- Pasa
Miriam. Aquí a la izquierda está la cocina; está unida al salón ¿sabes? Así mi
hermano puede ver la tele mientras cocina. ¿Te he dicho que es cocinero?
- No, que
va.
- Pues tiene
unas manos increíbles. Ya verás los platos que nos prepara.
Al entrar en
la cocina, un chico parecido a Rosa se volvió.
- Hola
Alfredo, ven que te presente.
- Estaba a
punto de preparar unas hamburguesas. He comprado una carne riquísima ¿sabes
hermanita?
- Eso puede
esperar. Ven.
El chico se
aproximó y miró a la recién llegada.
- Alfred,
esta es Miriam. Acaban de darle el alta en el hospital y tiene amnesia. Y…
bueno, que de momento va a quedarse a vivir con nosotros ¿vale?
- Hola
Miriam, - la saludó el sin volverse a mirar a su hermana, lo cual la puso más
nerviosa.
- Hola
Alfredo. Tu hermana me ha dicho que eres un magnifico cocinero.
Bien, -
pensó Rosa, - si sabía que le había echado elogios a lo mejor no le ponía pegas
por haberse traído a Miriam.
-
Jaja, gracias, - rió, - trabajo en un restaurante y están muy contentos
conmigo. ¿Tú tienes amnesia? – quiso saber.
- Si, - se
entristeció, - no recuerdo quien soy.
- Pero la
memoria tarde o temprano la recuperarás, ¿no?
- Eso me han
dicho.
- Pues no te
preocupes. Tú vive el día a día y ya verás cómo eso se soluciona. Trataremos de
que lo pases bien aquí.
- Muchas
gracias Alfredo, - sonrió.
Después
de ver toda la casa y el cuarto que iba a ocupar, Miriam mostró interés en el
ordenador, y más cuando Rosa le habló y le mostró el juego de los sims 3.
Mientras
tanto en la cocina, Rosa y su hermano hablaban en voz baja para que Miriam no
los escuchara.
- Bueno qué,
¿no vas a decirme nada? –le dijo ella.
- Si claro,
te iba a preguntar que si te habías vuelto loca de remate.
- ¿Qué
querías que hiciera Alfredo? La chica iba en el tren que tuvo el accidente, se
han quemado la mayoría de los equipajes, entre ellos las cosas de Miriam y no
sabe quién demonios es, no recuerda nada y por consiguiente no tiene a donde ir.
Me dio lástima, y como hay una habitación libre aquí en casa…
- Ya,
todo eso está muy bien, ¿pero cómo se te ocurre meterla aquí sin saber
absolutamente nada de ella? Y además sin decirme nada. No tenemos ni idea de
quien puñetas es, y no me fío. ¿Y además la vamos a tener que mantener o qué?
Porque yo no estoy dispuesto.
- No Alfredo
no te preocupes, yo la ayudaré a buscar un trabajito aunque sea de media
jornada. Como no sabemos lo que estudió ni para qué está preparada, pues tendrá
que ser en una tienda o algo así.
- Vaya tela.
Me tienes contento tú a mí, - refunfuñó él.
- No te
quejes antes de tiempo. Dale un voto de confianza.
- No la
conozco y no sé quién es, así que no exijas mucho de mí. No me fío. Bastante
hago ya con tenerla aquí en casa.
Rosa calló y
no dijo más nada. Sabía que su hermano protestaría, pero ya había pasado el mal
trago. Ahora solo esperaba que Miriam cooperara y se pusiera a trabajar. No
tenía ganas de volver a oír a Alfredo.
Mientras
tanto, Miriam estaba enfrascada en el juego, concretamente en el CAS, y acababa
de crear a un chico rubio de ojos castaños que parecían mirarla desde la
pantalla.
Lo
contempló intrigada; aquel sim parecía haberse hecho solo, como si conociera
cada rasgo de su cara, pero en realidad no era así, era alguien inventado, tal
vez el prototipo de hombre que le gustaba, pero como no tenía ni idea de quién
era ella, lo ignoraba, como todo lo demás.
Una
vez elegida la ropa que llevaría a diario, lo contempló de cuerpo entero. Aquel
sim tenía algo que le atraía, que le hacía mirarlo una y otra vez y no sabía
por qué.
Cuando
por fin terminó de hacerlo y lo colocó en una casa del barrio elegido, lo mandó
a un solar comunitario. Rosa le había dicho que si usaba el tabulador, el panel
de mandos desaparecería y podría hacer mejor las fotos, así que lo usó.
Le
resultaba flipante verlo deambular por el barrio. Le encantaba mirarlo, y
habría sido estupendo saber por qué, pero no tenía ni idea.
Mientras
el sim caminaba por un parque, Miriam acercó la cámara y el, al cual había
llamado Kiko, la miró con una bonita sonrisa.
Miriam
entonces se detuvo pensativa; aquel sim no existía, era solo un personaje
virtual de un juego, pero sin embargo cuando él la miraba, calaba en su
interior, como si le llegara muy hondo.
Varios días
después, Miriam se acercó a Rosa en cuanto esta volvió del hospital.
- ¡Rosa! Por
fin estás aquí. Estaba deseando que llegaras.
- ¿Qué
ocurre? ¿Ha pasado algo?
- ¿Te
acuerdas de Kiko, el sim que he hecho en los sims?
- Claro, -
contestó pensando que desde ese momento Miriam prácticamente no hablaba de otra
cosa.
- Pues no te
imaginas lo que he hecho, - sonrió, - ven a mi cuarto que vas a flipar.
- Vale… -
contestó algo insegura.
Cuando
ambas entraron en el dormitorio que ahora ocupaba Miriam, sobre el cabecero de
la cama, Rosa vio un cuadro enmarcado con una foto de aquel sim.
Por un
momento ambas se quedaron mirándolo en silencio, Miriam embobada como siempre,
y Rosa calibrando si aquello era normal o no, aunque mucho se temía que no.
- Miriam…
-se volvió hacia ella seria.
- ¿No es
guapísimo Rosa? Me encanta.
- ¿Tú crees
que esto es normal? ¿En serio?
- No sé qué
quieres decir.
- Digo que
se te está yendo la olla Miriam. Está muy bien hacer un sim y jugar con él, -
argumentó, - ¿pero ponerlo en un cuadro sobre el cabecero de tu cama?
- Tú
me enseñaste el juego de los sims y yo lo hice a él. Me encanta, me… me atrae,
y aún no sé por qué.
- Pero como
sé que no lo entiendes no te preocupes que ya no te daré más la lata con Kiko,
añadió caminado hacia la puerta.
- Miriam… -
la llamó tratando de detenerla.
Pero
ella sin contestarle ni hacerle el menor caso, abandonó la habitación.
- No sé si
hice bien trayéndola aquí, - reflexionó Rosa cuando se quedó sola, - mi hermano
tiene razón, no sabemos absolutamente nada de ella y quién sabe si hasta
podamos estar en peligro. Ahora se ha obsesionado con un sim…
¿Qué debo
hacer?
Continuará
Uf, me ha sorprendido bastante este capítulo y la forma de reaccionar de la protagonista al obsesionarse con el sim. Sobre Alfredo, he llegado a pensar que puede llegar a tener algo romántico con Miriam, pero bueno, habrá que esperar para ver qué ocurre. ¡Sigue así!
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