Niko, su
supuesto novio, entró en la casa con desenvoltura en cuanto le abrió la puerta
de entrada.
- Hola
cielito, ¿qué tal estás? – la saludó sonriente.
Cielito…
No sabía por
qué puñetas tenía que llamarla así. ¿Todavía no comprendía que no lo recordaba?,
¿que para ella no era su novio sino un completo desconocido?
No le
gustaba que se tomara aquellas libertades con ella; quizás para él se conocían
de toda la vida, pero eso ella no lo recordaba.
- Si
no te importa, preferiría que en adelante no me llames cielito. No te he dado
pié para que te tomes conmigo esas libertades, ¿de acuerdo? – le dijo seria.
-
Estás totalmente equivocada Miranda, tú me has dado pié para que te llame así,
y para muchas otras cosas más, ya me entiendes… - sonrió de forma pícara e
insinuante.
- No
quiero seguir hablando de este tema, de modo que será mejor que te vayas. Tengo
que irme a trabajar ¿sabes? – le dijo apartándose un poco de él.
- Pero
cielito…
- Tú dirás
que somos novios o lo que sea, pero yo no lo recuerdo ¿entiendes? Así que para
mí es como si acabara de conocerte. Respeta eso ¿vale?
Él se aproximó
rápidamente y, mirándola de cerca, acarició su mejilla.
- ¿Qué te
respete? – murmuró, - si claro, ¿pero cómo crees que me siento después de todo
este tiempo sin ti, sin tenerte? Te deseo Miranda…
Cada vez que
él la llamaba de aquella manera, a ella le daba la sensación de que se dirigía
a otra persona, pero trató de disimular y escucharlo con prudencia.
- Cada vez
que te veo recuerdo cuando te tenía bajo mi cuerpo, cuando te abrías a mí
deseosa de que te lo hiciera, cuando gemíamos juntos… ¿Después de todo eso
crees que no puedo llamarte cielito? Es un apelativo cariñoso y a ti te
encantaba.
- Niko, yo
no… - comenzó a decir.
Y cuando
ella se dio la vuelta para tratar de alejarse, él la rodeó con sus brazos desde
atrás, y sus manos ansiosas comenzaron a sobarla descaradamente.
- Ah…
Miranda Joder, déjame tocarte, te deseo como un loco, lo sabes. Vamos a follar
como antes cielito, ya sabes lo que te gusta…
- ¡¡¡Suéltame
joder!!! – gritó liberándose de sus brazos y sus sobeteos, - ¡te he dicho que no
te recuerdo, que me tengo que ir a trabajar y que te largues! ¿Qué parte es la
que no entiendes?
- Vale vale,
tranquila Miranda. Lo dejaremos para otra ocasión. A lo mejor tienes la regla y
por eso estás con ese mal humor.
Y encima
salía con esas, - pensó ella para sí. Que no se le olvidara que tenía que
cambiarle a su sim los rasgos, o si no mejor lo mataba y punto. Tendría que
pensar en una muerte lenta y dolorosa.
- Miranda
por favor, - le suplicó Niko con una actitud diferente, - vuelve a casa de
nuevo. Para empezar tus padres te necesitan, lo sabes.
- Y
yo… no me hallo sin ti mi amor. Te he echado muchísimo de menos. Te quiero.
Al oír
aquella declaración de amor, Miriam pareció retornar repentinamente a aquel
local, donde Fabio y ella se sentaron juntos, se besaron ansiosos, y él le dijo
que la quería, que estaba loco por ella. Pero ahora había encontrado por fin a
su familia, y el chico que tenía delante era su novio desde hacía tiempo.
¿Dónde
estaba su vida, su camino?
- Yo
espero que te decidas a volver con nosotros, con los tuyos, y retomemos nuestra
relación Miranda. Te quiero y te esperaré siempre.
- Niko yo… hay cosas que tengo que arreglar
antes, y mientras no recupere la memoria, no puedo decidir nada definitivo,
¿comprendes?
- Vale. No
quiero perderte, no lo olvides. Vuelve pronto.
En cuanto
Niko se fue, Miriam entró en la cocina. Su amiga ya le tenía preparadas las
tortitas.
- Gracias
Vanessa, que apañada eres.
- No hay de
qué. Tendrás que aligerarte ¿no? Ese chico te ha entretenido un poco.
- No me
hables, - dijo recordando el incómodo momento en el que Niko la había abrazado
y acariciado más de la cuenta.
- ¿Ese es tu
novio?
- Se supone
que sí.
- Debe de
serlo porque en los sims lo clavaste. ¿Te gusta? ¿Es buen chico?
- Está
bueno, para qué negarlo, pero hace un momento me ha abrazado y parecía un
pulpo. Quería que pasara de ir al trabajo y me quedara follando con él, no te
lo pierdas.
- Lo has
rechazado por lo que veo ¿no?
- Si claro,
me tengo que ir a trabajar.
- ¿Es ese el
verdadero motivo por el que lo has rechazado Miriam? – Vanessa la miró.
- ¿A dónde
quieres ir a parar? No sé qué quieres decir.
- Si
lo sabes amiga. Hay… otra persona que te llega al alma. Si hubiera sido él,
seguramente hoy mi primo te hubiera echado de menos en la tienda, ¿me equivoco?
Miriam
suspiró pensativa.
Fabio…
Fabio no se
le iba de la cabeza y Vanessa tenía razón, le había llegado al alma y desde que
lo besó no concebía que ningún otro hiciera lo mismo, mucho menos meterse en la
cama con Niko.
- Niko
quiere que vuelva a mi casa, que vuelva con los míos y con él, - dijo tratando
de olvidarse de Fabio, - pero yo aún no recuerdo nada, y estoy hecha un lío
Vanessa, no se… dónde está mi vida realmente.
- Ve a ver a
tus padres y tu hermana, Miriam, aunque solo sea de visita, - le aconsejó su
amiga, - así tal vez recuperes tus recuerdos y lo veas todo claro. Si quieres
te puedo prestar mi coche. Así irás y vendrás más rápido y no dependerás de
Niko para que te traiga de vuelta.
- Uy sí,
gracias, no vaya a ser que le dé por parar en un arcén y quiera rollo.
Vanessa rió.
Aquella
tarde, cuando ya había vuelto de trabajar en el gimnasio, Fabio llamó a la
puerta.
- Hola, ¿qué
te trae por aquí? ¿Estás bien? – preguntó al verle cara de preocupado.
- Hola
cariño.
-
Tengo que hablar contigo sobre ese supuesto novio tuyo, creo que es… algo
importante.
Continuará
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