- Montar en el toro es
increíble Lara, ya lo verás, - le dijo Germán aquel viernes por la noche.
- Yo... no creo que me monte,
pero gracias.
- ¿En serio no te animas?
- Yo la primera vez que lo
hice me quedé boca abajo colgado del cactus.
Lara no pudo evitar reír.
- Si ríete, - añadió el con
humor, - pero fue patético, y perdí mi dignidad delante de los colegas.
- Oh, una desgracia, - rió, -
anda, vamos a ver tu numerito.
Ambos entraron en el local. Lara no tenía muchas
ganas de nada, pero lo cierto era que Germán la hacía reír a veces. Entonces
trataba de olvidar...
Germán se montó en el toro mecánico como todo un
profesional. A ver cuanto duraba encima de aquello, - pensó Lara.
El toro comenzó a dar vueltas y coces como un loco
mientras el agitaba el brazo en alto y gritaba entusiasmado.
Entonces, inevitablemente, Lara volvió a quedarse
pensativa. Así llevaba desde hacía días, concretamente desde que viera a Kalean
la última vez.
Mientras ella estaba sumida en sus recuerdos y
pensamientos, el toro mecánico vapuleaba a Germán que reía divertido.
Pero Lara no podía prestarle atención a aquello,
ella solo hacía recordar aquellos ojos color ámbar encendido, sus largos
colmillos, y también, por supuesto, sus cálidas palabras, sus advertencias.
Lara siempre había intuido que podía fiarse de Kalean, pero el saber que el no
era un ser humano normal, sino que era un vampiro y que estos existían, el
pensamiento de que el pudiera morderla, la había puesto mas que nerviosa.
Aún así, Lara miraba a su alrededor por si lo veía.
En el fondo, muy en el fondo de su ser, anhelaba
encontrárselo, verlo, saber que no la había olvidado.
Cuando Germán terminó de montar el toro de forma
exitosa, subieron al piso superior. Entonces el puso música. A lo mejor alguna
chica que estuviera colada por el, estaría admirada y encantada por sus aires
de niño algo creído, pero ella no estaba impresionada.
- Buah, esta está genial, ¿te gusta Lara? - le
preguntó.
- Si, está muy bien, - sonrió.
- Vamos a jugar un billar, -
propuso el, - te advierto que conmigo no tienes ninguna posibilidad de ganar
¿eh?
- Bah, eso se verá.
Pero mientras Germán jugaba, su mente no pudo
evitar volar lejos. ¿Volvería a ver a Kalean algún día? ¿Se habría olvidado de
ella? Y si la mordía para alimentarse... ¿qué? Quizás debiera tener pánico o
miedo o incluso repulsa, pero el caso es que, con solo recordarlo y pensar en
el, su corazón palpitaba mas rápido.
El local cerró y tuvieron que
abandonar la partida.
- ¿Estás bien Lara? Te veo
melancólica, como ausente, - le dijo el acertadamente.
- Lo siento Germán, tu no
tienes la culpa, soy yo que estoy algo... despistada. Tengo... muchas cosas en
la cabeza.
- El próximo día lograré que
te animes, te lo prometo.
- Vale.
Entonces la llevó a casa en
su flamante Audi.
A la mañana siguiente, Elena
fue a recogerla para ir a clase.
- Bueno, ¿que es eso que me
tenías que contar? - le preguntó.
- El otro día conocí a un
chico en el parque y me ayudó con los deberes ¿sabes?
- Anda, que suerte ¿no?
- Supongo, - dijo sin mucho
ánimo, - el caso es que después me encontré con Kalean y me dijo que no saliera
con Germán.
- ¿El de los deberes?
- Si. Me dijo que no era de
fiar, que no quería que estuviera con nadie. Y entonces... sus ojos comenzaron
a cambiar y... se pusieron... como el fuego, y sus colmillos crecieron. El...
es un vampiro Elena.
- ¿Un vampiro? - preguntó escéptica su amiga, -
anda ya, pero si los vampiros no existen.
- Te aseguro que lo es, no te
miento. El... se alimenta de sangre y el sol le hace daño.
- ¿En serio es un vampiro?
- Si. Yo... me asusté y me
fui. Y anoche salí con Germán.
- No le hiciste caso a Kalean
por lo que veo.
- No.
- Lara, no conozco a ese
Germán y no se si Kalean tiene razón o no, lo único que se es que... ese
vampiro te vuelve loca, y Germán no. Haz lo que te dicte tu corazón Lara,
siempre.
Ella suspiró.
- Gracias Elena.
Lara siguió saliendo por ahí con Germán. El era
guapo y ocurrente, muchas veces divertido, pero a ella no le gustaba. Solo salía
por hacer algo, por dejarse llevar, y una vocecita en su interior le decía que
solo estaba huyendo.
Aquella noche fueron a una discoteca y pidieron
unas bebidas.
Lara seguía melancólica y pensativa. No había
vuelto a ver a Kalean, y eso era como una espinita que tenía clavada en el
alma.
La chica de la barra le dio su bebida a Germán.
Y luego terminó de preparar
la suya.
- Ahora cuando termines de beberte lo que has
pedido bailamos, ¿te parece? - le propuso Germán.
Momentos después los dos bailaban en la pista al
ritmo de la música.
Mientras disimulaba haciendo
ver que estaba animada, Lara recordó que Kalean la invitó a bailar el primer
día que hablaron. Eran tantas las cosas que no había podido hacer con el...
Y ya era demasiado tarde, -
pensó tristemente.
Tras el baile, ambos se sentaron. Lara seguía
abstraída; a Germán en cambio, algo le bullía en la cabeza.
- Aaaahhh, - Germán disimuló
un largo bostezo mientra Lara parecía despistada.
Vamos tío, - pensó Germán
para si, - lánzate venga, con un par...
Germán pareció desperezarse por el bostezo y
dirigió su brazo hacia los hombros de Lara. Tenía que caer, - se dijo, - un
momento después, ella estaría entre sus brazos...
Continuará
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