
- No, por supuesto que no. No quise hablar más del pasado. Pero yo sé que él tiene claras sospechas de su hermano; lo conoce demasiado bien, y como cuando me preguntó no quise decir nada…
- El que calla otorga Lidia.

- Exacto. 


- Bueno, ¿y el otro encuentro con quién?, - quiso saber Marta.

- Cuando terminé de hablar con Sergio me metí en el cuarto de baño, y al salir me saludó un chico que había allí. Parecía como si me estuviera esperando.


- Que bien, ¿y cómo se llama?

- Ernesto. Ha estado cuidando de su padre hasta hace poco, que ha fallecido. Llevaba mucho tiempo sin salir el pobre. Tal vez por eso me paré a hablar con él un momento. Con la pérdida de su padre lo comprendo.


- Bueno ¿y qué tal? ¿Es guapo? ¿Te gusta?, - preguntó Marta animada.


- Por favor, si parece sacado de una revista antigua, te lo juro. Corbata, camisa, pantalones de vestir… Ni mi padre se vestía así.


- Bueno, eso no tiene nada que ver. ¿Es guapo o no?

- Pues… tiene una sonrisa muy bonita, eso sí, y me encantó conversar con él. Parece un chico comprensivo y sensible, pero sigo diciendo que tiene pinta de pardillo, - rió.


Cuando Lidia no tenía que trabajar solía ir a la galería Casbah, el centro artístico. Allí solía pintar y se reunía con gente que también lo hacía.


Aquel día un tipo se puso a su lado mientras ella pintaba y empezó a hablarle sin parar. A pesar de que ella apenas si le respondía, el continuaba hablando y hablando, y entonces de pronto un chico moreno se acercó.


- Oye, - el recién llegado se dirigió al pesado de turno, - ¿nos puedes dejar solos por favor?

Inmediatamente y para alivio de Lidia, el tipo se alejó.


- Muchas gracias ¿eh? Ya no sabía cómo hacerlo callar sin parecer grosera, - sonrió ella.


- Pues sí, y además te distraería del cuadro que estás pintando. Por cierto, tienes mucho arte.

- ¿Tú también pintas?, - le preguntó al chico.


- Apenas, pero soy muy aficionado al arte. Me encanta veros a los pintores, tenéis mucho mérito, y tú concretamente pintas muy bien.


- Uy gracias, me vas a sacar los colores.


- Mi afición a la pintura no tiene mucho mérito porque es heredada de mi padre que en paz descanse.


- Ya, pero da igual, tú estás desarrollando ese don que él te dio.


- Por cierto, - dijo él, - me llamo Teo ¿y tú?
- Lidia.
- ¿Quieres que nos tomemos algo aquí abajo cuando termines tu cuadro?
Ella iba a contestar cuando justo en ese momento vio entrar a Iván en la sala. Su corazón se puso a mil.

- Si claro, vámonos. Otro día termino el cuadro, - dijo deseando alejarse de allí y  sobre todo de Iván.


Momentos después ambos se sentaban junto a la barra y pedían bebidas.

Teo era muy simpático y agradable, y sobre todo guapísimo.


Pero a pesar de estar charlando con él, el hecho de haber vuelto a ver a Iván le había removido cosas del pasado, y se había dado cuenta de que ya no sentía nada en absoluto por él.

De pronto sin saber por qué recordó a Ernesto, y tuvo el súbito deseo de que él estuviera allí para charlar y contárselo todo. Se sintió tan bien hablando con él…


Cuando Teo y ella terminaron sus bebidas se dirigieron a la puerta.
- Me tengo que ir, - le dijo Lidia.

- ¿Me das tu número para que te llame? Si quieres podemos quedar otro día.


- Sí claro, apunta.

Le fue dictando los números y él guardó el contacto en su móvil.


- Una vez más gracias Teo, me has librado del tío ese y he pasado unos momentos muy agradables contigo. Eres… muy guapo, - sonrió al final.


- Pues tú eres preciosa ¿sabes? Ya estoy deseando llamarte y volverte a ver.

Ambos, tal vez a causa de los nervios, rieron.


Momentos después y tras decirle adiós, Lidia se fue.


Continuará

No hay comentarios:

Publicar un comentario