Lidia había crecido, madurado. No había tenido más remedio dadas las circunstancias de su vida.
Ahora trabajaba en un club disco sirviendo copas. Seguía viviendo en casa de Marta pero por lo menos los gastos los pagaban a medias.
A pesar de haber continuado con su vida, a pesar de la buena cara que ponía ante los demás, Lidia no había dejado de acordarse ni un solo día de Guille, se sentía desgarrada, dividida, como si hubiera dejado algo a medias, sin terminar, y esa sensación de vacío la agobiaba, la hacía llorar muchas veces en sus noches de soledad.
Aquella
noche, cuando ya había terminado su turno, de pronto vio a Sergio, el marido de
su madre.
- Hola
Lidia, - la saludó sonriéndole.
- Ah, hola,
- se sorprendió de verlo después de años.
- Qué mayor
estás, cómo has crecido. ¿Estás bien? ¿Cómo te van las cosas?
- Bien,
ahora trabajo aquí.
- ¿Y el bebé
que tuviste? ¿Lo tienes contigo?
Lidia no se
esperaba para nada aquella pregunta.
- Pues… pues
no.
- ¿No?, - se
sorprendió, - ¿y entonces que pasó?, ¿qué hiciste?
- Lo llevé
al centro de acogida para que lo adoptaran. Ya ha pasado mucho tiempo.
- Bueno
Lidia, ¿y el padre de la criatura?
Ella se
encogió de hombros.
- Él se
desentendió y no quiso saber nada. Ya te digo que ha pasado mucho tiempo de
eso.
- Por eso
tal vez diste al niño ¿verdad? Porque te viste sola.
- Prefiero…
no recordar Sergio.
- Sin
embargo lo haces, igual que tu madre, que sufre desde que tú no estás.
Ella calló y
trató de tragar el nudo que se le había hecho en la garganta.
El la miró
fijamente.
- Lidia, el
padre de tu hijo era mi hermano Iván ¿no es así?
- Ha pasado
mucho tiempo Sergio, - dijo evadiendo la respuesta a aquella pregunta, - ¿para
qué remover cosas? Y además, ¿por qué piensas que pudo ser él?
- Porque lo
conozco perfectamente. Sé que le gusta aprovechar el momento, llevarse a las
chicas a la cama y no le gustan los niños ni las responsabilidades. Tú saliste
con él varias veces a pesar de la prohibición de tu madre, y me dio la
sensación por entonces de que estabas algo enganchada a él. ¿Me equivoco?
Lidia se
puso de pie.
- Lo siento
Sergio pero me tengo que ir, estoy muy cansada, - dijo zanjando aquel tema.
- Adiós
nena, le diré a tu madre que te he visto y hemos hablado. Así se quedará más
tranquila.
- Hasta
luego…
Sergio la
vio de ir hacia el cuarto de baño y se quedó serio, pensativo.
- Maldito
seas Iván, - pensó para sí, - te aprovechaste de la hija de mi mujer, la
dejaste embarazada y luego pasaste de ella y del niño, pero te aseguro que lo
voy a encontrar y lo recuperaremos. Y tú tendrás que vivir con él, lo juro.
Lidia tuvo que ir al cuarto de baño para recuperarse; la conversación con su padrastro había removido demasiadas cosas. Momentos después cuando salió, vio a un muchacho sentado en el sofá que allí había.
- Hola, ¿ya
has terminado tu turno?, - le dijo él de pronto.
- Hola,
pues… sí.
¿De qué
época se había escapado aquel tipo?- se preguntó ella mudamente.
- Yo es la primera vez que salgo en mucho tiempo, he estado cuidando de mi padre hasta que ha fallecido ¿sabes?, - le confesó él.
Aquella información sin saber por qué le llamó
la atención; él había perdido a su padre, igual que ella…
- Vaya, lo
siento mucho… eh… ¿cómo te llamas?
- Ernesto ¿y
tú?
- Lidia.
- ¿Quieres
que hablemos?
Ella se
sentó a su lado.
- No sabes
cómo comprendo lo que estás pasando, - le dijo, - yo perdí a mi padre siendo
niña, tuvo un accidente, pero lo recuerdo cada día, y aún lo echo de menos.
- No me extraña.
Perder a mi padre está siendo muy duro, pero quedándome en casa no voy a
arreglar nada, por eso he salido un rato y entonces te he visto. ¿Ese con el
que hablabas antes era tu novio?
- No, que
va, es mi padrastro. Mi madre se casó con él después de fallecer mi padre.
Ojalá no le hubiera pasado nada y no hubiera tenido que irme a vivir con ella.
- ¿Por qué?
- Porque el
hermano de mi padrastro me dejó embarazada siendo una adolescente.
- Y cuando
se lo dije me llamó zorra y puta y pasó de mí.
- Dios mío,
que duro tuvo que ser para ti. ¿Y el crío?
- Lo di en
adopción. Me había tenido que ir de casa y no podía sacar adelante a un niño.
De todo esto hemos estado hablando mi padrastro y yo. Parece que se huele que
su hermano fue el que me dejó embarazada.
- Joder, que
historia la tuya.
- Ya todo
eso pasó ¿sabes? He seguido adelante incluso sin mi familia al lado.
- ¿Vives
sola?
- No, con
una amiga que es como una hermana para mí.
Él se la
quedó mirando con una sonrisa en los labios que a Lidia le encantó.
- Eres una
gran mujer, una luchadora, y si me lo permites te diré que eres preciosa.
- Muchas gracias Ernesto, - lo miró agradecida por aquellas bonitas palabras, - me ha encantado hablar contigo ¿sabes? Si vuelves por aquí otro día te invito a una copa.
- Eso está
hecho. Seguro que volveré.
- Adiós
Ernesto, nos vemos.
- Adiós Lidia. Cuídate.
Después del
encuentro con Sergio, lo cual le había removido recuerdos desagradables, jamás
imaginó que aquella sencilla charla con ese desconocido le subiría el ánimo y
la haría sentirse tan bien.
Continuará
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