Iván sintió que sus ojos se llenaban de
lágrimas y que éstas corrían rápidamente por sus mejillas.
Borja, aquel
chico que vivía ahora allí, estaba besando a Alberto, y eso era algo que jamás
había visto.
Y como
ellos ya no tenían una relación como antes, no tenía derecho ninguno a decirle
nada en absoluto, así que, para no estorbar y menos formar un escándalo, dio
media vuelta y sin decir nada se fue. En aquel momento se sentía tan mal que
necesitaba espacio y tiempo.
Iván
se fue a un parque apartado, con unas hermosas vistas, pero en aquel momento él
no veía nada; solo tenía que cerrar los ojos por un momento para volver a ver a
Alberto besándose con Borja.
- ¿Y
qué esperabas gilipollas? –se dijo a sí mismo, - ¿que Alberto hubiera seguido
amándolo como él e incluso siéndole fiel después de aquel tiempo separados?
Ellos
habían estado juntos desde críos, siempre el uno por el otro, y jamás había
visto a Alberto besándose con nadie, solo con él, pero claro, por culpa de su
ambición de mierda había perdido a la única persona que amaba de verdad y le
importaba. Era para darse golpes contra una pared.
Por otra
parte ahora comprendía mejor el rechazo de Alberto, el que no quisiera
continuar su relación con él. Estaba claro que aquel niño pijo le interesaba, y
quien sabe si ya estaban juntos desde hacía tiempo.
Durante
horas permaneció allí solo, y únicamente supo llorar amargamente por haber
perdido al amor de su vida, al único que de verdad le había importado.
Había
anochecido ya cuando Iván volvió a casa. Fue derecho a su dormitorio, pero
apenas había entrado, la puerta se abrió y apareció Alberto.
- Iván, por
fin has vuelto, menos mal…
- ¿Qué pasa?
Creí que no estarías pendiente de mi vuelta precisamente.
- Por Dios,
qué tontería. Si he estado en un sin vivir desde que te fuiste. Tenía miedo de
que… no volvieras. Me recordó a…
- Tal vez lo
mejor hubiera sido estrellarme aquel día, o no volver aquí. Tú ya tienes…
- Yo no
tengo nada Iván, -lo interrumpió, - nada en absoluto, solo tengo miedo de que
un día salgas por esa puerta y no vuelvas. Estas horas en que no has estado me
he dado cuenta de todo, de lo que aún siento y de lo inútil que es luchar en
contra de eso.
Ambos se
acercaron y Alberto comenzó a acariciar su rostro.
- ¿Estás
seguro de lo que dices? –no quería hacerse ilusiones, - antes os vi… besaros a
ti y al niño pijo ese.
- Estábamos
hablando y Borja me besó en los labios de repente, pero no me interesa en
absoluto y él lo sabe.
- Yo… yo
solo te quiero a ti.
- ¿Estás
seguro?
- En toda mi
vida he estado más seguro de algo, pero eso sí, no voy a esconderme, y no
quiero ambiciones de ningún tipo. Quiero que solo estés conmigo.
Iván lo
abrazó impulsiva y estrechamente.
- Pero mi
vida, si no deseo otra cosa. Todo el tiempo que estuve en el hospital me
maldije a mí mismo y me llamé de todo por haber buscado algo que no fueras tú.
Hace un rato creí haberte perdido para siempre y… me he pasado la tarde
llorando. Te amo.
- Y yo…
Ambos se
separaron lo justo y sus labios se buscaron mutuamente para besárselos por fin.
Alberto
había llegado a pensar que aquello ya no volvería a hacerlo, que su amor se
había ido para siempre y ya no existía, pero ahora que él estaba ahí junto a él
y lo quería, no estaba dispuesto a perderlo. Lo amaba demasiado.
- Dios mío,
-susurró Iván junto a su boca, -qué ganas tenía de volver a besarte. Me volvía
loco deseándote.
- Y yo, que
he vivido desesperado porque creía haberte perdido para siempre…
Sus lenguas invadieron
insaciables la boca del otro, recorriendo, acariciando, saboreando.
Varios
minutos después, cuando pudieron dejar de besarse, los dos se echaron en la
cama.
Sus manos se
estrechaban, se acariciaban mutuamente, y los dos se miraban profundamente
enamorados.
- ¿Vas a
quedarte a pasar la noche conmigo? –le dijo Iván con voz dulce.
- Por
supuesto, y no voy a volver a pasar otra noche lejos de ti.
- Te quiero
mi vida, - le confesó Iván apasionado mientras lo abrazaba contra él, - y voy a
estar contigo siempre, siempre, y se lo diré al mundo entero si es preciso, que
te amo más que a mi vida. Te juro que no te arrepentirás.
- Lo se
cariño. Te adoro.
- Y yo
a ti… -susurró mientras Alberto se inclinaba sobre él para besarlo.
Momentos
después éste cubría el cuerpo de Iván con el suyo y ambos se besaban con
renovada pasión, con todo el amor y el deseo que habían estado guardando
durante tanto tiempo.
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario