Tras
contarle sus planes a su madre y a Gabriela, Abel se fue con Virginia
directamente desde el hospital a la casa de la playa.
- Bueno,
pues esta es la casita, - le dijo él al llegar, - no es gran cosa pero el sitio
es increíble y hay sitio para los dos.
- Está muy
bien y se ve bastante bonita por fuera, y lo que más me gusta es que está fuera
del alcance de César.
Abel tomó
las manos de ella entre las suyas.
- Ahora no
te preocupes por ese monstruo, y perdona que lo llame así, pero lo que te ha
hecho y la vida que te ha dado, es para que dé con sus huesos en la cárcel, lo
encierren y tiren la llave al fondo del mar.
- ¿Crees…
que algún día lo pagará?
- Seguro,
confía en mí.
- Tú ahora
relájate, descansa y disfruta, no pienses en nada de lo que ha pasado ¿de
acuerdo?, - le dijo antes de besar sus manos.
Virginia lo
miró sorprendida. Jamás nadie la había tratado así; ella solo había mantenido
una relación con César, pero éste jamás había sido con ella como era Abel, ni
de lejos.
Lo miró
pensativa y le sonrió.
- Abel, no
tengo palabras para agradecerte todo lo que estás haciendo por mí, de verdad.
- No digas nada, tú eres alguien muy especial, y mereces ser tratada como una reina, no darte una mala vida y vivir asustada, siendo constantemente golpeada… Eso es algo horrible y miserable, de gente muy mezquina. Anda ven, voy a enseñarte la casa.
- Bueno,
pues este es el salón-cocina y centro informático, - rió, - todo en uno.
Concepto abierto. ¿Qué te parece?
- Me encanta
Abel, es pequeñita pero muy cuca y está decorada con un gusto increíble.
- La
decoraron mis padres ¿sabes? En esta casa siempre ha habido mucho amor.
Virginia se
dio cuenta de que él estaba recordando a su fallecido padre, y le sonrió
comprensiva.
- Aquí a la derecha está la cocina. Tenemos incluso un equipo de música por si nos apetece mover el esqueleto. De todas formas te llevaré a un sitio que hay aquí y que está bastante bien.
- Aquí
podremos ver la tele o incluso jugar con la consola, ¿te gusta?
- Sí, me
encanta.
- Como tú
estás acostumbrada a vivir en… grandes mansiones…
- ¿Y qué me
han dado Abel? No he sido feliz en casas así, y ésta pequeña y recogida me
parece genial, y también por el sitio en el que está, es obvio.
Abel abrió
una puerta que había a la izquierda.
- Y este es
el dormitorio. En frente, cerca de la entrada de la casa, está el baño.
- Lástima que solo haya un dormitorio y una cama grande, pero no te preocupes que yo dormiré en el sofá y…
- De eso nada, - lo interrumpió ella, - la cama es suficientemente amplia y cabemos los dos Abel. Me fío completamente de ti y sé que no te vas a aprovechar en ningún sentido. Después de lo que estás haciendo por mí, ¿cómo no dejarte la mitad de la cama?
Ella
impulsiva besó su mejilla.
- Gracias Virginia.
- De nada.
Eres un encanto.
- Ven, salgamos afuera. Tengo una sorpresa para ti, - dijo él precediéndola a la parte exterior.
- Mira, un
caballete para que pintes. ¿Te gusta Virginia?
- ¡Oh Dios
mío, qué ilusión! ¿En serio voy a poder pintar?
- Pues
claro, todo lo que quieras. Está aquí para ti.
Ella se
detuvo pensativa mientras miraba el caballete y las preciosas vistas que ahora
podría pintar.
- ¿Qué pasa?
¿Te ocurre algo? – le preguntó él.
- Es que…
llevo años reprimiendo mi amor por el arte, sin poder siquiera pintar. A mi
madre le parece una estupidez de carrera, y César dice que pintar no me
conduciría a nada, que… que no valgo ni me podría ganar la vida así.
- ¿Y ese
estúpido qué sabe, eh? Olvídalo Virginia.
- Mira ven,
aquí en esta esquina tenemos una barbacoa y podremos comer. ¿Qué te parece?
- Una
maravilla. Qué sitio más estupendo. Me encanta.
- Me alegro
que te guste. Por supuesto podremos bañarnos y…
- ¿Pero
cómo, Abel? Nos hemos venido directamente para acá con lo puesto. Tú tendrás
ropa aquí pero yo no.
- Te puedes
poner las cosas de mi hermana. Debéis tener la misma talla, y de todas formas
podemos ir al mercadillo y comprarte lo que necesites. No te apures guapa.
- Oh Abel en
serio, me… me abrumas. No estoy acostumbrada a… que un hombre me trate así de
bien, con cariño, que tenga tantos detalles conmigo…
- Pues
acostúmbrate. Solo quiero que te recuperes de lo que te ha pasado y seas feliz.
- ¿Y cómo no
serlo estando contigo en éste paraíso?
Me ha encantado el capítulo. Menos mal que Virginia está a salvo, al menos eso espero. En cuanto a César, espero que de alguna manera dé con sus huesos en la cárcel.
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