Debía
haberse quedado dormida porque el repentino sonido de su móvil la despertó, se
incorporó y atendió la llamada.
- Hola,
dime, - saludó sabiendo que se trataba de su amiga Marta.
- ¿Estás
bien? Te noto rara.
- Me he
tenido que ir de casa Marta.
- ¿En serio?
¿Pero por qué?, - se sorprendió su amiga.
- Es una
larga historia.
- Pues ven a
mi casa y me la cuentas, anda.
Minutos más
tarde Lidia llegaba a la nueva casa de su mejor amiga.
- Hola, eres
la primera visita que tengo. Me alegro de que hayas venido.
- Bueno dime, ¿qué demonios ha pasado para que te vayas de tu casa?
- Pues… resulta que no me viene la regla, me he hecho un test de embarazo y… estoy embarazada Marta.
- Vaya,
enhorabuena pero…
-
¿Enhorabuena? Esto es un marronazo. Se lo he dicho a Iván y se ha desentendido
de todo. Dice que lo mismo que me abrí de piernas con él pude hacerlo con
cualquiera. Incluso me llamó zorra y puta y me dijo que no contara con él para
nada, que no le gustan los niños.
- Joder que
hijo de perra. ¿Y tu madre que ha dicho?
- A eso iba.
Luego se lo dije a mi madre y puso el grito en el cielo. Me dijo que tendría el
bebé, que ellos lo cuidarían y me encerrarían en un colegio o institución,
interna ¿sabes? De esos sitios que son muy rígidos y severos, así que me negué
y me largué.
- Vaya, pero
vas a volver luego ¿no?
- No Marta,
se acabó, no pienso hacer lo que dice mi madre. Ya estoy harta de sus
imposiciones.
- Sé que
ahora no es el momento de reproches pero… recuerda que te dije que no te
acostaras con ese Iván. Mira lo que te ha pasado ahora.
- Lo se…
- ¿Estás
completamente decidida a no volver a tu casa?
- Sí.
- Pues
entonces quédate aquí conmigo. Ya sabes que mi padre me alquiló esta casita.
Así no estaré sola.
Lidia
impulsivamente abrazó su amiga, la estrechó contra ella agradecida.
- No sé cómo
puedo agradecerte…
- Calla, no
digas nada.
- Sabes que te quiero como una hermana y no voy a dejarte sola y tirada en estos difíciles momentos.
- Gracias de todo corazón Marta. Eres la mejor. Ni siquiera mi madre me ha preguntado cómo me sentía, no se ha parado a charlar conmigo tranquilamente, y eso que se ha dado cuenta de que el padre de mi hijo ha pasado de mí.
- No se lo
tomes en cuenta. Ha debido ser un fuerte impacto para ella enterarse de que su
hija adolescente está embarazada. ¿Por qué no vuelves a casa y tratas de
arreglarlo?
- Porque no
Marta. Mi vida se jodió cuando mi padre se estrelló y tuve la mala suerte de tener
que irme con mi madre. Nadie me va a encerrar en ningún sitio ni tampoco va a
decidir por mí lo que hago con el bebé.
- Está bien,
tranquila. Esta casa tiene dos habitaciones así que una es tuya. Ven que te la
enseñe.
Ambas
entraron dentro.
- Este es el
salón. No es muy grande pero para nosotras está bien.
- Me gusta,
es muy alegre.
- Y en
frente está la cocina-comedor. Concepto abierto. Así sin tantas paredes parece
la casa más grande ¿no crees?
- Pues sí,
es verdad. Y tiene los mismos colores que el salón, que guay.
- Y este
será tu dormitorio. Hay sitio para poner más tarde una cunita de bebé. ¿Te
gusta?
- Si claro,
está genial. Yo pensaba que me quedaría tirada en la calle, así que para mí
esto es un lujo, sobre todo porque no tendré que aguantar a mi madre ni ver al
cerdo de Iván.
- El no ver
a ese tío te ayudará a olvidarlo Lidia. Tienes que seguir adelante y luchar,
pero esta vez sola. Yo siempre estaré a tu lado pero… si tu padre hubiera
estado aquí… creo que las cosas habrían sido algo diferentes.
- Necesito…
estar sola… ¿No te importa?
Y acto seguido se metió dentro de la cama y se cubrió completamente con la colcha. Antes de que Marta saliera del dormitorio la escuchó sollozar.
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario