miércoles, 17 de julio de 2019

Capítulo 8

Lidia le contó a Marta por whatsapp la bronca que le había echado su madre. No quiso contarle en ese momento la propuesta de Iván, solo le dijo que ya hablarían al día siguiente.


Después se quedó pensativa unos momentos. Trataba de imaginar ese mes entero sin salir de casa, solo para ir al instituto. Luego pensó en el precio que tendría que pagar por librarse del castigo. Aunque el hermano de su padrastro no era santo de su devoción, tenía que reconocer que el tío estaba un rato bueno, y como seguramente tenía práctica, la experiencia distaría mucho de lo que sería hacerlo con un adolescente imberbe. De todas formas actualmente no le gustaba ni interesaba nadie. ¿Qué más daba?


Al día siguiente por la mañana Lidia esperaba la llegada de Marta para irse juntas al instituto. Durante el desayuno su madre le había dicho que después de clase se volviera directamente a casa. Esa orden y el tono de su voz le recordó lo que su padre le dijo a su madre en una ocasión; su progenitora seguía pareciendo un guardia civil, de eso no había duda.


Momentos después llegó una mujer y se sentó junto a ella en el banco.


- Buenos días, - le dijo.

- Hola, buenos días.


- ¿Vas a clase?
- Sí, estoy esperando a una amiga para irnos juntas.

- Menos mal que hoy ya es viernes. Saldrás de marcha luego ¿no?


- Pues está jodida la cosa porque anoche salí, llegué tarde y mi madre me ha castigado un mes sin salir. Menos mal que el hermano de mi padrastro me va a ayudar.
- Ah ¿sí? ¿Cómo?

- Bueno… él me ayudará a salir, no se chivará y a cambio nos… nos vamos a enrollar, ya sabe.


- Si me lo permites te diré que cometes un error. No deberías desobedecer a tu madre, y mucho menos acostarte con… ese hombre, - le dijo la mujer.
- La alternativa es quedarme todo un mes sin salir a no ser que sea al instituto, como ahora, y no me apetece.
- ¿Y te parece bien acostarte con él para conseguir lo que quieres?

- Alguna vez me tengo que estrenar, y él está bueno y tiene práctica. Qué más da.


- No creo que debas hacerlo. La primera vez debería ser especial y…

- No tengo por qué discutir esto con usted ¿sabe? No la conozco de nada y además es mi vida, no la suya.


- Lo siento. Solo pienso que si lo vas a hacer por primera vez pues…

- No me sermonee usted también. Me recuerda a mi madre.


- Solo creo que esa primera experiencia debería ser especial y por otros motivos, por amor, y no por eludir las órdenes maternas.


- Es mi decisión. De todas formas gracias.
En ese momento llegó Marta.

- Buenos días Lidia. ¿Nos vamos?


- Sí, - dijo poniéndose de pie.
- Piensa en lo que te he dicho, - le dijo la mujer.

- Ya ya… Adiós.


Cuando Lidia volvió de clase subió directa a su cuarto. Apenas saludó a su madre y a Sergio.


Estaba decidida a hacer lo que le había propuesto Iván, pero el caso es que se había pasado toda la mañana dándole vueltas a lo que le dijera aquella dichosa mujer. 


Qué fácil era para un adulto que tiene ya su vida resuelta y es libre, dar consejos a una adolescente en problemas, como era su caso. Además, no tenía por qué hacer caso de una desconocida. Ella sabía que lo ideal sería hacerlo con un chico que le gustase y la quisiera, pero actualmente no había nadie en su vida, y no pensaba quedarse todos los fines de semana en casa viendo como su madre y Sergio cuidaban del pequeño Julio, o delante del ordenador. Quería salir y divertirse, eso era todo.


Sintiéndose rebelde y decidida, Lidia llamó a Marta para quedar en salir aquella noche.


Iba a hacer lo que le daba la gana y ni su madre ni nadie se lo podría impedir.


Con aquella decisión en mente, bajó al despacho y allí encontró al hermano de Sergio.
- Hola Iván.

- Hola. Hace una tarde estupenda y estoy pensando en darme un chapuzón. ¿Te apuntas?


- Tengo otros planes. ¿Sigue en pie tu propuesta? ¿Me ayudarás a salir sin que se entere mi madre ni tu hermano?


- Por supuesto. Puedes salir por la puerta de atrás sin que te vean y yo les diré que estás en tu cuarto. Nadie notará nada, te lo prometo.


- Espero que eso sea cierto, porque si a mí vuelta me tengo que comer otra bronca de mi madre ya sabes, no hay trato.


- Tranquila que no te vas a comer ninguna bronca, así que a la vuelta tú te meterás en la cama conmigo. Te prometo que alucinarás.


Un rato más tarde Lidia salía pensando que Iván era un fantasma, pero el caso es que iba a poder salir que era de lo que se trataba.

Iván la vio de ir en silencio.


Aquellos pechos jóvenes tapados apenas y con un escotazo, la barriga al aire, los escuetos shorts vaqueros, aquellas piernas y aquel culito…

La cosa prometía, sí señor.


Continuará

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