César entró mirando a Virginia de forma siniestra y acusadora.
- Buenos
días, - dijo Abel serio, - ¿me puede decir qué hace usted aquí?
- ¡Cállate imbécil! He venido a por mi novia, y si no fuera por la denuncia que te voy a poner, acababa contigo ahora en dos segundos, pero prefiero ver cómo te pudres en la cárcel.
- Y tú,
Virginia, - dijo mirándola a ella enfadado, - jamás pensé que me harías esto,
que me pondrías los cuernos y te irías con otro. Eres una zorra, una puta
asquerosa.
-
Insultándola así y tratándola como la trata, ¿pensó que no lo engañaría ni se
iría con otro? Es usted un iluso, además de otras cosas mucho peores, - le dijo
Abel.
- ¡Usted ha
hecho abortar a Virginia, he perdido a mi hijo por su culpa, y le aseguro que
pagará por esto!
- Eh,
perdona César, pero el único culpable de que abortara eres tú. Fuiste tú el que
me golpeaste ¿recuerdas? Y por cierto, ¿se puede saber cómo me has encontrado?
- La novia
de tu amante fue a casa a buscarme y me lo dijo. Al parecer se ha olido que
éste cerdo quiere dejarla y no quiere perderlo, - dijo con desprecio.
- Lo siento
César, pero no pienso irme contigo. Esto se acabó. Hemos terminado.
- ¡No hemos
terminado! ¡Solo dices gilipolleces!
- ¡No digo gilipolleces ¡¿te enteras?! ¡Estoy harta de que me menosprecies, de que me insultes, de que me pegues y me violes! ¡Así que lárgate de aquí de una puta vez y no vuelvas, porque ahora soy yo la que te va a denunciar!
- ¿Que tú me vas a denunciar imbécil? ¿Aún no sabes quién soy yo? Puedo contratar al mejor abogado del planeta y hundirte, y también puedo llevarte a casa, atarte y darte una paliza cada vez que te reveles o me digas algo que no me gusta, ¡así que andado furcia!
- ¿Es que está usted sordo o qué? – le dijo Abel enfadado, - Virginia no se va a ir con usted a ningún sitio, ¡de modo que váyase de mi casa!
- No pienso irme de aquí sin Virginia ¿me oye, cerdo asqueroso? No tiene ni idea de lo que pienso hacer con usted. Voy a convertir su vida en un infierno y se arrepentirá de haberse llevado a mi novia y haberse acostado con ella.
- ¡Así que
apártese y ni siquiera vuelva a mirarla, hijo de puta! – gritó empujando a
Abel.
- ¡Eh,
César, déjalo! – trató de defenderlo Virginia.
El aludido
miró a Abel de forma condenatoria y muy enfadado.
- No se le
ocurra volver a acercarse a mi novia o le aseguro que no verá la luz del día,
¿me he expresado con suficiente claridad?
- No lo
amenaces, - le dijo ella, - él es el hombre que amo, y en solo un día me ha
dado muchísimo más que tú en años. Tú no me quieres César, no quieres a nadie,
y necesitas insultar y agredir para sentirte bien. Tienes un problema, ya te lo
he dicho en otras ocasiones.
- ¡¡¡Cállate
la puta boca zorra!!!
- ¡No vuelvas a decirme que tengo un problema ni a tratarme como si fuera un enfermo porque te juro que te arrepentirás! Mi único problema es éste amante que te has echado, y tus estúpidas ideas de dejarme y ser libre.
- Y ahora
vámonos, ¡andando! – le ordenó.
Virginia
sintió que tenía la batalla perdida. César era demasiado poderoso y agresivo
como para enfrentarse a él y ganarle la partida, y tampoco quería que Abel se
metiera en más líos por su culpa.
- A… adiós
mi amor… - le dijo a Abel casi sin atreverse a mirarlo. Si lo miraba a los ojos
le sería imposible irse de allí y sería peor.
- Virginia,
mi vida…
- ¡Callaros
ya joder! – les ordenó César, - me están entrando ganas de vomitar.
Entonces en silencio y conducida por él, Virginia se fue
Cuando se quedó solo, Abel derrotado, se sentó en el sofá y ocultó el rostro con la mano.
Ella se había ido, aquel demente, aquel monstruo se la había llevado y ahora quién sabía lo que le haría al llegar a su casa, - pensó preocupado.
Y como aquel hijo de satanás tenía dinero y posición, sería capaz de denunciarlo, hacer que lo despidieran, que lo metieran en la cárcel… cualquier cosa, así que estaba perdido.
No obstante su mayor preocupación en aquellos instantes era Virginia; ella era la que vivía con aquel cabrón insensible, con aquel maltratador, y tenía miedo de que le hiciera demasiado daño y ella no pudiera soportarlo. ¿Cuántos casos así se habían dado? Y luego ellas lamentablemente habían acabado enterradas en cualquier sitio abandonado.
Reprimiendo
las ganas de llorar, Abel pensó que tenía que hacer algo, no podía quedarse
cruzado de brazos. Para empezar, Berta, a pesar de saber que el novio de
Virginia la maltrataba, que hasta había abortado por su culpa, avisó a éste e
incluso le dijo dónde estaban para que viniera a llevársela.
¿Y así
pretendía luchar por él, por su relación?
Después de
saber que por culpa de Berta aquel energúmeno se había presentado en su casa,
no quería saber nada más de ella, ni siquiera lo hablaría con ella en persona,
no se lo merecía, y en cuanto a Virginia, tenía que hacer algo, lo que fuera
para conseguir apartarla de aquel hombre y recuperarla. Tenía que conseguirlo
fuera como fuera.
Ayyy qué mal está la cosa. Me da mucho miedo lo que le vaya a hacer César a Virginia y no sé qué va a poder hacer Abel para apartarla de él pues se le ve muy vencido.
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