Habían ido
por el camino callados, encerrados en su mutismo, con miles de cosas diferentes
bulléndoles por sus cabezas.
Al llegar
por fin a casa, él la miró serio y condenatorio. Ella estaba muy triste.
- Jamás en
la vida me hubiera esperado esto de ti, - le dijo Enrique.
- Yo
tampoco. Me has estado engañando y ahora vienes haciéndote el ofendido.
- ¡No
vuelvas a hablarme de esa manera! ¿Te vas a fiar de la palabra de ese imbécil?
Alberto siempre ha sido un mujeriego, ¿es que no lo ves?
- No, no lo
veo. Él no es así Enrique, lo sé.
- Eres
idiota, estás ciega.
- ¡Estoy
harta de que me insultes! Llevas semanas trasnochando, ni siquiera quieres
hacerlo conmigo, y en cambio Albert ha estado ahí, a mi lado, y me ha hecho muy
feliz.
- ¡La
próxima vez que nombres a ese sinvergüenza te cruzo la cara! ¿Me oyes?
Ella se
amedrentó.
- ¿Serías
capaz… de ponerme la mano encima?
- ¿En
serio? ¿Me pegarías incluso ahora que
estoy embarazada?
- Eso no
puede ser cierto.
- Pues lo
es. Ya sé que tú no querías pero…
- No me lo
puedo creer. De modo que ese malnacido te ha dejado preñada… - dijo iracundo.
- ¿Y… quién
te asegura que es de él? Tú y yo antes…
- ¡No es mío
joder! ¡Lo sé! ¡Es de ese hijo de puta!
- No
comprendo cómo puedes estar tan seguro.
- ¿No sabes
por qué Cristina? Porque soy estéril, - le confesó.
- ¿Cómo? –
inquirió más que asombrada.
- Lo que
oyes. No te lo esperabas ¿verdad?
- ¿Y por qué
no me lo dijiste? Te he hablado muchas veces de tener hijos y tú no has dicho
nada en absoluto.
- ¿Te
hubieras casado conmigo sabiendo que era estéril? No me hagas reír por favor.
- Bueno,
pues el caso es que espero un hijo de Albert, de modo que se lo diré y… tú yo
nos separaremos.
- Pues eso
es lo que hay. No nos vamos a separar ni te voy a conceder el divorcio. No vas
a volver a ver al hijo de puta de Alberto, de eso me aseguraré yo, y si es
preciso te vigilaré las veinticuatro horas del día. Nos quedaremos con el niño
y lo criaremos juntos.
- Sí claro,
juntos. Qué bien te viene que vaya a tener un hijo; así estaré más ocupada y tú
podrás seguir yéndote con unas y con otras.
Enrique pasó
ante ella con una media sonrisa de superioridad y ya no le dijo más nada.
Cristina,
triste y compungida se dejó caer en el sofá.
Se sentía
atrapada. Era como si hubiera estado en el cielo, y de repente la hubieran precipitado
al mismísimo infierno.
Enrique
mientras tanto, en la planta de arriba, marcó un número en su móvil y esperó.
- Hola, soy
yo.
- Hola, no
te esperaba tan pronto… - contestó una voz al otro lado.
- Escucha
porque tengo algo muy importante que decirte. Ya sé que no debería hablarlo
contigo por teléfono, pero ahora y… en el futuro me va a ser imposible volver a
ir a verte.
- ¿De qué
puñetas estás hablando Enrique?
- Hablo de
que se acabó, de que Cristina se ha quedado embarazada de… de otro y me voy a
quedar con ella y juntos criaremos al niño.
- No, no
puedes hacerme esto Enrique, no lo permitiré, no después de todo lo que he
hecho por ti, todo lo que hemos compartido.
- Lo siento
pero… adiós.
- ¡Enrique!
¡No lo hagas por favor! ¡¡Enrique escucha!!
Pero él
cortó la comunicación.
Y con quien narices habla este hombre ahora? Y en que época se cree que vive, en la edad media? Como puede tener la cara dura de decirle esas cosas a Cristina y quedarse tan ancho. Vamos, este ser me sorprende cada día más.
ResponderEliminarEspero que Cris sea más coherente y se separe de él, Alberto tiene que saber que va a ser padre.
Creo que Enrique todavía te va a sorprender mas, jaja
EliminarEspero que a la que haya llamado Enrique haga algo pero, de todas formas, no entiendo a Cris. En un juicio por el divorcio tiene todas las de ganas por haberle ocultado que era estéril y por haberla engañado con otras. Yo haría las maletas, me iría con Alberto y que Enrique haga lo que le dé la gana que Alberto no se va a dejar amedrentar.
ResponderEliminarCreo que Enrique tiene algo más por ahí... Nose yo.. pero los malos siempre terminan mal wajajajajjaa(eso me deja más tranquila) jjajajjaa
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