lunes, 27 de abril de 2015

Capítulo 3



Lara sintió que sus pies se clavaban en el suelo y no pudo seguir avanzando. Se quedó paralizada.




Su padre estaba en la entrada de la casa abrazando posesivamente a otro hombre, y lo peor es que los escuchó hablar:
- Ah Iván, que ganas tenía de estar a solas contigo, - dijo Sam, su padre.

- Yo también mi vida. Abrázame...



- Ven aquí, deja que te coma la boca, - continuó Sam, - estoy deseoso de ti.

Y acto seguido ambos se besaron profundamente durante unos momentos.


Lara no podía creer lo que veía, lo que escuchaba. Se había quedado de piedra.


¿Como podía ser posible aquello?
Lara los miró besarse estupefacta, casi sin poder creer lo que veían sus ojos.


¡Maldita sea...! ¡Su padre con otro hombre, enrollándose con el, poniéndole los cuernos a su madre!, y aunque esta jamás había sido ni siquiera cariñosa con ella, aquello que su padre hacía en esos momentos no estaba bien.


Cuando su padre y aquel tal Iván se separaron y desaparecieron de su ángulo de visión, Lara salió sigilosamente de la cocina y, sin ser vista, espió desde la esquina del salón.
- Cuando lleguemos arriba a mi cuarto, te voy a meter de todo menos miedo, - oyó que su padre le decía a su amante.
Ambos rieron.


Entonces, cuando los oyó entrar en el dormitorio de sus padres, Lara subió a su cuarto y, triste e inmensamente desilusionada, se tendió sobre su cama.


Allí estuvo durante bastante tiempo, escuchando a su pesar las voces susurrantes, las risas, los gemidos de su padre y su amante haciendo el amor incansablemente...


Lara estaba bloqueada, no sabía que sentía, ni como reaccionar. Su padre estaba en la cama, en la misma cama que compartía con su madre, follando con un tío. ¿Lo quería? ¿Ya no amaba a su madre?


Al día siguiente, Lara se acercó a su padre para pedirle que la dejara salir con Elena. De espaldas lo miró dolida antes de hablarle. Se le había caído un mito, y no es que su padre fuera cariñoso con ella tampoco, pero, ¿que iba a hacer? Era su padre, y no podía evitar que aquello le doliera. Ahora no sabía como dirigirse a el, como hablarle.
- Papá... - lo llamó.


- ¿Querías algo? - respondió interiormente fastidiado.


- Papá, mi amiga Elena me ha dicho de salir esta noche. ¿Me dejas ir?


- A ver que lo piense... ¡no!


- ¿Pero por qué no? Joder, todas mis amigas salen, se divierten...


- ¡Te he dicho que no y se acabó! ¡Y ya te he dicho muchas veces que no voy a tolerar ese lenguaje en esta casa! ¿me has entendido?


- No quiero discutir mas sobre ese asunto, tu madre también te dijo que no, así que lárgate a tu cuarto. No hay nada mas que hablar.


- ¿Que no hay nada mas que hablar? - Lara sintió que estaba apunto de estallar y tenía que soltarlo todo, y mas después de lo que había visto, - yo creo que si papá. Tu eres el menos indicado ahora para prohibirme nada, ¿no crees? Tu metiste a un hombre en tu cama, ¿crees que no lo se?


La cara de Sam perdió el color.
- ¿Como has podido papá?¿Como pudiste hacer semejante cosa?


- Lara, yo...
- No me expliques nada, no hace falta.


- Ya os vi morreándoos, escuché vuestros gemidos y vuestras palabras de amor.


- Y además lo metiste en la cama de mamá, - continuó reprochándole Lara, - me dan nauseas solo de recordarlo.
Sam inclinó la cabeza y no fue capaz de decir nada.


- Así que solo me queda decirte que, a partir de ahora, - añadió Lara con seria y dura expresión, - voy a hacer lo que me de la gana, y saldré siempre que quiera. Eso que te quede claro, porque si se te ocurre prohibirme algo, me chivaré a mamá, ¿entendido?


Lara dio la media vuelta y su padre hizo un gesto de fastidio.


- Ya te arrepentirás de este chantaje, mocosa insolente, - pensó Sam para si, - y lo pagarás bien caro, te lo aseguro.      


Continuará

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