La bruma y el silencio se
extendían por el pantano.
En aquel extraño lugar casi
siempre reinaba la soledad y una eterna niebla lo cubría todo con su manto de
misterio.
El silencio fue interrumpido
por el sonido de unas pisadas firmes que se aproximaban al viejo y desvencijado
puente. Desde allí, solitaria, Milly lo vio venir.
Automáticamente ella le
sonrió; llevaban mas de un año viéndose, pero casi siempre como a escondidas, y
en sitios tan apartados e incluso lúgubres como aquel pantano. Pero a ella no
le había importado nada con tal de estar con el, y cuando la había llevado durante
los últimos meses a aquel hotel, la había hecho muy feliz en la cama. La
cuestión es que aquella felicidad tendría sus consecuencias ahora. El siempre
le había dicho que la amaba y que lo dejaría todo por ella, y ahora que el se
aproximaba, en este momento, iba a averiguar si aquello era completamente
cierto o no, lo cual le aterraba con tan solo pensarlo.
- Hola Milly, - la saludó el
al llegar.
- Hola cariño.
- ¿Que pasa? ¿a que venía esa
urgencia para hablar? - quiso saber el.
- Pues verás, es que... -
comenzó Milly nerviosa y sin saber como soltarle aquello, - ya sabes que tenía
un retraso, así que...
- Así que compré un test de
embarazo y... a pesar del resultado, quise que me viera mi ginecólogo.
- Y qué.
- Pues... que estoy
embarazada de... mes y medio mas o menos. Vamos a tener un hijo.
- ¿Vamos? ¿Me estás
incluyendo a mi, Milly?
- Por favor cariño, no me gastes esas bromas; tu y
yo llevamos año y medio por lo menos saliendo, y mas de siete meses
acostándonos. ¿Que querías que ocurriera? Y sobre todo después de lo descuidado
que fuiste las últimas veces, que ni siquiera usaste preservativo.
- ¿Que ni siquiera usé preservativo? - vociferó el,
- ¿pretendes hacerme culpable a mi de tus descuidos?
- Cálmate cariño por favor.
- ¡No pienso calmarme! ¡Haber
tomado anticonceptivos tu, no te jode!
- Además, - añadió el, -
¿quien me dice a mi que ese crío es mío? ¿eh?
Ella lo miró seria; acababa
de quedarse de piedra.
- Estarás hablando en broma
¿no? ¿De quien quieres que sea si solo me he acostado contigo?
- Eso es lo que dices tu, -
afirmó el petulante y muy seguro de si, - pero si te abriste de piernas
conmigo, bien pudiste hacerlo con cualquier otro.
- No puedo creer que me estés
diciendo eso.
- Pues créelo Milly.
Primeramente sabes que tengo planes de futuro, y no pienso cambiarlos por nada
ni por nadie.
- Pero tu dijiste...
- Cuando uno está cachondo o
en la cama puede decir muchas cosas. Y además, como ya te he dicho, no me creo
que ese crío sea mío, así que no pienso cargar con el, ¿te enteras?
- Eres un mal nacido, un hijo
de puta. Sabes que mi madre está mayor y muy delicada, si le doy esta noticia
no lo soportará. No me puedes dejar sola con esto. Debemos casarnos.
- No pienso hacerlo, ya te he
dicho que no te creo y que primero están mis planes. Que cargue con el problema
otro de los que te acostaste.
- Eres un cabrón, - le dijo
sintiendo las lagrimas ardientes rodar por sus mejillas, - pero si yo no me
acosté con mas nadie...
- Adiós Milly, - dijo el dando la media vuelta y
alejándose, - olvídame ¿vale? porque no quiero volver a saber nada mas de ti y
mucho menos de ese crío que vas a tener.
Milly se quedó allí sola,
parada en el puente, escuchando alejarse por última vez los pasos del padre de
la criatura que llevaba en su vientre. No le interesaba, ni siquiera la creía,
no lo conocería, y la había dejado completamente sola con todo aquello.
La carga era tan grande que
le era imposible llevarla.
Su madre era bastante mayor
cuando la tuvo, así que ya tenía sus años y una salud delicada. Incluso había
sufrido dos infartos y una angina de pecho, y el perder a su marido solo
contribuyó a ponerla peor.
No, no podía llegar a casa y
decirle: mamá, me he quedado embarazada y el padre de mi hijo me ha dejado, no
va a asumir su paternidad ni a casarse conmigo. Si le dijera aquello la
mataría.
Mientras las sombras de la
tarde empezaban a cubrir el pantano, Milly sintió que la más negra de las
desesperanzas se apoderaba de ella.
Continuará
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