- Miriam,
estoy realmente preocupado, por eso he venido a advertirte.
Ambos habían
entrado en el salón y ella en verdad lo vio serio.
- ¿De qué
has venido a advertirme Fabio?
- Esta
mañana antes de entrar a trabajar vine a verte, pero justo cuando me acercaba a
la casa vi salir a ese supuesto novio tuyo. Al principio no sabía que era él,
claro, pero cuando lo vi responder a una llamada de móvil, no tuve ninguna
duda. Él se metió en su coche y bajó la ventanilla, y en vez de largarme, algo
me retuvo allí y escuché sin que me viera.
- ¿Y qué escuchaste?
Miriam se
preguntaba si la respuesta a aquella pregunta despejaría sus dudas en cuanto a
Niko.
- Pues
al principio pareció discutir con alguien, recibió reproches, y luego ambos
estuvieron de acuerdo en que no quieren que tú recuerdes lo que pasó.
- ¿Lo que
pasó? – preguntó sin tener ni idea de a qué se refería.
- Si nena,
ya te dije que cuando tu cogiste aquel tren repentinamente, fue por algún
motivo, y al parecer ni a ese tío ni a alguien más les interesa que tu
recuerdes aquello.
- Parece que
le reprocharon el haber venido a verte, no vaya a ser que viéndolo a él tu recuperes
la memoria ¿sabes?
- Ya…
-
Miriam, cariño, - Fabio agarró una de sus manos y le alzó la barbilla para que
lo mirara, - no me fío de ese hombre, no me da buena espina, no sé por qué.
- Yo sí sé
por qué, - repuso ella, - estás celoso, eso es todo.
- No son
solo celos y lo sabes nena. Cuando a ese hombre no le interesa que tu recuerdes
es por algo, créeme.
Fabio se
acercó a ella, y Miriam sintió que su corazón se desbocaba.
- Por favor
mi vida, - susurró, - no te fíes, quédate conmigo.
- Oh Fabio…
- Te amo mi
amor, cuando te confesé lo que sentía aquel día no te mentí, aunque estuviera
absurdamente disfrazado, créeme.
- Yo… yo
también fui completamente sincera.
- Lo sé, por
eso te ruego que te quedes aquí conmigo. Casémonos mi vida, te adoro…
A
Miriam no le dio tiempo a contestarle porque él la atrajo hacia sí, y aunque
hubiera querido hablar, tampoco habría podido. Su corazón galopaba alocado y se
daba cuenta de que había anhelado aquello desesperadamente y desde hacía
tiempo.
Sujetándola
por la barbilla, Fabio unió sus labios a los de ella y se los acarició
suavemente primero.
Luego
ella no pudo evitar corresponderle deseosa, y jamás ninguno de los dos supo
cuánto tiempo permanecieron así.
Al
final se separaron y Miriam trató de serenarse y pensar con coherencia. Aún
tenía que resolver su pasado, saber lo que debía hacer.
-
Fabio, Vanessa, mi compañera de piso me ha aconsejado que vuelva a ver a mis
padres, que tal vez así, yendo al lugar en el que yo vivía antes, recuperaba
antes la memoria y… resolvería mis dudas. Incluso me ha prestado su coche para
que vuelva antes y sin que nadie me tenga que traer.
- Mejor,
ojalá no tuvieras que volver a ver a ese niño bonito.
Miriam
sonrió.
- Estás
decidida a ir otra vez entonces ¿no?
- Sí, pero
volveré ese mismo día, no tardaré, te lo prometo.
Se había
apresurado a prometerle aquello al ver su expresión de tristeza y resignación.
No soportaba hacerle daño.
El suspiró
resignado y se sacó una tarjeta del bolsillo.
- Toma
cariño, guárdala. Aquí está mi dirección, por si a la vuelta el día que vayas,
quieres llegarte a mi casa.
- Gracias
Fabio, y no te preocupes. No voy a desaparecer de repente.
- A veces
tengo miedo de eso, - le confesó él.
- Imposible,
mi… mi corazón ya está aquí.
Continuará
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