jueves, 5 de noviembre de 2020

Capítulo 17

 Elisa San Juan era una mujer muy exigente y le gustaba supervisar el trabajo de sus empleados. Aquella actitud tal vez se debía a que su madre también fue así, exigente, perfeccionista y algo rígida. Por aquel entonces su familia era de clase media y como sus padres no tenían dinero para contratar una limpiadora, su madre se ponía a limpiar la casa y obligaba a ayudarla tanto a su hermana como a ella. Luego, muy jovencita conoció a Gerardo. Él era de muy buena familia y además progresó como la espuma en su profesión, con lo cual ahora, una vez separados, Elisa tenía todo lo que podía desear.

Estaba distraída mirando el trabajo de sus empleados cuando escuchó el timbre de la puerta y como ésta era abierta.

- Señora, - le dijo el sirviente, - hay un joven que pregunta por usted y desea hablarle.

- Sí, está bien Román, - contestó ella antes de volverse para saber de quién se trataba.


Entonces, mientras avanzaba, vio a un joven atractivo con rostro preocupado.

- Buenos días señora San Juan, me llamo Abel y fui compañero de su hija en el instituto, no sé si lo recuerda.

- Ah sí.


Hace como cosa de dos o tres días acompañé a mi madre al hospital a hacerse unos análisis y allí me encontré con su hija. 


Me dijo que se había quedado embarazada, pero que como su pareja le pegaba, empezó a sangrar y los médicos le dijeron que sería muy difícil que el crío se salvara, así que… abortó.


- Dios mío, ¿es eso cierto?

- Totalmente señora. El novio de su hija es un maltratador.


- Pero… ella nunca me contó nada de eso, - dijo aún confundida, - lo único que alguna vez me dijo es que César no era bueno, pero yo jamás pensé que…


- Señora, - la interrumpió Abel, - hace unos meses me crucé con su hija en un parque, y no se imagina cómo tenía todo el lado izquierdo de la cara. La tenía hinchada, amoratada, con heridas e incluso restos de sangre. Y ésta última vez la ha golpeado en el cuerpo para que nadie se dé cuenta, por eso ha abortado. Es un monstruo señora.


- Todo eso es… cierto, ¿verdad?

- Completamente. Le aseguro que no le miento porque no gano nada con ello.


- Cuando me contó lo del aborto en el hospital y su situación, me la llevé a una casita que mi familia tiene en la playa para alejarla de él y que se recuperara, para poder alejarla de ese demente maltratador, pero él se ha presentado allí, se ha puesto a insultarnos y a amenazarnos, y al final se la ha llevado, y con lo enfadado y profundamente cabreado que iba, quién sabe lo que ha podido hacerle al llegar a su casa.


- Oh, por Dios, mi niña… - Elisa por fin se estaba dando cuenta de quién era realmente César Cifuentes, y no merecía la pena que Virginia corriera esos riesgos con tal de tener pareja. Esa había sido siempre su lucha, que su hija no se quedara sola como ella, pero más valía eso que… acabar tal vez como tantas otras pobres mujeres.


- Señora por favor, - Abel la miró y le habló con el corazón en la mano, - ayúdeme. Yo solo quiero salvar a su hija de ese malnacido. No soporto ver como la insulta o la golpea. Un día tal vez puede pasarse de la raya y… hacerle cualquier daño irreparable. Yo… amo a su hija con todo mi corazón, desde que éramos críos. Permítame hacerla feliz, darle… todo lo que ella se merece, por favor…


- Abel, te prometo que haré todo lo que esté en mi mano, hasta lo imposible, por mi hija. No te preocupes.

- Eso ya es imposible. Hasta que no la vea a salvo y lejos de ese monstruo, no me quedaré tranquilo.


Cuando un momento después Abel se marchó, Elisa cogió su móvil. Tenía que librar a Virginia de aquel hijo de satanás, y sabía quién era la persona idónea para hacerlo.


- Hola Elisa, - se escuchó una voz masculina a través del teléfono.

- Hola Gerardo, ¿qué tal estás?

- Yo bien ¿y tú? ¿Pasa algo?


 - Sí. Necesito tu ayuda Gerardo, - le dijo seria.

- ¿Pero qué ocurre? Me estás asustando.

- Necesito que investiguéis a César Cifuentes, la pareja de Virginia.

- ¿Ha pasado algo?

- Sí, él la insulta, la maltrata y le pega, hasta… incluso provocarle un aborto.

- ¡Dios mío! Maldito hijo de puta…

- Tienes que darte prisa Gerardo, antes de que ese hombre le haga algo… y sea demasiado tarde.



Continuará

1 comentario:

  1. Esto no me lo esperaba ni por asomo. Menos mal que Abel ha ido a ver a la madre de Virginia y que ésta haya reaccionado. Estoy segura que Gerardo conseguirá poner a salvo a Virginia y meter a César en la cárcel.

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