Lara sintió que sus pies se clavaban en el suelo y no pudo seguir avanzando. Se quedó paralizada.
Su padre estaba en la entrada
de la casa abrazando posesivamente a otro hombre, y lo peor es que los escuchó
hablar:
- Ah Iván, que ganas tenía de
estar a solas contigo, - dijo Sam, su padre.
- Yo también mi vida.
Abrázame...
- Ven aquí, deja que te coma
la boca, - continuó Sam, - estoy deseoso de ti.
Y acto seguido ambos se
besaron profundamente durante unos momentos.
Lara no podía creer lo que veía, lo que escuchaba.
Se había quedado de piedra.
¿Como podía ser posible
aquello?
Lara los miró besarse
estupefacta, casi sin poder creer lo que veían sus ojos.
¡Maldita sea...! ¡Su padre con otro hombre,
enrollándose con el, poniéndole los cuernos a su madre!, y aunque esta jamás
había sido ni siquiera cariñosa con ella, aquello que su padre hacía en esos
momentos no estaba bien.
Cuando su padre y aquel tal
Iván se separaron y desaparecieron de su ángulo de visión, Lara salió
sigilosamente de la cocina y, sin ser vista, espió desde la esquina del salón.
- Cuando lleguemos arriba a
mi cuarto, te voy a meter de todo menos miedo, - oyó que su padre le decía a su
amante.
Ambos rieron.
Entonces, cuando los oyó entrar en el dormitorio de
sus padres, Lara subió a su cuarto y, triste e inmensamente desilusionada, se
tendió sobre su cama.
Allí estuvo durante bastante tiempo, escuchando a
su pesar las voces susurrantes, las risas, los gemidos de su padre y su amante
haciendo el amor incansablemente...
Lara estaba bloqueada, no sabía que sentía, ni como
reaccionar. Su padre estaba en la cama, en la misma cama que compartía con su
madre, follando con un tío. ¿Lo quería? ¿Ya no amaba a su madre?
Al día siguiente, Lara se
acercó a su padre para pedirle que la dejara salir con Elena. De espaldas lo
miró dolida antes de hablarle. Se le había caído un mito, y no es que su padre
fuera cariñoso con ella tampoco, pero, ¿que iba a hacer? Era su padre, y no
podía evitar que aquello le doliera. Ahora no sabía como dirigirse a el, como
hablarle.
- Papá... - lo llamó.
- ¿Querías algo? - respondió interiormente
fastidiado.
- Papá, mi amiga Elena me ha dicho de salir esta
noche. ¿Me dejas ir?
- A ver que lo piense... ¡no!
- ¿Pero por qué no? Joder, todas mis amigas salen,
se divierten...
- ¡Te he dicho que no y se acabó! ¡Y ya te he dicho
muchas veces que no voy a tolerar ese lenguaje en esta casa! ¿me has entendido?
- No quiero discutir mas sobre ese asunto, tu madre
también te dijo que no, así que lárgate a tu cuarto. No hay nada mas que
hablar.
- ¿Que no hay nada mas que hablar? - Lara sintió
que estaba apunto de estallar y tenía que soltarlo todo, y mas después de lo
que había visto, - yo creo que si papá. Tu eres el menos indicado ahora para
prohibirme nada, ¿no crees? Tu metiste a un hombre en tu cama, ¿crees que no lo
se?
La cara de Sam perdió el
color.
- ¿Como has podido papá?¿Como
pudiste hacer semejante cosa?
- Lara, yo...
- No me expliques nada, no
hace falta.
- Ya os vi morreándoos, escuché vuestros gemidos y
vuestras palabras de amor.
- Y además lo metiste en la
cama de mamá, - continuó reprochándole Lara, - me dan nauseas solo de
recordarlo.
Sam inclinó la cabeza y no
fue capaz de decir nada.
- Así que solo me queda decirte que, a partir de
ahora, - añadió Lara con seria y dura expresión, - voy a hacer lo que me de la
gana, y saldré siempre que quiera. Eso que te quede claro, porque si se te
ocurre prohibirme algo, me chivaré a mamá, ¿entendido?
Lara dio la media vuelta y su padre hizo un gesto
de fastidio.
- Ya te arrepentirás de este chantaje, mocosa
insolente, - pensó Sam para si, - y lo pagarás bien caro, te lo aseguro.
Continuará
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