martes, 11 de octubre de 2016

Capítulo 2

- Pasa Miriam. Aquí a la izquierda está la cocina; está unida al salón ¿sabes? Así mi hermano puede ver la tele mientras cocina. ¿Te he dicho que es cocinero?
- No, que va.

- Pues tiene unas manos increíbles. Ya verás los platos que nos prepara.


Al entrar en la cocina, un chico parecido a Rosa se volvió.
- Hola Alfredo, ven que te presente.
- Estaba a punto de preparar unas hamburguesas. He comprado una carne riquísima ¿sabes hermanita?
- Eso puede esperar. Ven.


El chico se aproximó y miró a la recién llegada.
- Alfred, esta es Miriam. Acaban de darle el alta en el hospital y tiene amnesia. Y… bueno, que de momento va a quedarse a vivir con nosotros ¿vale?
- Hola Miriam, - la saludó el sin volverse a mirar a su hermana, lo cual la puso más nerviosa.


- Hola Alfredo. Tu hermana me ha dicho que eres un magnifico cocinero.
Bien, - pensó Rosa, - si sabía que le había echado elogios a lo mejor no le ponía pegas por haberse traído a Miriam.


- Jaja, gracias, - rió, - trabajo en un restaurante y están muy contentos conmigo. ¿Tú tienes amnesia? – quiso saber.


- Si, - se entristeció, - no recuerdo quien soy.
- Pero la memoria tarde o temprano la recuperarás, ¿no?
- Eso me han dicho.


- Pues no te preocupes. Tú vive el día a día y ya verás cómo eso se soluciona. Trataremos de que lo pases bien aquí.
- Muchas gracias Alfredo, - sonrió.


Después de ver toda la casa y el cuarto que iba a ocupar, Miriam mostró interés en el ordenador, y más cuando Rosa le habló y le mostró el juego de los sims 3.


Mientras tanto en la cocina, Rosa y su hermano hablaban en voz baja para que Miriam no los escuchara.
- Bueno qué, ¿no vas a decirme nada? –le dijo ella.
- Si claro, te iba a preguntar que si te habías vuelto loca de remate.


- ¿Qué querías que hiciera Alfredo? La chica iba en el tren que tuvo el accidente, se han quemado la mayoría de los equipajes, entre ellos las cosas de Miriam y no sabe quién demonios es, no recuerda nada y por consiguiente no tiene a donde ir. Me dio lástima, y como hay una habitación libre aquí en casa…


- Ya, todo eso está muy bien, ¿pero cómo se te ocurre meterla aquí sin saber absolutamente nada de ella? Y además sin decirme nada. No tenemos ni idea de quien puñetas es, y no me fío. ¿Y además la vamos a tener que mantener o qué? Porque yo no estoy dispuesto.


- No Alfredo no te preocupes, yo la ayudaré a buscar un trabajito aunque sea de media jornada. Como no sabemos lo que estudió ni para qué está preparada, pues tendrá que ser en una tienda o algo así.
- Vaya tela. Me tienes contento tú a mí, - refunfuñó él.
- No te quejes antes de tiempo. Dale un voto de confianza.
- No la conozco y no sé quién es, así que no exijas mucho de mí. No me fío. Bastante hago ya con tenerla aquí en casa.
Rosa calló y no dijo más nada. Sabía que su hermano protestaría, pero ya había pasado el mal trago. Ahora solo esperaba que Miriam cooperara y se pusiera a trabajar. No tenía ganas de volver a oír a Alfredo.


Mientras tanto, Miriam estaba enfrascada en el juego, concretamente en el CAS, y acababa de crear a un chico rubio de ojos castaños que parecían mirarla desde la pantalla.


Lo contempló intrigada; aquel sim parecía haberse hecho solo, como si conociera cada rasgo de su cara, pero en realidad no era así, era alguien inventado, tal vez el prototipo de hombre que le gustaba, pero como no tenía ni idea de quién era ella, lo ignoraba, como todo lo demás.


Una vez elegida la ropa que llevaría a diario, lo contempló de cuerpo entero. Aquel sim tenía algo que le atraía, que le hacía mirarlo una y otra vez y no sabía por qué.


Cuando por fin terminó de hacerlo y lo colocó en una casa del barrio elegido, lo mandó a un solar comunitario. Rosa le había dicho que si usaba el tabulador, el panel de mandos desaparecería y podría hacer mejor las fotos, así que lo usó.


Le resultaba flipante verlo deambular por el barrio. Le encantaba mirarlo, y habría sido estupendo saber por qué, pero no tenía ni idea.


Mientras el sim caminaba por un parque, Miriam acercó la cámara y el, al cual había llamado Kiko, la miró con una bonita sonrisa.


Miriam entonces se detuvo pensativa; aquel sim no existía, era solo un personaje virtual de un juego, pero sin embargo cuando él la miraba, calaba en su interior, como si le llegara muy hondo.


Varios días después, Miriam se acercó a Rosa en cuanto esta volvió del hospital.
- ¡Rosa! Por fin estás aquí. Estaba deseando que llegaras.


- ¿Qué ocurre? ¿Ha pasado algo?


- ¿Te acuerdas de Kiko, el sim que he hecho en los sims?
- Claro, - contestó pensando que desde ese momento Miriam prácticamente no hablaba de otra cosa.


- Pues no te imaginas lo que he hecho, - sonrió, - ven a mi cuarto que vas a flipar.
- Vale… - contestó algo insegura.


Cuando ambas entraron en el dormitorio que ahora ocupaba Miriam, sobre el cabecero de la cama, Rosa vio un cuadro enmarcado con una foto de aquel sim.


Por un momento ambas se quedaron mirándolo en silencio, Miriam embobada como siempre, y Rosa calibrando si aquello era normal o no, aunque mucho se temía que no.


- Miriam… -se volvió hacia ella seria.
- ¿No es guapísimo Rosa? Me encanta.
- ¿Tú crees que esto es normal? ¿En serio?
- No sé qué quieres decir.
- Digo que se te está yendo la olla Miriam. Está muy bien hacer un sim y jugar con él, - argumentó, - ¿pero ponerlo en un cuadro sobre el cabecero de tu cama?


- Tú me enseñaste el juego de los sims y yo lo hice a él. Me encanta, me… me atrae, y aún no sé por qué.


- Pero como sé que no lo entiendes no te preocupes que ya no te daré más la lata con Kiko, añadió caminado hacia la puerta.
- Miriam… - la llamó tratando de detenerla.


Pero ella sin contestarle ni hacerle el menor caso, abandonó la habitación.


- No sé si hice bien trayéndola aquí, - reflexionó Rosa cuando se quedó sola, - mi hermano tiene razón, no sabemos absolutamente nada de ella y quién sabe si hasta podamos estar en peligro. Ahora se ha obsesionado con un sim…
¿Qué debo hacer?


Continuará

1 comentario:

  1. Uf, me ha sorprendido bastante este capítulo y la forma de reaccionar de la protagonista al obsesionarse con el sim. Sobre Alfredo, he llegado a pensar que puede llegar a tener algo romántico con Miriam, pero bueno, habrá que esperar para ver qué ocurre. ¡Sigue así!

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