jueves, 30 de abril de 2015

Capítulo 4

Lara y Elena se sentaron a cenar en el bistro.

- Bueno cuéntame, ¿como es que has conseguido que tu padre te deje salir? - le preguntó Elena.


Lara se llevó el tenedor a la boca mientras pensaba que se sentía incapaz de contar la guarrada que había descubierto de su padre. Por muy amiga suya que Elena fuera, ella sentía vergüenza ajena. ¿Como se le decía a una amiga que el padre de una se estaba acostando con otro tío?


- Pues... digamos que he descubierto algo suyo, algo... inconveniente.
- Ah ¿si? Un chisme jugoso. Cuenta, cuenta.


- Es... demasiado sórdido Elena. Será mejor que no.
- Pero...


Y en ese momento, casualmente, apareció un compañero de clase de ambas y se sentó a la mesa con las dos. Aquella irrupción repentina le sirvió a Lara para cortar un tema que le parecía súper incómodo.
- Hola Edu, - lo saludó Lara sonriente, ¿que tal?
- Nada, pasaba por aquí y al verte por poco se me salen los ojos. Como estás chica... ¿Vais de ligoteo o qué?


- Ahora cuando cenemos nos vamos a la disco, - contestó Elena, ¿y tu que haces?


- He quedado con los chicos, si no me iría con vosotras, - dijo tras mirar de arriba a abajo a Lara. - Bueno, que os divirtáis ¿eh? os dejo.


Momentos después, Elena y Lara bailaban en una conocida discoteca.


- Qué éxito hija, no veas como te miraba Edu ¿eh?


- Bah, no me interesa...
- ¿Y quien te gusta a ti? - quiso saber Elena.


- Déjate de rollos y vamos a tomar una copa ¿vale?



- Como quieras. Esto es vida ¿eh?


- Pues si, apenas puedo creer que yo esté aquí de noche, bailando y tomándome algo.


- Has sido muy lista. Ya sabía yo que acabarías engatusando a tu padre.


- Engatusar no es la palabra...
- ¿Que van a tomar? - el camarero se dirigió a ellas.
- Cointreau con piña para mi, - pidió Lara.
- Yo un vodka con limón.


- Menos mal que hemos podido entrar, - dijo Lara.
- A las chicas siempre nos dejan paso los gorilas. Oye, - añadió Elena, - disimula pero me he dado cuenta de que hace rato que un tipo te come con la mirada.


- ¿Que? Anda ya... A lo mejor te mira a ti.
- No, es a ti.


- Bah... yo me voy a bailar. ¡Adiós guapo! - saludó descarada a uno que pasaba.


- Chica, estás que te sales. Tan pronto no ha podido hacerte efecto el cointreau, digo yo, - Elena dio un trago de su vaso, - míralo, el tío sigue ahí, sin quitarte ojo.
- Que tontería...


- A lo mejor es por la ropa que llevas, como vas enseñando el ombligo... Vuélvete un momento y míralo, anda, - le pidió. 


Lara a su pesar se volvió y miró al hombre que, sentado mas allá, la miraba con ojos penetrantes.


Entonces el se puso de pié y avanzó un poco sin dejar de mirarla. Lara era incapaz de moverse.


Y entonces el le dedicó la sonrisa mas diabólicamente atractiva que jamás había visto.


Sin saber por qué, Lara sintió que le temblaban las piernas y el corazón parecía habérsele vuelto loco.


- Va... vámonos, Elena, - acertó apenas a decir.

- ¿Te has puesto colorada no? - comentó indiscreta su amiga.


- No me extraña, - añadió Elena ante el silencio de Lara, - el tío está para mojar pan, - comentó dándole un repaso de arriba a abajo.


Por su parte Lara era incapaz de dejar de mirarlo, pero no le salían las palabras.

El inclinó la cabeza a modo de despedida al verlas salir.


¿Quién era aquel hombre? - se preguntó, -algo muy hondo, muy profundo se había removido dentro de ella, y aún no sabía por qué. Por un lado era como si ya lo conociera, como si le sonara de algo, pero por otro... ¿por qué su corazón había empezado a latir desbocado al verlo? ¿por qué aún le temblaba todo?      


Continuará

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