Alberto,
Enrique y Cristina volvían a casa.
Por el
camino habían ido en silencio, cada uno metido en su mundo, en sus encontrados
sentimientos, en su inseguro e impreciso futuro, sobre todo Alberto, el cual
estaba casi completamente convencido de que los otros dos lo dejarían en su
casa y se irían juntitos a la suya.
Cristina
estaba triste; nunca es fácil romper una relación de años, pero sobre todo le
dolía que el padre del hombre que amaba la despreciara de esa forma, la
insultara como lo había hecho. Ahora se explicaba sus miradas serias e
inhóspitas, ese odio que parecía tenerle.
Y Enrique
por su parte era el que tenía más encontrados sentimientos.
Por una
parte Cristina había llegado con Alberto, habían llegado juntos, pero por otra
le fastidiaba que hubieran entrado allí, que hubieran interrumpido…
Debía estar
loco, maldita sea. Había salido de aquella cabaña y ahora se quería ir a su
casa con Cristina. ¿Qué demonios estaba pensando?
Pero cuando
los tres se detuvieron ante la casa de Alberto, ella lo miró muy seria y le dio
las buenas noches.
- Cristina
cariño, perdóname, vámonos a casa por favor, - suplicó.
Alberto, con
el corazón en un puño, callaba y observaba la escena pensando en que tal vez
estaba a punto de perderla definitivamente.
- Han sido
demasiadas cosas, me has engañado una y otra vez, y estoy segura de que
volverías a hacerlo. Te gusta demasiado.
- ¡Eso no es
así! – protestó Enrique.
Alzando la
cabeza, ambos se miraron en silencio.
- Entonces…
¿quieres que nos divorciemos? ¿Esa es tu última palabra?
- Sí
Enrique, creo que es lo mejor para los dos.
- Si tú lo
dices… - murmuró.
Enrique
sintió que de alguna forma su vida se desmoronaba.
Durante años
había estado casado con aquella chica, luchó por ella hasta hacer cosas que tal
vez no debía, y entonces todo se complicó, se volvió retorcido y hasta bochornoso para él. Y ahora… lo había
perdido todo.
Después la
miró a ella.
- Bueno
pues… adiós Cristina. Espero que seas muy feliz y que… tu bebé nazca bien y lo
crieis juntos.
- Adiós
Enrique.
Echó a andar
triste, hundido, cabizbajo, con pasos pesados, sin saber muy bien por donde
iba.
Alberto lo
vio de ir y quiso quedarse indiferente, sentirse incluso feliz, pero no pudo.
Cristina por su parte, ni siquiera lo pudo ver partir.
Bueno, pues todos han dicho lo que tenían que decir y Enrique por fin ha asumido la separación de Cris. Me ha dado hasta pena verlo partir así pero en definitiva él se lo ha buscado.
ResponderEliminarAl fin Alberto y Crsitina podrán estar juntos y criar al bebé los dos, pero Enrique me ha dado hasta cosilla, pobre. Ahora que ha asumido las cosas es como que se siente perdido y no sabe que hacer....A ver como va todo
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