Él se estrenaba como padre, pero para ella era el segundo hijo, y después de tantos años le hizo una ilusión tremenda volver a tener una criatura entre sus brazos.
Los momentos con el nuevo miembro de la familia los compartían juntos con una ilusión tremenda, y todo esto sirvió para unirlos aún más.
Sergio se implicó totalmente en ayudar a cuidar a su niño. Era su primer hijo, estaba muy ilusionado y no le importaba bañarlo, cambiarle los pañales…
O darle el biberón cuando le tocaba. Entonces lo arrullaba entre sus brazos, le hablaba dulcemente y sinceramente se le caía la baba.
Lidia se
presentó en el cuarto de su nuevo hermanito.
- Ven Lidia,
mira que guapo está, - le dijo Sergio, - acércate.
Ella lo observó en silencio un momento, vio la ilusión en su mirada, su sonrisa, el cuidado que le dedicaba al pequeño, y entonces pensó que su padre cuando ella nació debió estar de la misma forma. ¿Comprendería mejor ahora Sergio a su fallecido padre?
Ella se aproximó y miró en silencio al pequeño Julio. Era muy bonito en realidad pero aún no sabría decir a quien se parecía.
- ¿Qué te
parece nena?, - le preguntó su madre.
- Yo… no
entiendo de niños pero es muy mono.
- Ahora
puedes hacer prácticas con él; algún día serás madre, - rió Cecilia.
- Déjate de
rollos anda, falta mucho para eso, - le contestó.
Pasó algo más de un año y el niño fue creciendo. Prácticamente era el centro de atención, el mimado de la familia.
Era una tarde soleada y Marta, la mejor amiga de Lidia estaba allí. Mientras ellas estaban sentadas frente a la piscina, Cecilia jugaba con el pequeño Julio ante la atenta mirada de su padre.
Casi todos sonreían viendo al niño sobre la espalda de su madre o volando por los aires.
- Que cuco,
- sonrió Marta, - es una monada, ¿verdad Lidia?
- ¿Tú
crees?, - dijo seria, - yo me voy a tomar algo por ahí. Si quieres venir…
Y acto seguido, sin esperar siquiera la respuesta de su amiga, se levantó y se fue.
Marta por
supuesto la siguió y fue con ella a la discoteca.
- ¿Qué te
pasa Lidia? Y no me vayas a decir que nada porque te conozco y sé que algo te
ocurre.
- ¿No te
alegras de tener un hermanito? ¿No te gusta él?
- No es eso,
es solo que… él tiene lo que yo no tuve.
- ¿No será
que estás celosa? A nuestra edad no suele pasar mucho pero…
- No es eso
Marta, no digas tonterías, - la interrumpió.
- Parece que
nadie me comprende, no entienden lo que me pasa, ni siquiera tú.
- ¿Y qué te
pasa Lidia? Explícamelo porque yo sí quiero entenderte.
- Mi hermano va a tener a sus padres juntos ¿comprendes? Los va a ver cariñosos, tratándose con respeto, besándose… Yo tuve que ver a los míos durante años discutiendo, mi madre cada día más fría con él, criticándolo por todo, incluso insultándolo. Ahora que ha pasado el tiempo y ya no soy una niña me he dado cuenta de que mi madre… ya no estaba enamorada de él, tal vez nunca lo quiso, pero yo no puedo olvidar la… ternura de mi padre, su beso de buenas noches, los cuentos que me contaba, la última vez que me dijo que me quería, justo antes de meterse en su coche y… desaparecer para nunca más volver.
- Lo siento
Lidia, - le dijo Marta, - te comprendo.
- Por eso me
da… cierto coraje verlos a los dos pendientes del niño, haciéndoles mimitos y
cucamonas. Cuando yo era solo una niña a mi madre no le importaba pelearse con
mi padre delante mía. Lo insultaba y se trataban mal. Eso es lo que yo veía. Lo
que va a vivir mi hermano es… muy diferente.
- Ya lo sé,
y te comprendo, pero no puedes hacer nada. Con Sergio se lleva al parecer muy
bien y con tu padre pues no. Fue una lástima, pero tienes que superarlo y…
tratar de olvidar.
- No voy a
hacer eso, no puedo.
En ese
momento sonó el whatsapp de Lidia y entonces sacó el móvil.
- ¿Quién
es?, - le preguntó Marta.
- Es mi
madre. Qué raro que se acuerde de que tiene otra hija aparte de su pequeño
Julio, - comentó con ironía.
- No seas
así, tu madre nunca se olvida de ti. ¿Qué quiere?
- Que no
llegue tarde.
- ¿Nos vamos
entonces?
- Que le
den, - contestó Lidia llevándose la cerveza a la boca, - la noche es joven.
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario