Una semana mas tarde, Lara
salió de nuevo con Elena.
- Mira, en este sitio no
hemos estado nunca, y parece que ponen buena música - dijo esta última, -
¿entramos?
- Como quieras, - contestó
Lara.
- Se te ve muy animada ¿no?
- Elena, es de noche y estoy
aquí, libre, haciendo lo que me sale del alma y con ganas de marcha, así que
tírale, voy a comerme el mundo.
- No debí haber preguntado...
- dijo Elena caminando hacia la entrada.
Lara rió.
- Si algún día volvemos a ver
al tipo misterioso, espero que recuerdes lo que acabas de decir, - siguió
diciendo la pelirroja.
Lara la siguió al interior.
- ¿El qué?
- Eso de que vas a comerte al
mundo. Espérame, voy a hacer un pis ¿vale?
- OK.
- ¿Quieres que te pida algo? - añadió Lara.
- Elena se detuvo y pareció
pensar.
- No, cuando vuelva decidiré
que tomo.
Mientras su amiga se alejaba camino del servicio,
Lara se quedó allí sentada observando el lugar. La música era excelente, y el
sitio no estaba mal. Tras la barra vio un par de rosas rojas adornando la
pared. Con razón Elena le había dicho que el local se llamaba Red Rose.
Un segundo después fue consciente de la presencia
de alguien y, para su sorpresa, cuando volvió la cabeza, vio al tipo
misterioso, como lo llamaba Elena.
Entonces el se sentó a su
lado en la barra.
¿Ese hombre estaba así de
bueno la otra vez que lo vi? - pensó Lara para sus adentros mientras
contemplaba su barbilla partida, su nariz recta, sus ojos claros y rasgados y
sus labios algo llenos.
Entonces el volvió la cabeza
y la miró, en realidad ambos quedaron mirándose el uno al otro sin decir nada
durante unos interminables momentos.
El corazón de Lara latía a
todo gas y no sabía por qué. Sin querer, trató de imaginarse que se sentiría
teniendo aquellos labios seductores pegados a los suyos...
- Hola, - la masculina voz de
el interrumpió sus tórridos y encendidos pensamientos.
- Ho... hola, ¿nos conocemos? - le dijo sintiendo
de nuevo en su interior la misma sensación de la otra vez. ¿Había visto a aquel
hombre antes?
- Nos vimos en la discoteca
hace una semana, ¿recuerdas?
- Ah, si... es verdad.
¿Por qué demonios estaba tan
nerviosa?
Entonces el se puso de pié.
- ¿Quieres bailar? - le dijo.
Lara se puso de pié también
pero rehusó.
- Que va, soy malísima.
- No seas mentirosa, el otro
día te vi y te defiendes muy bien.
Lara se quedó embobada
mirando sus ojos azules.
Entonces Elena regresó del
baño y los vio hablando.
Vaya, - pensó, - el tipo
misterioso ha aparecido antes de lo que yo pensaba.
- Bueno, a ver que puedo
pedir...
El tío está de muerte, no me
extraña que a Lara se le haya quedado esa cara de boba, - siguió pensando
Elena.
- Me llamo Kalean, - le dijo
el, - ¿y tu?
- Yo soy Lara. Tu nombre es
raro pero... me gusta. Kalean...
- Me encanta como suena en tus labios, - dijo el
con voz profunda, - eres preciosa Lara.
Ella se sentía como hechizada
por aquel hombre. ¿Que diablos tenía que la alteraba así?
- Tu... tu eres muy guapo
y... y muy especial...
El corazón parecía querer
salírsele del pecho.
Pero entonces Elena, que había
ido a bailar, se detuvo y la sonrisa de su rostro desapareció.
- Oh Dios, - murmuró, - esto
no debe verlo Lara. Joder que marrón...
Elena volvió junto a la
pareja.
- Lara, no te vuelvas, no
deberíamos haber venido aquí.
- No se por qué dices eso, -
dijo Lara pensando que el encuentro con Kalean era lo mejor que le había
ocurrido en su vida. - ¿Por qué no quieres que me vuelva? - preguntó.
- Como te digo esto
suavemente...
Pero Elena se sentía incapaz
de decirle lo que había visto allí, en la pista, a solo unos metros de ellos.
Afortunadamente aquel hombre
y su amiga seguían mirándose el uno al otro como si estuvieran hipnotizados.
- Dime Elena, - insistió
Lara, - ¿por qué no quieres que me vuelva?
- No Lara, no te muevas, - le dijo cuando la vio
empezar a girar. Pero fue inútil. Lara se volvió de cara a la pista y se quedó
clavada al sitio. Su rostro se descompuso, y entonces toda la magia de la
noche, desapareció.
Continuará
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