martes, 23 de julio de 2019

Capítulo 10

Descubrir por primera vez el sexo puede ser algo sorprendente, pero si además se disfruta de él, puede convertirse en algo adictivo, y eso fue lo que le pasó a Lidia. Iván estaba buenísimo, la hacía disfrutar como una loca, y cuando se abría de piernas para él, la llevaba a las estrellas, así que ambos comenzaron a tener relaciones íntimas prácticamente a diario. Cualquier momento o sitio era bueno para hacerlo, siempre que no los pillaran ni Cecilia ni Sergio, claro.


Una noche salieron juntos, la llevó a un pub precioso. Lidia llevaba un escote tan enorme que no dejaba mucho a la imaginación, e iba camino de provocarle una erección permanente a Iván. 


- ¿Te gusta el sitio Lidia?, - le preguntó él.


- Si, es precioso, - sonrió.


- Tú sí que eres preciosa, y ese escote tuyo va a hacer que me dé un infarto.

- No exageres Iván, - rió ella.


- No exagero nena, podríamos irnos abajo que hay sofás. Necesito besarte urgentemente.


- ¿Besarme?

- Eso de momento, luego ya veremos, - sonrió.


- ¿Te gusta el lugar? ¿A que es bonito?, - le dijo él cuando bajaron al piso de abajo y se sentaron  en un bonito sofá blanco.

- Sí, es precioso.


- Ven aquí anda, - Iván la envolvió entre sus brazos y comenzó a besarla.


- Dios… que guapa eres, y qué buena estás. No me canso de ti…, - susurró él encendido de pasión.
- ¿Es que quieres cansarte de mí y dejarme?

- No, ni da coña.


- Cariño, ¿por qué no nos vamos al cuarto de baño y lo hacemos?
- ¿Podemos hacer eso? A ver si nos van a echar, - contestó dudosa.

- Que va…


Momentos después Lidia, despojada de la parte de abajo de su ropa, se arrodillaba ante el wáter e Iván, situado detrás, metía todo su largo miembro en la cálida humedad del sexo que se le ofrecía.


Era solo hacer aquello, empezar a mover sus caderas y penetrarla con fiereza una y otra vez, y Lidia creía caer en trance. Le encantaba, disfrutaba desinhibidamente, y no le importaba nada más.


- Me ha encantado cariño, - le dijo él cuando hubieron terminado.
- Y a mí, es… alucinante.

- Te dije que te haría disfrutar y que no te arrepentirías, ¿recuerdas?


Pero Lidia tuvo ocasión de arrepentirse. Pasados unos meses le empezó a faltar la regla. Al principio lo atribuyó a desarreglos, el estrés, los nervios y un montón de cosas más, pero al final no tuvo más remedio que ir a una farmacia a comprarse un test de embarazo.


Momentos después tenía la confirmación de sus sospechas: estaba embarazada.  


Continuará

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