Habían
pasado algunos meses y el curso estaba en pleno apogeo.
Alberto e
Iván se habían hecho inseparables e incluso ambos ya llevaban un anillo de
compromiso, y Borja hacía ya bastante que había aceptado aquello.
Atenea
seguía con su estilo propio pero no había vuelto a meterse en líos, y en cuanto
a Lina, últimamente parecía estar algo alterada, pero nada comparable a como
apareció aquel día en que todos veían tranquilamente la tele.
Todos
la vieron venir pero Iván y Alberto se abstrajeron; ambos estaban centrados en
ellos mismos y en sus planes de vida y la verdad es que no les preocupaban las
mismas cosas de antes, sobre todo a Iván, que ya no iba tras la caza y captura
de una buena fortuna.
Pero Lina se
acercó a todos ellos. Venía decidida y con cara de pocos amigos.
- Maldita
sea… No os podéis imaginar lo que ha pasado.
- Cálmate y
cuéntanos Lina, - le dijo Iván.
- No
puedo calmarme tío, ¿sabes que mi abuelo acaba de llamarme y dice que quiere
verme? ¡Y encima dice que está con Eva! ¡Con esa arpía hija de puta que solo
quiere su dinero! ¡Es inaudito! ¿Cómo puede mi abuelo estar tan ciego y tan gilipollas
como para irse con esa aprovechada? ¿Tan desesperado está ese viejo chocho?
- Ni idea
Lina, -le dijo él, -tú lo conoces mejor que nosotros.
- Pero no me
dirás que estás de acuerdo con esto, vamos digo yo.
- Lina, -
Iván la miró sereno, -no importa si tú, yo o el mundo entero estamos de acuerdo
o no con que tu abuelo esté con Eva, porque ellos son libres de hacer lo que
les venga en gana. Por lo que a mí personalmente respecta, no me interesa la
fortuna de tu abuelo y mucho menos Eva, porque todo lo que quiero en este mundo
es a Alberto y está aquí a mi lado, así que ya no pienso correr detrás de más
nada. Bastante mal lo pasé ya, ¿no crees?
- Muy
bien, -dijo ella dando media vuelta y yendo hacia la puerta, -entonces yo me
encargaré de esto y haré lo que tenga que hacer, pero esa guarra no se queda
con mi abuelo, ¡lo juro!
- Cada vez
que te miro estás más bonita mi vida, y me parece increíble que tú seas mía.
Ricardo y
Eva habían salido a la terraza para disfrutar de las vistas. Entonces ella lo
miró fijamente.
- Soy yo la
que tengo que darte las gracias por todo, porque soy tuya y estamos unidos.
Jamás pensé que me enamoraría tan locamente como lo estoy de ti cielo.
- ¿Te gustó
nuestro viaje a París? –le preguntó él.
- Me
encantó, tú hiciste que uno de mis sueños se realizara. Eres… lo mejor que me
ha pasado nunca y te adoro.
- Y yo a ti
mi amor.
Ambos se
acercaron y comenzaron a besarse suavemente en los labios.
El amor y la
pasión surgida entre ellos había hecho de su realidad, de su día a día, una
felicidad constante, porque los dos se amaban profundamente y se lo demostraban
a diario.
Sus
bocas siguieron explorándose mutuamente, incansablemente…
Después
se abrazaron felices, y estaban así cuando Lina apareció.
- Vaya
Lina, por fin estás aquí. Me alegro de verte nena. Hay algo que tengo que
decirte… - comenzó a decirle Don Ricardo a su nieta.
- ¿Te
has vuelto loco viejo? –le gritó ella interrumpiéndole, - esta tía es una caza
fortunas, una asesina en potencia. Es fría, calculadora y ambiciosa. ¿Qué
mierda estás haciendo con ella?
- ¿Que
qué estoy haciendo? Obviamente lo que me da la gana. Soy libre y estoy disfrutando
de su compañía, de su amor y de muchas otras cosas que tú no entenderías en
absoluto. Y Eva está conmigo porque me quiere, no tiene ningún interés
material.
-
Incluso… bueno, lo que te iba a decir es que me he casado con ella y hemos
estado de luna de miel en París, y somos inmensamente felices. Tu no querías
nada de lo que yo te ofrecía ¿recuerdas? Y mucho menos pasar tiempo conmigo,
así que, ¿qué más te da a ti lo que yo haga con mi vida? A ver si vas a ser tu
ahora la que viene por la herencia…
-
Viejo decrépito y asqueroso… te arrepentirás de todo lo que has dicho, y te
juro que esta hija de puta no disfrutará de nada porque no se lo merece y es
una ambiciosa interesada.
Entonces y
ante la sorpresa de ambos, Lina sacó una pistola y la cogió sin tener mucha
idea de cómo se empuñaba un arma.
- Y ahora
adiós mundo cruel Eva. Vas a dejar de hacer daño de una puta vez.
-
¡¡¡Noooo!!! – Don Ricardo se puso delante de ella justo en el momento en que
Lina apretó el gatillo.
Entonces,
herido en el tórax, se derrumbó y Eva se apresuró a arrodillarse y sostenerle
la cabeza con cariño.
- Oh mi
amor, ¿qué te han hecho?, -sollozó, -lucha por favor, mi vida, ¡lucha!
- No
me dejes cariño, estaría perdida sin ti. Te quiero…
Entonces
Lina, al ver a su propio abuelo herido en el suelo y a Eva llorando y suplicando
por su vida, fue consciente realmente de lo que había hecho, de la locura que
había cometido, y desesperada corrió hacia la valla de piedra que bordeaba la
terraza.
Eva
corrió hacia ella al ver lo que pretendía hacer, pero no le dio tiempo a
detenerla ya que Lina saltó al vacío.
Impotente y
triste se dejó caer en el suelo.
Lina yacía
muerta entre las rocas del acantilado que había junto a los cimientos de la
casa, y su marido estaba mal herido.
- Ya voy
Ricardo, cariño. Aguanta hasta que vengan los de urgencias ¿vale?, - le dijo
antes de llamar por teléfono.
La angustia
la consumió hasta saber si el por fin se salvaría o no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario