- El futbolín no es lo mío
Lara, ya lo sabes.
- Tampoco es mi juego
favorito, pero echaremos el rato. Anda, anímate.
- Bueno, cuéntame lo que pasó
con el cerdo de Germán, - le pidió Elena.
- No sabes el susto que pasé. El tío abrió la
cerradura de la puerta de un chalet y entró como si nada.
- A robar ¿no?
- Si. Se llevó una tele de
plasma, un ordenador, y no se cuanto dinero del cajón de la cómoda. Quería que
lo ayudara a cargar las cosas en su coche.
- No lo harías ¿verdad?
- ¿Estás loca? Jamás he robado
nada ni ayudado a hacerlo. Estaba muerta de miedo.
- Cuando escuchó la sirena del coche de policía, -
siguió relatando Lara, - Germán se largó y me dejó allí tirada, pero cuando
estaba hablando con el policía, apareció Kalean.
- Ese hombre es de los que hay que tener cerca en
casos de apuro, - dijo Elena.
- En los casos de apuro y en
los que no, también. No sabes lo bueno que está, - soltó Lara espontánea.
Elena rió.
- Nos abrazamos ¿sabes? - continuó, - me dijo que
no lo perdería, que siempre cuidaría de mi y... y que estaba preciosa.
- Entonces ya no te da miedo
ni te importa que sea un vampiro ¿no?
- No Elena, el... es muy
especial.
- Debiste hacerle caso cuando
te dijo que no salieras con ese Germán.
- Ya lo se, y lo siento. A
partir de ahora le haré caso. Se lo he prometido.
- Anda, vámonos a otro sitio.
Los futbolines me aburren.
Momentos después iban a la planta superior de una
discoteca. Allí había toda clase de juegos, un karaoke e incluso el toro
mecánico.
- ¿Has jugado alguna vez al
capitán planeta? - le preguntó Elena.
- Creo que no.
- Pues entonces voy a arrasar
pequeña.
- ¿Pequeña de que? Te llevo
dos meses.
- Tu atenta que te los voy a
matar todos. ¡Toma!
- ¡Pues toma tu! ¡Bien! Te
di.
- Serás capulla...
Mientras jugaban, sin darse ellas cuenta, una mujer
se había ido acercando a donde ellas estaban. Entonces se detuvo junto a Lara.
- ¿Lara Montenegro? - le
preguntó aquella mujer.
- Si.
- ¿Es usted Lara, la hija de
Emma y Sam Montenegro?
- Si claro, ¿que pasa?
- Emma se ha puesto malísima, no se que le ha dado,
- dijo aquella mujer con expresión triste y preocupada. - Yo soy amiga suya,
por eso he venido a buscarla.
- ¿En serio? Oh Dios, espero
que no sea nada grave.
- Ven conmigo. Iremos
rápidamente en su busca.
- Vale. Lo siento Elena, - le
dijo a su amiga antes de marchar.
- No te preocupes. Espero que
no sea nada.
Momentos después la mujer daba la vuelta y la
guiaba hacia la salida.
- ¿Donde está mi madre? ¿y
como vamos a llegar? - quiso saber Lara.
- Mi coche está aparcado aquí
cerca. Llegaremos en seguida.
Efectivamente, el coche estaba al lado de la disco.
La expresión del rostro de aquella mujer había cambiado, pero inmersa en la
preocupación, Lara no se dio cuenta.
- ¿Donde está mi madre? -
volvió a preguntar ya dentro del coche.
- En el Red Rose. En seguida
llegamos.
Huelga decir que Lara se había quedado casi sin
habla al ver el cochecito que tenía la mujer; un Rolls-Royce Phantom color
plateado nada menos, el cual avanzó raudo a través de las calles iluminadas por
la luz de la luna.
Como la mujer le dijo que su madre estaba arriba,
tras la segunda puerta, Lara corrió escaleras arriba y se le adelantó. Su madre
sería lo que fuera pero no quería que le pasara nada.
Tras ella, aquella mujer
entró en la habitación con expresión siniestra.
- ¿Que pasa? ¿donde está mi
madre? - preguntó Lara desconcertada al no ver a nadie en el cuarto.
- ¿Tu madre? Debe de estar
con un cliente.
- Pero...
- Y ahora tu, señorita Montenegro, vas a esperar
aquí al tuyo, a tu primer cliente, ¿me has entendido?
- Pero de que habla, me dijo que mi madre estaba
muy mal, por eso he venido aquí con usted. ¿De que cliente habla?
- ¡Del tuyo! ¡de tu primer cliente como puta!
- Y no me vengas con el cuento
de que todavía crees en lo que te he dicho de tu madre. Eres demasiado ingenua
jovencita.
- Yo... yo me voy de aquí, -
dijo Lara con la intención de largarse.
Aquello no le gustaba nada en
absoluto.
- ¡¡¡No vas a ir a ningún
sitio!!! ¿me oyes? - le gritó la mujer casi fuera de sí, - en cuanto te mande
al primer cliente y entre por esa puerta te vas a abrir de piernas ¿me entiendes?
- Pero...
- Como vuelva a oír una palabra de protesta te
mando a los gorilas a que te den la mayor paliza de tu vida, ¿me oyes?
- S... si... si... tranquila, - dijo temblando de
miedo.
- A partir de ahora llámame Madame Marlene. Yo soy
tu jefa y cobraré lo que cada cliente te pague, y si te portas bien y... dejas
a los clientes satisfechos, te daré una pequeña parte. Todo lo que tienes que
hacer ahora es... abrirte de piernas y dejar que te follen, muy sencillo, así
que no quiero una queja. ¡Ah! y no se te ocurra intentar huir porque los
gorilas no te van a dejar.
Madame Marlene dio media vuelta y salió de la
habitación cerrando la puerta tras ella.
Lara, temblando y con las lágrimas a punto de
derramarse de sus ojos, se preguntó como diablos y por qué había llegado a
aquella situación. Se sentía perdida y muerta de miedo...
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario