Pero un segundo después
sintió como la mano de Germán estaba a punto de posarse sobre sus hombros.
- Ah joder, aquí hay que
hacer algo... - pensó.
- ¡¡¡Aaaat...chís!!! - Lara
"estornudó" ruidosamente.
Por lo menos de momento había
servido para que el apartara el brazo, pero por si acaso...
Lara comenzó a toser como una
loca, tanto que se hizo daño en la garganta.
Germán por su parte se
preguntaba si habría metido la pata lanzándose. ¿Había en el mundo alguna otra
chica mas estrecha que Lara Montenegro?
- ¿Te encuentras bien? - le
preguntó Germán.
- Espera...
- ¡Que haces! - gritó Lara deteniendo la mano de
Germán que iba a posarse en ella, - no vas a darte el lote conmigo, y menos tan
pronto.
- Joder con los tíos, sale una unas cuantas veces
con ellos, y ya se creen que estamos dispuestas a todo. ¡Mierda!
- Creo que he metido la pata, por precipitarme, -
pensó Germán en su interior.
- Ya está bien de perder el tiempo con esta frígida,
no voy a sacar nada, así que hay que pasar a la acción, que es a lo que vamos.
Tras disculparse y suavizar la cosa, Germán quedó
con Lara otra noche.
- ¿Donde vamos por aquí
Germán? - le preguntó ella extrañada.
- Ahora lo verás. Te lo vas a
pasar de miedo.
Germán tuvo que disimular para no soltar la
carcajada después de su último comentario. Lara miraba a su alrededor pensando
si por allí habría alguna discoteca, antro u otra cosa.
- Tranquila Lara, y déjate llevar. Verás que
nochecita, - le dijo él muy seguro de si.
Momentos después se detenían
frente a una casa de dos plantas con jardín.
- Si, esta está bien, -
murmuró Germán como para si mismo, - servirá.
- ¿Que pasa Germán? ¿que hacemos
aquí? ¿es tu casa?
- No.
- ¿Entonces? ¿para que nos va
a servir? ¿y por qué te has puesto unos guantes negros?
- Cállate y sígueme tonta, pareces una paparazzi
haciendo tantas preguntas.
Germán entró decidido en el
jardín, subió las escalinatas y se acercó a la puerta de entrada.
- Esto es coser y cantar, -
rió mientras manipulaba la cerradura con algo que se había sacado del bolsillo.
- Germán, ¿estás loco? Esta casa no nos pertenece,
vámonos, - le dijo ella casi sin atreverse a entrar en el jardín.
- Mira que eres tonta ¿eh? Si ya está abierta. Ven
aquí.
Un segundo después abría
efectivamente la puerta.
- ¿Lo ves? Era pan comido.
Ven conmigo Lara. Nos vamos a forrar, ya lo verás.
- Vaya, ¿que tenemos aquí? Esto no parece estar
nada mal.
- Germán, ¿en serio dices que
vas a robar? ¡Estás loco! ¡Vámonos tío!
- No seas gilipollas Lara, y
no voy a robar, vamos a robar, los dos, que no se te olvide, así que ayúdame.
Tu eres mi chica ¿no?
- Oh Dios, ¿en que lío se había metido? - pensó ella.
Y en ese momento recordó los consejos de Kalean; el le dijo aquella noche que
Germán no era trigo limpio, que no era bueno y que no debía salir con el, y
tuvo razón, debió haberle hecho caso, pero ya era demasiado tarde.
- Vaya, que bueno. Pero si es una tele de plasma, como
mola.
- Ven Lara, ayúdame a cogerla
y llevarla al coche, - le pidió Germán.
- Ni lo sueñes Germán, no
pienso tocar nada.
- Mira que eres idiota ¿eh?
Cuando Lara lo vio coger aquella tele y llevársela
al coche, se asustó mas pensando que, efectivamente, aquello iba en serio.
- Ya está, - dijo el al
regresar, - gracias por no ayudarme, no se puede contar contigo, estás muerta
de miedo tía.
A Lara no le salían las
palabras. Solo miraba el hueco en la pared donde antes estaba la tele de
plasma.
- A ver que mas hay por
ahí... - dijo Germán yendo hacia otra habitación.
- Joder, pero si es un ordenador de ultima
generación. Este debe ser nuevecito.
- Germán, por lo que mas
quieras, vámonos tío, le suplicó ella.
- Voy a llevarme el
ordenador. Anda, ayúdame y no seas tonta. Si quieres te lo puedes quedar.
- ¿Yo? Tu estás mal de la
cabeza. Ya te he dicho que no pienso tocar nada en absoluto.
- Muy bien, pues tu te lo
pierdes.
Momentos después, el escritorio estaba vacío. ¿Con
quien demonios había estado saliendo ella últimamente? - se preguntaba.
Tras subir al piso superior,
Germán entró decidido en una de las habitaciones. Lara lo seguía asustada y
suplicándole que se marcharan.
- Germán por favor, devuelve
las cosas y vámonos.
Pero el la ignoró.
- Vaya, este cuarto debe ser
de dos viejos, - comentó, - miraré si hay dinero en los cajones de la cómoda...
Y tras coger unos cuantos
billetes, fue a otra habitación.
- No se como tienes valor
para hacer esto Germán, - le dijo ella seria.
- Tengo todo el valor que a
ti te falta. ¿Quieres la mitad del dinero?
- Sabes que no.
- Ya, me lo temía. Eres una
cobarde, y si no fueras frígida, ahora mismo follaríamos los dos en esa cama,
para celebrar el botín que nos vamos a llevar.
Lara se quedó sorprendida e incluso escandalizada
por su lenguaje. El jamás le había hablado así, pero aquella noche era como si
Germán se hubiera quitado la careta. ¿Era este el verdadero Germán? ¿el
frívolo? ¿el que robaba sin escrúpulos? ¿el que sería capaz incluso de meterse
en una cama extraña con ella para celebrar un robo? Maldita sea... ¿por qué no
haría caso de Kalean? ¿por qué el tiempo no podría volver atrás? Aunque la
mordiera en el cuello y bebiera su sangre, ¿que mas daba? Por lo menos tendría
esos labios suyos sobre su piel, pegados a su garganta...
- Bueno a ver, que tenemos aquí... - dijo Germán
entrando en la otra habitación, - pero si es un telescopio. Guay, esto me lo
puedo llevar.
- Y menudo aparatito. Con
esto me pondré mas cachas todavía.
Pero en ese momento empezó a
escuchar a lo lejos el característico sonido de una sirena de policía.
- Joder, la pasma, - pensó
fastidiado, - hora de abrirse y dejar a esta pava con el marrón.
Y dicho y hecho. Germán salió corriendo escaleras
abajo y se dirigió a la puerta.
Mientras abría y salía al
exterior, escuchaba los pasos precipitados y las voces de Lara.
- ¡Germán!
- Germán ¿que pasa?
Pero el, tras mirar a su
alrededor, salió corriendo como alma que lleva al diablo.
Lara, sorprendida por la rápida desaparición de
Germán, ni siquiera había escuchado la sirena sonando a lo lejos.
Pero un instante después, al irse acercando, se dio
cuenta de que se dirigía hacia allí.
Y cuando el coche de policía
se detuvo en la puerta, Lara fue presa del pánico.
- Oh Dios mío, ¿que voy a
hacer ahora? Germán se ha largado con todo y me ha dejado el marrón a mi...
¡Maldito cabrón! Estoy perdida...
Continuará
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