- Anda, siéntate y tómate una
copa mientras te lo piensas, - le ofreció Alonso.
- No gracias, no me apetece.
Además, cuando bebo soy un coñazo.
- Pues te serviría para animarte, desinhibirte
Roberto. Yo que tu olvidaba a la jefa por un buen rato y me follaba a Lidia.
Sería flipante que lo hiciéramos los tres juntos.
- ¿En serio me estás proponiendo que me meta en la
cama con vosotros dos?
- Claro tío, hay que experimentar. Uno se la mete
por delante, otro por detrás... Todo
está permitido.
En ese momento Lidia hizo su aparición. Venía tan
exuberante y tan escasa de ropa que a Roberto se le hizo un nudo en la garganta
y no le salió ni la voz.
- Hola Roberto, - lo saludó
ella, - cuanto me alegro de que hayas venido.
- Esto... hola Lidia, -
carraspeó.
La rubia fue a sentarse en el
sofá junto a Alonso, con lo cual empeoró la cosa, ya que tenía una muy buena
perspectiva del frontal.
- Bueno qué, ¿no te parece
espectacular? - lo animó Alonso, - imagínate quitándole las braguitas a
mordiscos.
- Alonso por favor, - dijo incómodo montando una
pierna sobre otra, - ¿hace falta ser tan gráfico y... descriptivo? No sabes
siquiera si ella estaría dispuesta a...
- A mi me encantaría follar con vosotros dos a la
vez, si es a lo que os referís, - saltó ella de repente.
- ¿Lo ves Roberto? Ella
estará encantada de abrirse de piernas tanto para ti como para mi. Será la
leche, te lo aseguro.
- Que basto eres Alonso.
- Es la pura realidad.
- Además, - dijo entonces Lidia, - debes tener un
buen... material, y a mi me encantaría probarlo. Olvídate de la jefa Roberto.
Ya me he dado cuenta de que estás colado por ella, pero eso es como querer
alcanzar la luna.
Aquel simple comentario de
Lidia hizo que Roberto volviera a la realidad y recordara por qué estaba allí.
- Gracias a los dos por el
ofrecimiento, pero voy a rechazarlo, lo siento.
- ¿Pero por qué Roberto? He
metido la pata por nombrar a la jefa ¿verdad? - le dijo Lidia.
- Escucha amigo, deberías
olvidarte de todo aunque solo sea por un día, y meterte en la cama con Lidia y
conmigo, - le aconsejó Alonso.
- Es que esa es la cosa, yo
meterme en la cama con otro tío... por muy amigo que este sea...
- A mi me da igual Roberto,
el caso es pasárselo uno bien.
- Ya, pero si no puedo estar
con la persona que quiero, prefiero no estar con nadie. Perdonadme.
Roberto se puso de pié
mientras veía como Alonso rodeaba los hombros de Lidia y la estrechaba contra
sí.
- Bueno chicos, que lo paséis
bien. Os dejo, - se despidió.
Que fácil era todo para Alonso, - pensó para sí, -
tenía a Lidia allí a su lado y bien dispuesta además a irse a la cama con el.
En cambio la mujer con la que el soñaba... se acostaba con su padre.
Mortificado y triste, se
dirigió hacia la puerta.
- Que te lo pases bien
Roberto, - le dijeron ambos.
Poco después este de dirigía al campo, a una zona
que jamás había visitado.
El lugar era espectacular, e incluso había un lago
para pescar, lo cual lo animó un poco.
Con las prisas por salir de casa, solo había traído
su saco de dormir, - pensó sacándolo del coche y dejándolo sobre la hierba.
Pero no importaba, como era habilidoso con la caña,
pescaría su propia comida, - pensó acercándose al lago.
Momentos después sostenía la caña y probaba suerte
en aquel sitio nuevo. Por lo menos aquel fin de semana no tendría que ver a la
parejita feliz.
La espera dio sus frutos y,
poco después sostenía un arenque rojo hermoso y fresco.
- Bueno, al menos no me
quedaré sin comer, - pensó para sí.
Pero justo cuando volvió a
poner cebo para seguir pescando, comenzó a oír unos pasos suaves acercándose.
¡Oh Dios! ¿quien era ahora?
¿ella otra vez?
Continuará
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