viernes, 11 de noviembre de 2016

Capítulo 11

- Miriam, estoy realmente preocupado, por eso he venido a advertirte.
Ambos habían entrado en el salón y ella en verdad lo vio serio.

- ¿De qué has venido a advertirme Fabio?


- Esta mañana antes de entrar a trabajar vine a verte, pero justo cuando me acercaba a la casa vi salir a ese supuesto novio tuyo. Al principio no sabía que era él, claro, pero cuando lo vi responder a una llamada de móvil, no tuve ninguna duda. Él se metió en su coche y bajó la ventanilla, y en vez de largarme, algo me retuvo allí y escuché sin que me viera.


-  ¿Y qué escuchaste?
Miriam se preguntaba si la respuesta a aquella pregunta despejaría sus dudas en cuanto a Niko.


- Pues al principio pareció discutir con alguien, recibió reproches, y luego ambos estuvieron de acuerdo en que no quieren que tú recuerdes lo que pasó.


- ¿Lo que pasó? – preguntó sin tener ni idea de a qué se refería.
- Si nena, ya te dije que cuando tu cogiste aquel tren repentinamente, fue por algún motivo, y al parecer ni a ese tío ni a alguien más les interesa que tu recuerdes aquello.


- Parece que le reprocharon el haber venido a verte, no vaya a ser que viéndolo a él tu recuperes la memoria ¿sabes?
- Ya…


- Miriam, cariño, - Fabio agarró una de sus manos y le alzó la barbilla para que lo mirara, - no me fío de ese hombre, no me da buena espina, no sé por qué.


- Yo sí sé por qué, - repuso ella, - estás celoso, eso es todo.
- No son solo celos y lo sabes nena. Cuando a ese hombre no le interesa que tu recuerdes es por algo, créeme.


Fabio se acercó a ella, y Miriam sintió que su corazón se desbocaba.
- Por favor mi vida, - susurró, - no te fíes, quédate conmigo.


- Oh Fabio…
- Te amo mi amor, cuando te confesé lo que sentía aquel día no te mentí, aunque estuviera absurdamente disfrazado, créeme.
- Yo… yo también fui completamente sincera.
- Lo sé, por eso te ruego que te quedes aquí conmigo. Casémonos mi vida, te adoro…


A Miriam no le dio tiempo a contestarle porque él la atrajo hacia sí, y aunque hubiera querido hablar, tampoco habría podido. Su corazón galopaba alocado y se daba cuenta de que había anhelado aquello desesperadamente y desde hacía tiempo.


Sujetándola por la barbilla, Fabio unió sus labios a los de ella y se los acarició suavemente primero.


Luego ella no pudo evitar corresponderle deseosa, y jamás ninguno de los dos supo cuánto tiempo permanecieron así.


Al final se separaron y Miriam trató de serenarse y pensar con coherencia. Aún tenía que resolver su pasado, saber lo que debía hacer.


- Fabio, Vanessa, mi compañera de piso me ha aconsejado que vuelva a ver a mis padres, que tal vez así, yendo al lugar en el que yo vivía antes, recuperaba antes la memoria y… resolvería mis dudas. Incluso me ha prestado su coche para que vuelva antes y sin que nadie me tenga que traer.


- Mejor, ojalá no tuvieras que volver a ver a ese niño bonito.
Miriam sonrió.
- Estás decidida a ir otra vez entonces ¿no?


- Sí, pero volveré ese mismo día, no tardaré, te lo prometo.
Se había apresurado a prometerle aquello al ver su expresión de tristeza y resignación. No soportaba hacerle daño.
El suspiró resignado y se sacó una tarjeta del bolsillo.
- Toma cariño, guárdala. Aquí está mi dirección, por si a la vuelta el día que vayas, quieres llegarte a mi casa.


- Gracias Fabio, y no te preocupes. No voy a desaparecer de repente.
- A veces tengo miedo de eso, - le confesó él.
- Imposible, mi… mi corazón ya está aquí.


Continuará

No hay comentarios:

Publicar un comentario