lunes, 28 de marzo de 2016

Capítulo 1

Esperaba en la puerta de la facultad de económicas cuando vio venir a Iván con su amigo y compañero Alberto. Eva sintió que se alteraba. Cada vez que lo veía no podía evitar ponerse nerviosa. ¿Cómo se podía ser tan guapo? Jamás en toda su corta vida había sentido nada parecido por nadie, y aunque nunca había tomado la iniciativa con un hombre, con Iván no tenía más remedio que hacerlo si es que quería conseguir algo. 



- Hola Iván, ¿Qué tal? – le dijo sonriendo con cara de pava.
-Ah, hola Eva, ¿ya has salido de clase?

- Si…


- Me preguntaba… -comenzó a decir.
- ¿Si? – Iván y Alberto se la quedaron mirando.


Eva se acercó.
- ¿Almorzamos juntos? Mis compañeros de la facultad de medicina han hecho un picnic aquí cerca del campus. Será divertido. ¿Vamos?


- Lo siento hermosa pero ya tenía planes de comer con Alberto, - comenzó a decirle el mientras en la cara de Eva se pintaba la desilusión.
¿Hermosa? ¿La había llamado hermosa?
No sabía a ciencia cierta si aquello era un halago o un insulto, ya que era obvio que tenía un montón de kilos de más.
- Lo siento Eva, -continuó el, - otra vez será ¿vale?


En silencio ella lo vio de ir junto a su compañero; no tenía más remedio que volver a casa y comer allí con Lina, su otra compañera de piso.
Vivían los cuatro juntos, Iván, Alberto, Lina y ella.


Triste entró en casa y se dirigió al cuarto de Lina.
Ya debería estar acostumbrada a las negativas de Iván, tal vez incluso debería renunciar, lo había pensado muchas veces, pero luego cuando miraba sus ojos azules, sus carnosos labios y su cabello brillante con aquel corte de pelo tan sensacional, volvía a intentar algo con él.


Lina estaba como siempre experimentando con la química, que era la carrera que estudiaba. Era la típica cerebrito, una científica loca empollona.


- Hola Lina. ¿Qué tal?
- Bien, creo que estoy a punto de descubrir algo importante. ¿Tú no comías con Iván? –le preguntó.


- Esa era la idea, -repuso triste, - he ido a la salida de clase para proponérselo, pero nada, dice que había quedado para comer con Alberto.
Eva suspiró resignada y Lina no le comentó nada.


Entonces se fue a su cuarto.
Era absurdo, ¿Por qué seguir engañándose? No tenía ninguna posibilidad con Iván en absoluto.


¿Cómo se iba a fijar un bombón de tío como aquel en una chica como ella? Gordita, con gafas, pelo corto…
No había nada que hacer y en el fondo lo sabía, pero como costaba renunciar a alguien que te gusta de veras e incluso llevas en el corazón.


Entonces sacó el móvil y pensó en llamar a su madre. Ella era la que siempre la entendía mejor que nadie y le daba muy buenos consejos.


- ¿Mamá?
- Hola cariño, ¿Cómo estás? – le contestó su progenitora.
- Bien, como siempre.
- ¿Bien? Te noto algo decaída ¿no?
- Bueno si, para que te lo voy a negar. Tú me conoces mejor que nadie.
- ¿Qué te ha pasado?
- Nada, esa es la cuestión mamá, que nunca pasa nada en absoluto con la persona que quiero que pase.
- Ah, aquel chico del que me hablaste ¿no? Iván.
- Sí. Hoy me llegué a Económicas para invitarlo a almorzar y me dijo que no podía, que ya había quedado. Ni siquiera me mira más de dos segundos mami. No tengo nada que hacer.
- Si quieres vender un producto tienes que darle una buena y atractiva presentación, nena.
- ¿De qué hablas mamá?
Al otro lado del teléfono su madre rió.
- Hablo de ti cariño. Tu sabes que para papá y para mi tú serás siempre preciosa. Vemos en ti algo mas que la fachada, pero tienes que arreglar el exterior si quieres que ese chico se fije en ti.


- ¿En serio dices que si me arreglo más él se fijará en mí?
- Claro, es muy probable. A ver, tienes unos ahorrillos, asi que apúntate a un gimnasio, ve a un centro de belleza y depílate las cejas, ponte lentillas y tira esas gafas; ¿cuántas veces te lo hemos dicho? Y si quieres incluso te puedes poner extensiones en el pelo. Cuando ese chico te vea asi y vestida de otra forma más sexi, ya verás lo que pasa.
- Joder mamá, no hay nadie como tu. Cuando ya iba a tirar la toalla tu tienes las palabras justas para animarme y echarme una mano. Muchas gracias mami, seguiré tu consejo.
- Ya me contarás cariño. Un beso de papá y mío.


Con otro estado de ánimo, Eva salió de su cuarto y fue a la cocina. Entonces y para su sorpresa vio allí a Iván y a Alberto comiéndose una ensalada.
En silencio cogió un plato. Por lo menos empezaría la dieta, lo cual le venía muy bien.



- Vaya, que sorpresa veros aquí, -les dijo sin poder evitar que el tono de su voz sonara un poco irónico, - ¿no ibais a comer juntos?
- Claro, - contestó Alberto, - pero fueron hamburguesas de un euro y estamos muertos de hambre, jaja, ¿verdad Iván?


- Claro, -contestó con la boca llena.
Eva calló y no les dijo más nada, pero allá en su interior no podía evitar tener la sensación de que Iván no había querido comer con ella, simple y llanamente eso, y que lo de la comida con Alberto había sido solo una excusa. Bueno, podía mentirle si quería. Ella por su parte estaba más que decidida a seguir los consejos de su madre.


Alberto e Iván terminaron de comer y se fueron a estudiar. Entonces vino Lina y cogió un plato de ensalada.
- ¡Bieeen!, una ensalada, con lo que me gustan.
- Déjate de rollos Lina, esto no le puede gustar a nadie, - le dijo Eva.
- ¿Y entonces por que la tomas tú?
- Me voy a poner a régimen para perder los kilos que me sobran, si no de qué iba a estar tomándome yo esta asquerosidad verde. Donde se ponga una buena pizza repleta de queso…
- A mí las pizzas no me engordan, - dijo Lina.
- Ya lo sé, no hace falta que me lo pases por las narices. En cambio a mí me engorda el aire que respiro.
La otra rió.


Cuando aquella noche Eva se metió en la cama, procuró no recordar el rechazo de Iván y centrarse en sus nuevos planes. Tenía que cambiar fuera como fuese. Entonces tal vez, solo tal vez, Iván sería suyo.


Continuará