Había salido
de la ducha y se acababa de vestir cuando Enrique entró repentinamente en el
dormitorio.
- Vaya, por
fin te encuentro, - dijo al parecer molesto.
- Hola
Enrique, - lo saludó ella como si nada.
- Déjate de
hola. ¿Dónde diablos te metes que nunca estás en casa?
- Para
empezar a mí no me grites ¿vale?, que por mucho que levantes la voz no vas a
tener más razón, - le dijo calmadamente, lo cual puso a Enrique de los nervios.
- ¡Contesta
joder! – le exigió.
Cristina
pasó junto a él y se dirigió al espejo.
Enrique no
podía creer que aquella fuera la misma Cristina de siempre.
¿Qué había
ocurrido? ¿Por qué le daba la sensación de que había cambiado? Hasta se la veía
distinta.
- Escúchame…
- dijo avanzando hacia ella.
- Lo siento
pero tengo prisa. Me están esperando.
- ¿Y dónde
mierdas vas tú y con quién, eh? Soy tu marido, me debes más de una explicación.
Él se quedó
en silencio un momento; definitivamente ella había cambiado, jamás le había
contestado así en los cinco años de matrimonio que llevaban.
¿Por qué?
¿Qué estaba pasando?
- Cristina,
no agotes mi paciencia y dime ahora mismo donde puñetas te metes últimamente,
donde has pasado este fin de semana.
- ¿Y a ti?
¿Te ha vuelto a llamar tu jefe a horas intempestivas? – dijo irónica.
- Esto no se
acaba aquí Cristina, ¿me oyes? – le dijo lleno de rabia.
- Pues yo ya
he terminado. ¿Qué pasa? ¿Hoy no tienes prisa por irte? Igual te está esperando
tú… jefe, - dijo burlonamente mientras de nuevo hacía hincapié en la palabra
jefe.
- Maldita
zorra… - masculló mirándola con odio y rencor, - eres una puta.
- Y tú un
cabrón y un gilipollas. ¡A la mierda! – le espetó antes de cruzar la puerta e
irse.
Con una
mezcla de profundo asombro e indignación, Enrique la vio alejarse.
Allí tenía
que estar pasando algo, seguro.
Cristina
había cambiado, y no solo era por el hecho de que ahora parecía arreglarse más,
era su actitud, sus respuestas, la felicidad que reflejaba su rostro y la
seguridad en sí misma de la que hacía gala.
Cuando él
comenzó a frecuentar el club Frenesí y las amigas de Alberto, Cristina estaba
ahí, a su lado como siempre, esperándolo en casa, pero últimamente eso había cambiado,
y con inquietud había comprobado que ella no comía en casa con él, no lo
esperaba de noche, e incluso ni siquiera dormía en su cama, y eso lo había
descolocado totalmente, lo había sacado de sus casillas.
¿Estaba
haciendo todo aquello para llamarle la atención o realmente había algo más? –
se preguntó a sí mismo. - ¿Tendría un amante?
Decidido a
llegar al fondo de todo aquel asunto, Enrique salió detrás de Cristina y la
siguió gran parte de la tarde. La vio entrar en varias tiendas y comprarse
trapitos, y al final, para su asombro y estupefacción, la vio entrar nada menos
que en casa de su amigo Alberto.
En silencio
rodeó la casa buscando verla por alguno de los grandes ventanales que poseía la
vivienda. Menudo casote tenía el cabrón de su amigo… - pensó.
Maldito
bastardo…
Le presentó
a sus amigas, lo introdujo en su ambiente, y luego se abrió como los paraguas y
fue a conquistar a su mujer. Pero esto no quedaría así. De ninguna de las
maneras. Alberto iba a enterarse de que, no solo lo había perdido a él como
amigo, sino que también tendría que renunciar de nuevo a Cris, y esta vez para
siempre.
De este capítulo hay algo que me ha inquietado y es el último pensamiento de Enrique, que Alberto tendría que renunciar a Cris para siempre. Tengo ganas de saber qué se propone para decir esta frase.
ResponderEliminarEl hecho de que Alberto le presentase a sus amigas, no quiere decir que él tenga la culpa de todo. Porque si Enrique hubiese querido mejor a su mujer, él no se hubiese atrevido a probar los placeres carnales de otras mujeres. El único culpable es el mismísimo Enrique, por no ser claro con su mujer, por ser como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer...Alberto intentó persuadirle, le dijo que lo que iba a hacer no estaba bien, pero el otro insistió...
ResponderEliminarEspero y deseo que esa amenaza no se cumpla, porque no suena nada nada bien :(
Hay que decir que Alberto también ha jugado a su conveniencia un poco! Porque si Enrique no hubiese entrado en esos temas de infidelidad... El tampoco hubiera podido acercarse a Cristina... Aunque hay que decir que Alberto nunca dijo nada sobre lo que hacía... Y cuando Cristina se entere de que lo sabía todo... Va a tener que dar explicaciones también..😮
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