jueves, 19 de mayo de 2016

Capítulo 9

Habían pasado algunos meses y el curso estaba en pleno apogeo.
Alberto e Iván se habían hecho inseparables e incluso ambos ya llevaban un anillo de compromiso, y Borja hacía ya bastante que había aceptado aquello.

Atenea seguía con su estilo propio pero no había vuelto a meterse en líos, y en cuanto a Lina, últimamente parecía estar algo alterada, pero nada comparable a como apareció aquel día en que todos veían tranquilamente la tele.


Todos la vieron venir pero Iván y Alberto se abstrajeron; ambos estaban centrados en ellos mismos y en sus planes de vida y la verdad es que no les preocupaban las mismas cosas de antes, sobre todo a Iván, que ya no iba tras la caza y captura de una buena fortuna.


Pero Lina se acercó a todos ellos. Venía decidida y con cara de pocos amigos.
- Maldita sea… No os podéis imaginar lo que ha pasado.
- Cálmate y cuéntanos Lina, - le dijo Iván.


- No puedo calmarme tío, ¿sabes que mi abuelo acaba de llamarme y dice que quiere verme? ¡Y encima dice que está con Eva! ¡Con esa arpía hija de puta que solo quiere su dinero! ¡Es inaudito! ¿Cómo puede mi abuelo estar tan ciego y tan gilipollas como para irse con esa aprovechada? ¿Tan desesperado está ese viejo chocho?


- Ni idea Lina, -le dijo él, -tú lo conoces mejor que nosotros.
- Pero no me dirás que estás de acuerdo con esto, vamos digo yo.
- Lina, - Iván la miró sereno, -no importa si tú, yo o el mundo entero estamos de acuerdo o no con que tu abuelo esté con Eva, porque ellos son libres de hacer lo que les venga en gana. Por lo que a mí personalmente respecta, no me interesa la fortuna de tu abuelo y mucho menos Eva, porque todo lo que quiero en este mundo es a Alberto y está aquí a mi lado, así que ya no pienso correr detrás de más nada. Bastante mal lo pasé ya, ¿no crees?


- Muy bien, -dijo ella dando media vuelta y yendo hacia la puerta, -entonces yo me encargaré de esto y haré lo que tenga que hacer, pero esa guarra no se queda con mi abuelo, ¡lo juro!


- Cada vez que te miro estás más bonita mi vida, y me parece increíble que tú seas mía.
Ricardo y Eva habían salido a la terraza para disfrutar de las vistas. Entonces ella lo miró fijamente.
- Soy yo la que tengo que darte las gracias por todo, porque soy tuya y estamos unidos. Jamás pensé que me enamoraría tan locamente como lo estoy de ti cielo.


- ¿Te gustó nuestro viaje a París? –le preguntó él.
- Me encantó, tú hiciste que uno de mis sueños se realizara. Eres… lo mejor que me ha pasado nunca y te adoro.
- Y yo a ti mi amor.


Ambos se acercaron y comenzaron a besarse suavemente en los labios.
El amor y la pasión surgida entre ellos había hecho de su realidad, de su día a día, una felicidad constante, porque los dos se amaban profundamente y se lo demostraban a diario.


Sus bocas siguieron explorándose mutuamente, incansablemente…


Después se abrazaron felices, y estaban así cuando Lina apareció.


- Vaya Lina, por fin estás aquí. Me alegro de verte nena. Hay algo que tengo que decirte… - comenzó a decirle Don Ricardo a su nieta.


- ¿Te has vuelto loco viejo? –le gritó ella interrumpiéndole, - esta tía es una caza fortunas, una asesina en potencia. Es fría, calculadora y ambiciosa. ¿Qué mierda estás haciendo con ella?


- ¿Que qué estoy haciendo? Obviamente lo que me da la gana. Soy libre y estoy disfrutando de su compañía, de su amor y de muchas otras cosas que tú no entenderías en absoluto. Y Eva está conmigo porque me quiere, no tiene ningún interés material.


- Incluso… bueno, lo que te iba a decir es que me he casado con ella y hemos estado de luna de miel en París, y somos inmensamente felices. Tu no querías nada de lo que yo te ofrecía ¿recuerdas? Y mucho menos pasar tiempo conmigo, así que, ¿qué más te da a ti lo que yo haga con mi vida? A ver si vas a ser tu ahora la que viene por la herencia…


- Viejo decrépito y asqueroso… te arrepentirás de todo lo que has dicho, y te juro que esta hija de puta no disfrutará de nada porque no se lo merece y es una ambiciosa interesada.


Entonces y ante la sorpresa de ambos, Lina sacó una pistola y la cogió sin tener mucha idea de cómo se empuñaba un arma.
- Y ahora adiós mundo cruel Eva. Vas a dejar de hacer daño de una puta vez.
- ¡¡¡Noooo!!! – Don Ricardo se puso delante de ella justo en el momento en que Lina apretó el gatillo.


Entonces, herido en el tórax, se derrumbó y Eva se apresuró a arrodillarse y sostenerle la cabeza con cariño.
- Oh mi amor, ¿qué te han hecho?, -sollozó, -lucha por favor, mi vida, ¡lucha!


- No me dejes cariño, estaría perdida sin ti. Te quiero…


Entonces Lina, al ver a su propio abuelo herido en el suelo y a Eva llorando y suplicando por su vida, fue consciente realmente de lo que había hecho, de la locura que había cometido, y desesperada corrió hacia la valla de piedra que bordeaba la terraza.


Eva corrió hacia ella al ver lo que pretendía hacer, pero no le dio tiempo a detenerla ya que Lina saltó al vacío.


Impotente y triste se dejó caer en el suelo.
Lina yacía muerta entre las rocas del acantilado que había junto a los cimientos de la casa, y su marido estaba mal herido.
- Ya voy Ricardo, cariño. Aguanta hasta que vengan los de urgencias ¿vale?, - le dijo antes de llamar por teléfono.
La angustia la consumió hasta saber si el por fin se salvaría o no.



No hay comentarios:

Publicar un comentario