Acababan de
salir del cine cuando sonó el móvil de Iván.
- ¿Diga?
- Hola Iván,
soy Eva. Te llamo porque…
- Escúchame
Eva, -la interrumpió, -nada de lo que me digas me interesa ya. Te agradecemos
que nos dijeras lo que le pasó a Lina pero yo no quiero saber nada mas de ti
¿entiendes? Te lo dije la otra vez.
- Pero es
que…
- Lo siento
Eva, estoy con Alberto, solo con él y para siempre, y aquello terminó cuando se
estrelló mi coche. Punto.
Después
cortó la llamada.
- Eva otra
vez ¿no? – dijo Alberto.
- Si cariño,
parece que se está poniendo pesadita.
- Como no la
has dejado hablar no sabes lo que quería.
- ¿Y qué va
a ser Alberto? Eva ya sabes que siempre ha ido detrás mía, y cuando te recuperé
te dije que iba a estar contigo al cien por cien, para siempre, así que no me
interesa Eva ni nada de ella.
- Gracias
Iván, muchísimas gracias por preferirme a mí y quedarte conmigo, por no salir
corriendo detrás de tus antiguas ambiciones.
- Tú y tu
amor valéis más que todo eso y no quiero perderte. Te quiero.
- Yo
también.
***********
La Riviera
francesa era preciosa, y las vistas desde aquella casa eran magníficas.
Alberto e
Iván se acercaron a aquellos amplios ventanales para contemplar el fabuloso
paisaje y tratar de convencerse a ellos mismos de que aquella finca, aquella
bonita y enorme casa era suya, de los dos.
- Parece
mentira ¿eh? – dijo Alberto.
- Pues sí.
Quien nos iba a decir que cuando Eva me llamaba era para decirme que ella y su
rico marido nos regalaban esta casa de la Riviera francesa.
- Yo creo
que mayormente el motivo es que se sentía muy culpable por lo que me hizo.
- Pues sí,
seguro, -afirmó Iván.
- ¿Y Don
Ricardo que tal sigue?
-
Recuperándose, saldrá de ésta.
- No sé qué
demonios le pasó a Lina para hacer aquello y pegarle un tiro a su abuelo,
-reflexionó Alberto.
- Con lo
buen hombre que es, y lo generoso.
- Y
tanto, y encima nos ha dado una buena suma de dinero. Al final y sin
proponértelo has conseguido lo que querías Iván, - sonrió Alberto.
- Lo
mejor que he conseguido es a ti. Ven aquí mi amor… - sus labios se unieron
besándoselos por un momento.
- Sabes que
yo ya no ambicionaba nada, - Iván lo miró de cerca con inmenso cariño, - solo a
ti, tenerte a ti y no perderte por nada. Todo esto, la casa, el dinero…
- Es como un
premio mi amor. Justo cuando dejaste de ser ambicioso, conseguiste lo que antes
querías.
- Yo siempre
te he querido a ti y lo sabes, siempre. Te adoro Alberto.
- Yo
también.
Fin
Un final hermoso y sorprendente. Linda pareja
ResponderEliminar