Aquellos pequeños pies se
dirigieron a la puerta de entrada de la casa.
Entonces recogió el periódico que aún estaba
afuera.
Con el en la mano, Clara
Elisa entró en casa.
Se llamaba así por sus dos
abuelas, aunque papá y mamá la solían llamar Clarisa, y el tío Alonso Clariss,
porque decía que sonaba más sofisticado.
- Vaya, - pensó Clarisa viendo a sus padres
abrazados en el sofá, - ya están arrullándose de nuevo.
- No os cortéis ¿eh? Seguid a lo vuestro, - les
dijo antes de sentarse en el mismo sofá.
Clarisa ya estaba acostumbrada a aquellas escenas,
y sabía que cuando sus padres empezaban a abrazarse y besarse, ya nada mas
existía, por eso no le extrañó que ni reaccionaran a sus palabras. No obstante
se preguntaba: ¿como se podía ser tan lamioso y romántico?
Clarisa, con el periódico en la mano, se sentó en
el sofá junto a los tortolitos, los cuales siguieron a lo suyo.
- Uff, esto va la mar de bien ¿eh? - dijo echándole
un vistazo al periódico, - habéis tenido que aumentar la tirada y todo.
- Voy a ver la sección de cotilleos y luego si no
es muy difícil, haré el crucigrama. Deberíais poner sopas de letras ¿eh? Son
mas fáciles y me gustan mas.
En otra habitación de la
casa, el pequeño Roberto, o Robi, como lo solían llamar cariñosamente, miraba
alucinado el moco que tenía en el dedo.
- ¡Anda, este es de otro
color!, - pensó para si.
- Robi, ¿cuantas veces hay que decírtelo? - dijo de
pronto Clarisa entrando en el cuarto de su hermano, - no debes meterte el dedo
en la nariz. Los mocos se limpian con un pañuelo.
- Este niño va a acabar siendo minero o algo así, -
pensó en voz alta.
- Bueno qué, - Clarisa se
sentó en el suelo frente a el, - ¿te aburres?
- Zi.
- ¿Quieres que juguemos a
algo?
- Zi.
- ¿No sabes decir otra cosa?
¿A que quieres que juguemos?
- No ze.
- ¿Jugamos a cu-cu?
- ¡Zi, zi! Yo tero jugá a
cu-cu, - repuso contento en su media lengua.
- Cu-cuuuu... Te estoy viendo Robi.
Al momento el empezó a imitar a su hermana y
también se tapó los ojos.
Pero segundos después se oyó
el timbre de la puerta, y Clarisa se puso de pié.
- Llaman a la puerta Robi, -
me tengo que ir.
- No tero que te vaya.
- Venga si, no tardaré mucho.
Dame un abrazo.
Clarisa se agachó y su
hermanito le echó los brazos al cuello.
- Y papá y mamá como si nada, ea, ellos en su mundo
- pensaba de camino a la puerta, - ¿quien será a estas horas?
Entonces, al abrir la puerta:
- Tito Alonso, que sorpresa.
- Hola Clariss.
- ¿Como está la chica mas
guapa de la ciudad? - le dijo abrazándola.
- Bien, ¿y tu?
- Muy bien, ¿están tus
padres?
- Si, pero será mejor que vengas por aquí y de
momento no les molestemos, - dijo guiándolo, - antes los pillé en un momento
íntimo.
Al oír aquello, Alonso se
detuvo. ¿Que decía Clariss? ¿que había pillado a Roberto y a Cristina en un
momento íntimo? ¿y lo decía así, sin inmutarse?
- Oye Clariss, ¿dices que...
has pillado a tus padres en...? - Alonso no sabía como preguntárselo.
- Bah, no te preocupes, - lo interrumpió ella, -
solo se estaban besuqueando en el sofá, siempre están igual, y es como si no
vieran a nadie. Pasa tito Alonso y siéntate.
- Bueno cuéntame, ¿como está la tía Lidia? Ya no
estás con ella ¿verdad?
- ¿Lidia? Que va, de eso hace
muchísimo tiempo. Ni tu habías nacido cuando...
- Ya, ¿y el resto de tus ex
novias? - lo interrumpió Clarisa. - Papá dice que tienes todo un harén; Pili,
Elena, Sonia, Ce...
- Ya, muy gracioso tu padre,
- ahora fue el quien la interrumpió.
- Bueno a ver, vayamos por
partes. ¿Sobre quien quieres saber?
- Pues... no se. ¿Que pasó
con Pili por ejemplo?
- ¿Pili? Bah, estaba todo el
día hablando del novio, que si Pablo por allí, que si Pablo por allá...
- Ah ¿pero tenía novio? -
preguntó desilusionada.
- Si claro, igual que Eli.
- Esa era estupenda, pero lo malo es que tenía
también novio y vivía con el. Lástima...
- Bueno ¿y la tita Sonia? ¿que pasó con ella?
- Sonia era una artista de los pies a la cabeza, -
repuso con cierta añoranza, - incluso trabajó para el periódico un tiempo, pero
cuando el novio se dio cuenta de lo que nos traíamos, con lo celoso que es, se
la llevó de allí y la colocó en otro sitio.
- Vaya, por lo que veo tienes mala suerte tito;
casi todas las mujeres que te gustaban tenían novio.
- No, Tamara no, - repuso Alonso
añorante, - Tamara era una fiera.
- ¿Era uno de esos
licántropos de los que me ha hablado papá? - preguntó la niña alarmada.
- Que va Clariss, Tamara era
una mujer muy apasionada, nos lo pasábamos genial y... jugábamos a... los
médicos. A ella le gustaba mucho.
- Ah ¿si? Que bien, ¿y
entonces que pasó?
- Pasó que estaba casada,
maldita sea...
- Ah, vaya, y esa que se
llamaba como mamá, ¿también estaba casada?
- No, esa estaba todo el día
enganchada al skype y al facebook. Bah...
- ¿Entonces por que no
seguiste con ella Tío Alonso? - quiso saber Clarisa.
- Porque un día en que
estábamos solos en su casa y fuimos a su cuarto para... jugar a los médicos, de
pronto llegaron sus nueve gatos y su perro y se subieron a la cama.
- Ah, a mi me gustan mucho los gatitos, - afirmó la
niña, - mamá dice que si saco buenas notas me comprará uno o un perrito. ¿A ti
es que no te gustan Tío Alonso?
- Déjate de rollos Clariss,
intenta vivir con la casa infestada de gatos, incluso en la cama cuando vas
a... ejem, bueno, que se terminó y ya está.
- ¿Y la tita Lisa?
- No me hables. En la
redacción por entonces me llamaban asalta cunas.
Clarisa rió.
- ¿Por qué?
- Porque... era demasiado
joven para mi, pero era muy lanzada.
- Bueno, ¿y la tita... como
se llamaba?
- ¿Quién?
- A ver si me acuerdo... ¡ah
si! la tita Ce...
- Calla Clariss, - la
interrumpió Alonso, - no la llames así que no le gusta.
- ¿Y como la llamo entonces?
- Pues... la tita Yeny, eso es. A ella le
gustaba mas. Esa era muy especial, pero se cortaba mucho, y además le gustaban
demasiado las reuniones familiares, y a mi eso...
- Que raro eres Tío Alonso.
¿Y aquella que no era de aquí? ¿No fuiste a verla muy lejos?
- Ah si, Marisa, que gran
mujer. Me fui hasta Perú para estar con ella.
- ¿Y que pasó?
- Pues... que nos pillaron
sus niños mientras... jugábamos en la cama, - dijo con pesar.
Clarisa rió.
- Bueno, creo que también
hubo otra con la que estuviste un tiempo ¿no? La tita Marga.
- Jo, Marga si que era
excepcional, - dijo entusiasmado.
- ¿No era mas mayor que tu? -
quiso saber la niña.
- Si, pero tenía madurez y
experiencia en... bueno, en todo, y me enseñó mucho.
- Lo malo es que un día en
que jugábamos a... las casitas...
- ¿A papás y a mamás? - lo
interrumpió.
- Si Clariss, a eso mismo,
pues llegó su marido con el perrito, joder, y se fastidió todo.
- Jo tito, que mala suerte has tenido. Deberías
tener a alguien. Papá tiene a mamá, ¿y tu quién?
- Yo te estoy esperando a ti
Clariss, ¿es que no lo sabes? ¿No quieres ser mi novia?
Clarisa se partió de la risa
con las bromas de su "tío".
- Cariño, ¿no deberíamos ir a
ver a los niños?
Cristina y Roberto, abrazados
en el sofá, se miraban desde muy cerca.
- No, - respondió el, -
Alonso ha venido y Clarisa está hablando con el.
- Seguro que el le estará
contando sus batallitas, - rió suavemente ella.
- Déjalos.
- ¿Y Robi?
- Tranquila mi vida, que está
bien. No te preocupes. Ven aquí, que todavía no me he saciado de ti...
- Ah Roberto, me vuelves
loca...
- Esta noche encargamos otro
niño ¿vale?
- Le prometí a la niña una
mascota si sacaba buenas notas.
- Pues en vez de otra
mascota, otro hermanito. A mi me gusta hacerlos ¿y a ti?
Por toda respuesta ambos
volvieron a besarse con renovada pasión, con aquel fuego que aún ardía y que no
se había extinguido de sus corazones a pesar de los años. Mientras tanto, en
otra parte de la casa, Clarisa aún reía con las ocurrencias de su
"tio" Alonso, y Robi jugaba feliz en su cuarto.
Roberto, mientras estrechaba
a Cristina y la besaba apasionado, pensaba que su padre, desde donde fuera,
estaría mas que feliz de verlos juntos. Al fin y al cabo había hecho su sueño
realidad, el sueño de los dos.
Fin
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