sábado, 11 de julio de 2015

Capítulo 11

- Anda, siéntate y tómate una copa mientras te lo piensas, - le ofreció Alonso.
- No gracias, no me apetece. Además, cuando bebo soy un coñazo.


- Pues te serviría para animarte, desinhibirte Roberto. Yo que tu olvidaba a la jefa por un buen rato y me follaba a Lidia. Sería flipante que lo hiciéramos los tres juntos.


- ¿En serio me estás proponiendo que me meta en la cama con vosotros dos?


- Claro tío, hay que experimentar. Uno se la mete por delante, otro por detrás...  Todo está permitido.


En ese momento Lidia hizo su aparición. Venía tan exuberante y tan escasa de ropa que a Roberto se le hizo un nudo en la garganta y no le salió ni la voz.


- Hola Roberto, - lo saludó ella, - cuanto me alegro de que hayas venido.
- Esto... hola Lidia, - carraspeó.


La rubia fue a sentarse en el sofá junto a Alonso, con lo cual empeoró la cosa, ya que tenía una muy buena perspectiva del frontal.
- Bueno qué, ¿no te parece espectacular? - lo animó Alonso, - imagínate quitándole las braguitas a mordiscos.


- Alonso por favor, - dijo incómodo montando una pierna sobre otra, - ¿hace falta ser tan gráfico y... descriptivo? No sabes siquiera si ella estaría dispuesta a...


- A mi me encantaría follar con vosotros dos a la vez, si es a lo que os referís, - saltó ella de repente.


- ¿Lo ves Roberto? Ella estará encantada de abrirse de piernas tanto para ti como para mi. Será la leche, te lo aseguro.
- Que basto eres Alonso.
- Es la pura realidad.


- Además, - dijo entonces Lidia, - debes tener un buen... material, y a mi me encantaría probarlo. Olvídate de la jefa Roberto. Ya me he dado cuenta de que estás colado por ella, pero eso es como querer alcanzar la luna.


Aquel simple comentario de Lidia hizo que Roberto volviera a la realidad y recordara por qué estaba allí.
- Gracias a los dos por el ofrecimiento, pero voy a rechazarlo, lo siento.


- ¿Pero por qué Roberto? He metido la pata por nombrar a la jefa ¿verdad? - le dijo Lidia.
- Escucha amigo, deberías olvidarte de todo aunque solo sea por un día, y meterte en la cama con Lidia y conmigo, - le aconsejó Alonso.
- Es que esa es la cosa, yo meterme en la cama con otro tío... por muy amigo que este sea...
- A mi me da igual Roberto, el caso es pasárselo uno bien.
- Ya, pero si no puedo estar con la persona que quiero, prefiero no estar con nadie. Perdonadme.


Roberto se puso de pié mientras veía como Alonso rodeaba los hombros de Lidia y la estrechaba contra sí.
- Bueno chicos, que lo paséis bien. Os dejo, - se despidió.


Que fácil era todo para Alonso, - pensó para sí, - tenía a Lidia allí a su lado y bien dispuesta además a irse a la cama con el. En cambio la mujer con la que el soñaba... se acostaba con su padre.


Mortificado y triste, se dirigió hacia la puerta.
- Que te lo pases bien Roberto, - le dijeron ambos.


Poco después este de dirigía al campo, a una zona que jamás había visitado.


El lugar era espectacular, e incluso había un lago para pescar, lo cual lo animó un poco.


Con las prisas por salir de casa, solo había traído su saco de dormir, - pensó sacándolo del coche y dejándolo sobre la hierba.


Pero no importaba, como era habilidoso con la caña, pescaría su propia comida, - pensó acercándose al lago.


Momentos después sostenía la caña y probaba suerte en aquel sitio nuevo. Por lo menos aquel fin de semana no tendría que ver a la parejita feliz.


La espera dio sus frutos y, poco después sostenía un arenque rojo hermoso y fresco.
- Bueno, al menos no me quedaré sin comer, - pensó para sí.


Pero justo cuando volvió a poner cebo para seguir pescando, comenzó a oír unos pasos suaves acercándose.
¡Oh Dios! ¿quien era ahora? ¿ella otra vez?   


Continuará

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