jueves, 21 de abril de 2016

Capítulo 8

Las vistas desde aquel antiguo castillo eran magníficas, y el día soleado y perfecto.

Eva se asomó desde una de las terrazas y disfrutó del paisaje.


Que bien se vivía en aquel lugar rodeada de lujos, criados que atendían hasta tus menores deseos e incluso un supuesto abuelo que la creía su nieta y que la colmaba de gustos y caprichos.
La idea se la dio Alberto, el cabrón e hijo de puta de Alberto que le había quitado a Iván, que había conseguido acostarse con él cuando con ella ni siquiera lo había intentado. Él le dijo que Iván había ido con ella solamente por ambición, por la herencia de su abuelo. Ella en ese momento no supo de qué demonios estaba hablando aquel gilipollas, pero luego hizo sus averiguaciones y resultó que la que tenía un abuelo rico no era por supuesto ella, sino Lina, que se llamaba igual que ella. El nombre de ambas era Eva Catalina Fernández, un nombre compuesto horroroso para su gusto, por eso siempre había preferido que la llamaran Eva a secas, y su compañera de piso prefirió que la llamaran Lina, un abreviativo del segundo nombre. Pero claro, ¿quién se iba a imaginar que la pava de Lina, aquella científica loca tenía un abuelo forrado? Iván nunca se lo imaginó, y esa fue su mayor equivocación, - rió para sí.


Luego pensó que tenía que hacer algo con el capullo de Alberto. Cada vez que lo veía deambular por la casa con aquella cara de pena se acordaba de cómo lo vio follando con Iván, y se le revolvían las tripas, de modo que, como ella era estudiante de medicina y conocía a mucha gente del hospital, le pidió a una chica que trabajaba en hematología que le diera un tubo de muestra de sangre infectada con VIH sida. Tuvo que inventarse una historia rocambolesca sobre el motivo por el que le pedía aquello y al principio la chica se quedó algo rallada, pero luego se lo dio. Después ella no tuvo más que darle a Alberto un somnífero mezclado con la cena, y aquella noche él no se enteró de nada cuando ella lo pinchó con una jeringa y le transmitió aquella terrible enfermedad que, con un poco de suerte se lo llevaría a la tumba.


Luego se encargó de su “amiga” Lina. La muy tonta le dio la clave cuando le confesó que odiaba el agua y que ni siquiera sabía nadar, así que se hizo muy amiga de ella, se la llevó en barca a un sitio lejano, y luego la empujó al mar. Todavía podía oír sus gritos pidiendo ayuda, - recordó. Después de eso y teniendo localizado al abuelo millonario de Lina, solo tuvo que teñirse de pelirroja y buscar al acaudalado señor. Éste había estado enfadado con la familia durante años, de modo que no conocía personalmente a Lina, y cuando Eva se presentó allí haciéndose pasar por ella, la creyó sin lugar a dudas, y desde entonces vivía como una reina.


Eva recordaba todo aquello con una sonrisa de satisfacción en la cara cuando apareció su “abuelo”.
- Ah Lina, que estás aquí.


- Si abuelo, hace un día estupendo y estaba disfrutando de las vistas.
- Haces bien. Mañana si quieres podemos ir a dar una vuelta en el yate. Y he pensado en llevarte el mes que viene a mi casa de la Riviera francesa. Ya verás, es preciosa.


- Oh abuelo, me encantará. Seguro que debe ser una maravilla.
- Y si te apetece después podríamos ir a París y comprarte algunos modelitos, - le propuso también el hombre.


Eva iba a contestar cuando de pronto alguien del servicio abrió la puerta y entró una pareja. Cuando Eva los vio, ya no le salieron las palabras.


La mujer se echó a llorar y Eva se volvió a mirarlos deseando que aquello no estuviera sucediendo.
- ¿Quiénes son ustedes? – preguntó Don Ricardo, el dueño de la casa.


- Somos sus padres, - contestó la señora ya más recuperada.
- Eso es imposible, ella es mi nieta.
- Señor, mi suegro falleció hace dos años, y mi padre está en mi casa en estos momentos. Esta no es su nieta, es nuestra hija Eva, - dijo la señora. Y luego mirándola a ella: - ¿qué has hecho hija?


- ¿En serio dice que… ella me ha engañado? – preguntó Don Ricardo consternado.
- Si señor, - le respondió el padre de Eva, y añadió dirigiéndose a ella - has hecho cosas muy graves Eva.


- Yo… estaba tan orgulloso de ti… Ibas a ser médico, y ahora resulta que infectas de sida a un compañero de piso, y haces desaparecer a la verdadera nieta de este señor. No… no te reconozco Eva.


- Has… tirado por tierra todo tu brillante futuro, - añadió la madre apenada, - ¿y todo por qué?, ¿por ambición?


Entonces entró un policía.
- Tiene que acompañarme señorita Fernández. Está usted acusada de suplantación de identidad, así como de usar sus conocimientos de medicina para contagiar a un compañero de sida.


- ¿Quién… se fue de la lengua? – preguntó Eva.
- La chica de hematología a la que usted le pidió la muestra de sangre se mosqueó y nos puso sobre aviso, y por supuesto cuando la nieta de este señor desapareció, su otro compañero, Alberto Liñán, nos dio la pista sobre usted. Él sabía que esa chica le tenía miedo al agua, y usted se la había llevado a montar en barca. Él se enteró de que Lina Fernández era la verdadera heredera de Don Ricardo, así que fue fácil dar con usted haciéndose pasar por ella. ¿Qué hizo usted con la nieta de este señor?


- Yo… solo hablaré en presencia de mi abogado, - dijo comenzando a llorar.


- Muy bonito, se nota que ha visto usted muchas películas y tiene la lección muy bien aprendida, pero eso no le servirá ahora señorita Fernández, - le dijo el policía.
- Después de lo que te he dado y hecho por ti todos estos días, después de acogerte en mi casa con todo mi cariño, me entero de que tú no eres mi nieta, de que probablemente eres su asesina, así que después de hacerme eso me vas a decir qué diablos hiciste con ella, con mi Lina. Me lo debes.
Eva miró llorando al policía que también esperaba aquella respuesta.
- Yo… la llevé lejos y… la empujé fuera de la barca.
Mientras los padres de Eva se echaban a llorar desconsolados, el policía se la llevó.


Las rejas se cerraron, rejas y vallas que la privaban de la libertad.
Había perdido a Iván, su amor soñado, su carrera de medicina, su autoestima, su libertad y la confianza y el cariño de sus padres. Bueno, y a aquel supuesto abuelo millonario también, - pensó tristemente.
Por ambicionarlo todo, se había quedado sin nada.


Continuará

2 comentarios:

  1. Esto sí que no me lo esperaba para nada, pero bueno... Se lo tiene merecido. Yo desde un principio sabía que no me daba muy buena espina lo que estaba tramando Eva y ahí está. Veremos a ver lo que ocurre.

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  2. Ya me imaginaba yo que Eva no era trigo limpio,la esta bien que termine en la carcel,espero ansioso el nuevo capitulo.

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